Como no podía ser de otra forma, los cimientos de Mendizorroza conservan recuerdos y anécdotas de sus 100 años de historia. El recinto ubicado en el Paseo de Cervantes abrió sus puertas por primera ocasión el 27 de abril de 1924, en la víspera de San Prudencio y después de un tedioso proceso de obras.
Su festejo fue con todos los honores posibles: una carrera ciclista y de cross previa al partido inaugural entre el Alavés y la Unión Deportiva Deusto. Eso sí, el equipo vitoriano no disputó sus primeros encuentros en el actual terreno, sino que lo hizo en una especie de finca aledaña al Paseo de Cervantes ante equipos militares como el Guipúzcoa.
El club quiso crecer, profesionalizar sus instalaciones y en mayo de 1923 adquirió los 26.500 metros cuadrados de terreno que poseían entre Manuel Cobo y Landa en el camino del Mineral y otro terreno colindante. También hubo que adquirir al Ayuntamiento la finca del Paseo de Cervantes, que es precisamente donde celebraba sus partidos el Deportivo Alavés por aquél entonces.
¿Por qué ‘Mendizorroza’?
El estadio no contaba con un nombre después de su obra e inauguración. Con el objetivo de dotar al estadio del Paseo de Cervantes de una identidad propia se barajaron diversas opciones como Zumaquera, Kirolkieta, Kirolanda o Mendizorrospe.
No obstante, en enero de 1925, casi un año después de su inauguración, se decidió denominar al feudo babazorro como Mendizorrotza, un topónimo vasco que hace referencia al monte afilado que se sitúa junto al estadio.
En aquella época, en las décadas de su incipiente fundación, Mendizorroza albergó encuentros frente a rivales locales o cercanos territorialmente, tales como el Club Deportivo Euskalduna de Rentería o la Unión Deportiva Eibarresa.
El estadio de Mendizorroza ha sido remodelado en varias ocasiones durante sus cien años de historia, pero ha conservado una esencia que lo caracteriza como el tercer estadio más antiguo del fútbol español que no ha cambiado nunca su ubicación. La consigna ha sido y sigue siendo clara. Hay que adaptarse a los nuevos tiempos sin renunciar a su identidad.
primera reforma En 1953-54 llegó la primera gran remodelación. Antes de su segundo ascenso a Primera División, Mendizorroza instaló nuevas gradas de diez filas cada una que eliminaron las tribunas de madera. También se eliminó el velódromo aledaño al estadio y, en consecuencia, el recinto pudo gozar de más metros para su proceso de expansión.
Una de las imágenes más características de la historia de Mendizorroza es la torreta de las retransmisiones radiofónicas de Radio Vitoria. Se instaló en 1951 y constituyó uno de los mayores atractivos en el fútbol estatal. En esta misma línea, el recinto del Paseo de Cervantes inauguró un sistema de megafonía adecuado a aquella época y, dado el tirón del Deportivo Alavés en la ciudad, también se amplió el aparcamiento para facilitar la llegada de más espectadores.
Otra de las escenas más icónicas de Mendizorroza y que recuerdan con especial cariño los más veteranos es el marcador de Donato. Donato Díaz Villaluenga, desde la temporada 1945-46 y durante medio siglo, se encargó de reflejar manualmente el resultado en directo de los partidos del Alavés mediante tablillas.
Lo hizo durante 52 años, hasta que en junio de 1998 se demolió el viejo marcador a causa de la obligada reforma del estadio para adaptarse a los requisitos de Primera División tras el regreso a la máxima categoría. En 1954 se aceleró el proceso de renovación de Mendizorroza. Había que estar a la altura de la División de Honor y el Deportivo Alavés hizo todo lo posible para ello. Se edificó una nueva tribuna en el graderío de Preferencia mientras que en la grada de general también se amplió la grada hasta la esquina del marcador.
Además, tal y como confirman los textos periodísticos de aquella época, “muchos de los puestos eran numerados y cada socio tenía asignada su localidad desde principio de temporada”.
Segunda gran obra
La segunda gran obra de Mendizorroza data de la época de los años 70. Con Juan Arregui en la presidencia del Deportivo Alavés, el ambicioso proyecto consistía en construir un estadio moderno con una capacidad de 35.000 espectadores. Ahí es nada. Nacido en Aretxabaleta, Arregui formó parte de la dirección deportiva albiazul en tres ocasiones (1958-59, 1974-76 y 1989-98).
Las obras arrancaron en verano de 1973 y el recinto vitoriano logró una apariencia mucho más profesional y adecuada respecto a aquella época. Se inauguró una nueva tribuna situada junto al aparcamiento y al año siguiente se sustituyeron las dos gradas de gol por las nuevas tribunas denominadas como Cervantes y Polideportivo.
Pese a que la idea inicial fuese completar el perímetro del estadio y cerrar las esquinas, se vio que el aforo era suficiente para los espectadores que se solían congregar en Mendizorroza. Además, la inversión ascendió a los 74 millones de pesetas sin contar el coste de la nueva iluminación.
Durante veinte años fue así como se mantuvo el recinto vitoriano. Mientras tanto, el Glorioso militó en la categoría de plata, pero también tuvo que afrontar épocas muy delicadas como el periplo por las categorías más modestas entre 1983 y 1994. En una etapa convulsa y de infame recuerdo, el Alavés se vio obligado a competir en Segunda B y Tercera.
La última gran reforma tuvo lugar en 1998. Las mejoras de 1973-74 se quedaron a medio camino ya que no se llegaron a cerrar las esquinas de Mendizorroza. En esta tesitura, al estadio vitoriano no le quedó otra opción que adaptarse al fútbol profesional que estaba por llegar con el cambio de siglo.
Adiós a ‘la general’
Principalmente, se derribó la mítica tribuna de La General por una nueva tribuna y formando nuevos graderíos en dirección oeste y este sobre los ya existentes. Se cerraron las esquinas y también se configuraron unos accesos más cómodos al recinto.
Otros ajustes fueron la mejora de iluminación y en la antigua General, denominada ahora como Tribuna Principal, se instalaron los palcos de autoridades y la zona de prensa. Eso sí, esta grada es la única sin columnas ya que los fondos de Cervantes y Polideportivo, además de la zona de Preferente, sí cuentan con ellas.
Mendizorroza ha evolucionado con el paso de los años, pero mantiene la esencia del fútbol tradicional y, para los más nostálgicos también guarda un sabor de campo inglés.
Tras el ascenso a Primera División al término de la temporada 2015-16, la entidad vitoriana le dio un completo lavado de imagen a su estadio pintando las butacas de color azul y renovando tanto el túnel de vestuarios como los banquillos, además de modernizar todos los espacios interiores como la sala de prensa y la sala VIP.
Mendizorroza es especial. Pocos equipos cuentan con un estadio en el que se mantiene la tradición y en el que se conmemora a ilustres que forman parte de su historia. Y es que el feudo babazorro también se caracteriza por los murales en los que, a través de graffitis, se repasa la historia del club recordando a iconos como Mané, La Paca o el once inicial que rozó la gloria en la final de la Copa de la UEFA.