Hay aficionados del Deportivo Alavés hechos de una pasta especial y que sienten como prácticamente nadie los colores azul y blanco. Dentro de esta estirpe figura Enrique García Sáenz del Burgo, quien cumplirá la próxima temporada 50 años de socio en el club del Paseo de Cervantes y uno de los últimos reductos de los abonados más veteranos del conjunto vitoriano.
Nada ni nadie le ha impedido mantener su extrema fidelidad al Glorioso, ni las épocas más infames con Dmitry Piterman en el palco de Mendizorroza u otras mucho más modestas en la larga travesía por el desierto de Tercera y Segunda B.
Pues bien, Enrique García ha abierto las puertas de su casa a este periódico para mostrar el pequeño museo del Deportivo Alavés que luce orgulloso en el salón.
Entradas de partidos históricos
En él se encuentran, entre otros tesoros albiazules, todos los abonos que ha ido recopilando durante medio siglo, además de las entradas de encuentros históricos como la final de la UEFA en Dortmund ante el Liverpool o el play off frente al Jaén y zamarras emblemáticas como la que lució el Glorioso en el Westfalenstadion.
Enrique se sienta en la tribuna de Cervantes junto a su hija, su hijo y un nieto, y este es el principal aliciente para que renueve su abono con ilusión cada año.
"Al fútbol siempre vamos la familia juntos. El día del partido llevo la camiseta puesta y salgo antes por la mañana a tomar unos vinos con ella"
“Ese es el tema. Siempre vamos la familia juntos. El día del partido llevo la camiseta puesta y salgo antes por la mañana a tomar unos vinos con ella. De la cuadrilla se han borrado todos. La mujer lo dejó por el amigo Piterman. Decía que algún día le iba a dar algo. Fue muy duro”, explica con resignación.
El Alavés, una religión
Enrique García es el abonado número 66 del Deportivo Alavés y su pasión por el azul y blanco se ha transmitido de generación en generación.
Toda su familia ha brindado su aliento en directo al Deportivo Alavés, tanto sus padres como su tío. Ahora, él es quien inculca el amor por el Glorioso a sus familiares.
Este jovial aficionado del Alavés se muestra ilusionado por el creciente auge del sentimiento alavesista en Vitoria. “Cada año hay más afluencia de gente. Hay más juventud, lo siento así. Antes ibas con los padres y con el colegio, pero ahora se ve gente joven y más chicas. Hay más afición. Pero hay que estar a las duras y las maduras, no me gusta la gente que va a Mendizorroza por conveniencia”, argumenta.
"Hay que estar a las duras y las maduras, no me gusta la gente que va a Mendizorroza por conveniencia”
De hecho, Enrique García insiste en que el ambiente de esta campaña recién finalizada “ha sido una pasada”. “Lo de este año ha sido un fuera de serie, nadie contaba con acabar así la temporada porque la diferencia de presupuesto es abismal. Me ha encantado el equipo y mi sensación es que ha ido a más. Si dura más la temporada, se salen. El entrenador hace mucho. Le veo muy cercano y campechano, como debe ser”, agrega sin pelos en la lengua.
Este alavesista de 72 años, ya jubilado tras haber ejercido como fontanero durante su vida, conserva recuerdos imborrables en su cabeza. Por ejemplo, cómo se clavaban los tacos de los futbolistas cuando Mendizorroza era mucho más rudimentario y cómo tenía que pagar una peseta extra por sentarse en las butacas. “Nosotros nos sentábamos, pero cuando pasaba el revisor nos volvíamos a levantar”, asegura con sorna.
Al margen de ello, Enrique deja claro que, entre los festejos de los últimos tiempos, se queda con el ascenso de 2ªB ante el Jaén. “Era salir del hoyo, por supuesto que sí. Pero también tengo otros recuerdos como retirar la nieve con el difunto Compañón. He ido a quitar nieve para que al final no se jugase el partido”, bromea.
"Tengo otros recuerdos como retirar la nieve con el difunto Compañón. He ido a quitar nieve para que al final no se jugase el partido"
Eso sí, Enrique García no solo ha vivido experiencias inolvidables en Mendizorroza. El veterano socio estuvo en la final de Dortmund frente al Liverpool y cuenta varias anécdotas acaecidas en tierras germanas.
"En Dortmund hicimos caracoles y los ingleses se preguntaban a ver cómo se comía eso"
“Hicimos caracoles y los ingleses se preguntaban a ver cómo se comía eso. No sabían si había que tirarlos al suelo y yo con la hebilla les enseñé a sacar el caracol, limpiarlo y comerlo”, evoca este vitoriano de 72 años, quien también intercambió en aquel célebre 2001 su bufanda del Glorioso con un aficionado de los Reds.
Entradas históricas
En su mesa de casa figuran decenas de entradas de los partidos del Alavés. Por ejemplo, conserva las de la final de Copa del Rey frente al Barcelona y una bufanda del encuentro ante el Inter de Milán, pero también otras de encuentros de 2ªB y alguna mucho más lejana de los años 70. Su colección es el reflejo de la montaña rusa que ha vivido la entidad del Paseo de Cervantes durante su historia.
“Esta pasión nació por querer conservar los recuerdos. Las entradas que tienen fecha las puedo coleccionar bien, pero las que no pues van al montón”, cuenta Enrique García, quien intenta apuntar detrás de cada una de ellas el resultado del partido aunque la ausencia de referencias en la hemeroteca dificulta su tarea.
Enrique García ha vivido de primera mano la evolución de Mendizorroza en su mitad de siglo más reciente. El templo babazorro mantiene su esencia y se ha adaptado a los nuevos tiempos con reformas como la tribuna de General.
Eso sí, Enrique no quiere que el feudo babazorro se mueva de sitio. “Soy partidario de que se quede en el sitio. Reformarlo sí, pero no moverlo. El sitio es ideal, nos hemos hecho al paseo, pero podemos ir como queramos. Para qué queremos moverlo”, se pregunta este abonado del Glorioso.