Lo que se vio de Tomás Conechny en verano fue muy esperanzador. El argentino, fichado en esa misma ventana de Godoy Cruz, fue de los albiazules con mayor incidencia en los amistosos del Deportivo Alavés y, como con otros futbolistas, la afición se ilusionó. Algo lógico después de ver a un extremo diferente a lo que ya había en el equipo, de esos que pueden jugar por dentro y fuera gracias a su toque de balón y que, encima, tenía gol.

La realidad, sin embargo, no está cumpliendo las expectativas, al menos hasta el momento. El que para muchos era el mejor refuerzo de ese mercado estival -y apuesta personal de Sergio Fernández- ha pasado casi desapercibido durante la primera vuelta del ejercicio, incapaz de hacerse con la titularidad en la zona más endeble del Glorioso. Y eso que oportunidades no le han faltado, si bien las mismas han ido de más a menos.

Conechny, de 26 años, comenzó la temporada siendo de la partida en cinco de las primeras siete jornadas, disputando siempre más de 60 minutos cuando aparecía. Luis García Plaza confiaba en él, eso estaba claro, pero la respuesta del jugador no estuvo a la altura. No solo se le vio apagado por la banda, tampoco aportó en defensa lo que requería el equipo. Y eso, como es de sobra sabido, no se lo podía permitir el técnico madrileño.

A medida que pasaban las jornadas, su participación fue cayendo en picado y, desde finales de octubre hasta el último duelo del año, ante el Valencia en Mestalla, lo pasó en el ostracismo. Ni siquiera la llegada de su compatriota Eduardo Coudet le permitió volver a tener protagonismo. Pero se lesionó Carlos Martín contra el Girona. Y eso lo cambió todo. De repente pasó de un segundo o tercer plano al primero.

El problema es que Conechny no estaba preparado. Y es lógico. Aunque sí había aparecido en Copa, los más de 60 minutos que jugó contra los gironís no los había tenido en Liga desde la derrota frente al Real Valladolid, el 18 de octubre. Casi tres meses habían pasado y la falta de confianza se notó en las dos ocasiones que dispuso para marcar. La primera era difícil, pues Arnau le empuja antes del remate, pero la segunda fue clarísima.

PACIENCIA PARA BRILLAR

Después de ese encuentro, al que seguro le dio muchas vueltas, el argentino fue titular en el Benito Villamarín. Allí tampoco brilló y evidenció de nuevo lo mucho que le está costando arrancar. Ahora bien, esto último no es ninguna sorpresa. El salto a Europa nunca es sencillo y menos aún en una situación como la del Alavés, que ya ha pasado por dos largas rachas de no ganar. De siete jornadas llegó a ser la que se rompió ante el Betis.

Conechny protesta una acción durante el último Alavés-Girona.

Visto lo ocurrido en casos anteriores, lo que necesita Conechny ahora mismo es tiempo. Y lo tiene. No hay que olvidar que firmó hasta 2028. Si no tira la toalla y continúa trabajando, llegará su día para brillar, porque aptitudes no le faltan. Por lo mismo pasó Luis Rioja. La primera campaña del atacante sevillano en Vitoria-Gasteiz, la de su debut en Primera División, es mejor no recordarla. Pero todo cambió en la segunda, la 2020-21.

Rioja fue muy importante de cara a la salvación lograda por Javi Calleja y, tanto en el año del descenso (2021-22) como en Segunda (2022-23) y otra vez en la élite (2023-24), también cumplió un papel relevante. Pese a que él, a diferencia de Conechny, no tuvo que adaptarse a un nuevo continente, sí que hizo frente a un salto de categoría. Algo a lo que, cabe recordar, hay que sumar las constantes comparaciones con Jony Rodríguez.

Luis Rioja, durante un partido del pasado ejercicio en Mendizorroza

Está por ver, eso sí, cuál es el papel del argentino ahora que ha vuelto Carlos Martín. El de Torrejón de Ardoz tampoco ha brillado en exceso hasta ahora, pero sí que ha dejado minutos bastante mejores. Quien seguro ya no está en esa pelea por ese puesto en la banda izquierda es Abde Rebbach. El argelino, en vista de su escasa participación, aceptó salir cedido a LaLiga Hypermotion y el Granada ganó la puja por sus servicios.