Mendizorroza no sería lo que es sin la pasión de su gente por el Deportivo Alavés. Un sentimiento que muchas veces se transmite de generación en generación y que, para la gran mayoría, no depende ni de la categoría ni de los resultados del club. Es por ello que, en esta serie que está publicando DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA por el centenario del feudo gasteiztarra, no podía faltar un reportaje dedicado a la irremplazable afición babazorra.
La protagonista, en esta ocasión, es la familia Pascual. Tanto Luis como Roberto y Oier son socios del Glorioso y, cada 15 días, se reúnen los tres para acudir al estadio del Paseo de Cervantes y animar juntos a su equipo. Algo que comenzó no mucho después de que naciera el último, y más joven, de ellos y que quieren “disfrutarlo al máximo” mientras dure, pues “no todos tienen la oportunidad de hacerlo” y es una experiencia “muy bonita”.
Luis, el abuelo, tiene 79 años y sus primeras vivencias en Mendizorroza se remontan a su época de estudiante. “Recuerdo que, cuando tenía 12 años –a mediados de la década de los 50–, nos preguntaban en la escuela si queríamos ver al Alavés y, entre los que levantábamos la mano, se formaba un grupo para ir. Yo no era socio por entonces; nos ponían a todos en fila en una de las puertas del estadio e íbamos entrando”, cuenta.
Roberto (53) –hijo de Luis y padre de Oier–, por su parte, no sabría decir cuál fue su primer episodio en el feudo albiazul; pero sí comenta que, en el momento que acabó la carrera y regresó a Vitoria-Gasteiz, ya se abonó al Glorioso hasta el día de hoy. “Empecé a venir regularmente en los 90, la época de Serrano y Codina. Primero con la cuadrilla de amigos y luego ya, cuando nació Oier –socio nada más dar a luz–, con él y mi aita”, añade.
“Venir los tres a ‘Mendi’ es una experiencia muy bonita; no todos tienen la opción de hacerlo”
Oier (17), por último, cree que su recuerdo más antiguo de Mendizorroza corresponde al duelo de play off entre el Alavés y el Real Jaén, en el que Borja Viguera marcó desde los once metros para cerrar el ascenso a Segunda División (1/6/2013): “Sé, porque mi aita me lo ha contado varias veces, que llevo viniendo al estadio desde los cuatro o cinco años, pero ese penalti es, probablemente, el primer momento claro que tengo en mi memoria”.
Esa diferencia de edad, como es lógico, también se nota al preguntarle a cada uno de ellos por su partido más especial en el Paseo de Cervantes. Mientras que Oier se queda con la vuelta de la eliminatoria contra el Celta, la cual decidió Edgar Méndez para dar al Glorioso el pase a su primera final de Copa (8/2/2017); Roberto elige la remontada de película frente a la Real Sociedad (8/6/2008) y Luis con “cualquiera de los ascensos a Primera División”.
“Juan Gorospe es el jugador que más me ha hecho disfrutar; hoy en día no hay defensas como él”
El más veterano de los tres, además, se anima a mencionar un encuentro en el que no fue protagonista el Alavés, pero que sí le impactó mucho. Data del 27 de septiembre de 1959, cuando el Vitoria y el Villafranca de Ordizia se vieron las caras en Mendizorroza. “No es un recuerdo bonito como los demás, pero no he olvidado el día que murió Cuchu sobre el césped. Vi cómo caía fulminado tras chocar con el portero, y me impresionó mucho”, admite.
Al consultar a cada uno de ellos por el perfil de aficionado de los otros, Oier califica a su padre y a su abuelo como seguidores “tranquilos” y ambos, entre risas, destacan la faceta exigente del más joven, pese a haber vivido bastante menos. “¿Oier? Muy crítico, mucho más que nosotros. Siempre está levantándose del asiento, sufriendo por los errores… Nosotros intentamos calmarlo, pero no solemos conseguirlo”, comenta Luis y corrobora Roberto.
Ídolos distintos
El salto generacional entre los tres se aprecia también al rememorar a los futbolistas que han defendido el escudo del Alavés. A Luis, por ejemplo, el albiazul que más le ha hecho disfrutar en Mendizorroza es el mítico Juan Gorospe, quien desempeñó también las facetas de entrenador y presidente. “Era un defensa espectacular, de los que ya no hay hoy en día. Antonio Karmona es el único que ha podido acercarse a su forma de jugar”, explica.
Roberto, a su vez, elige a Pablo Gómez por “ser vitoriano”; pero admite que Cosmin Contra es el “mejor jugador” que ha visto con la zamarra del Glorioso. Asimismo, guarda muy buen recuerdo de todos aquellos “modestos con carácter” de los años 90, entre los que, como al principio, vuelve a destacar a Lluís Codina y Manolo Serrano. “Les tengo mucho cariño por ser la época en la que empecé a venir asiduamente al estadio”, agrega.
“El partido que más me ha marcado en ‘Mendi’ es el de semifinales de Copa frente al Celta”
Oier, con opciones mucho más limitadas, no duda en sacar a la palestra la figura de Manu García. Para todos esos chavales que se han enamorado del Alavés a partir del 2010, el gran capitán gasteiztarra ha supuesto “un antes y un después”. Él ha sido, cabe recordar, el único futbolista, posterior a la época europea, capaz de acercarse a los 346 partidos de Martín Astudillo como albiazul. Se quedó, en concreto, en los 308 encuentros oficiales.
Mendizorroza, por otro lado, no es el mismo ahora que el que era cuando Roberto y, sobre todo, Luis empezaron a acudir de seguido a ver al Glorioso. Ambos, estructuralmente, coinciden que en la actualidad es “mucho más cómodo” disfrutar del fútbol, si bien lo antiguo también tenía su esencia única. “Hoy es un chollo venir al campo. Antes íbamos a La General y estábamos todos de pie y apretados. Ha mejorado un montón para el aficionado”, dicen.
Ahora bien, que a Oier no le haya dado tiempo aún a ser testigo de una gran evolución del estadio babazorro no le impide apreciar lo que hay ahora: “A mí Mendi me gusta mucho, si te digo la verdad. Es un campo que me recuerda a los típicos del fútbol inglés y el hecho de que sea tan cerrado, con el césped también muy cerca, hace que suene mucho mejor. No hay muchos así en España, y creo que es algo que debemos valorar y cuidar”.
Evolución en las gradas
Aparte de la estructura en sí del bastión gasteiztarra, Roberto menciona también la evolución que él ha notado en las gradas, donde el perfil de los aficionados es “muy diferente” al de antaño. “Ha cambiado, en especial, el tipo de persona que acude a Mendi. Cuando yo empecé a venir, casi todos éramos hombres y la mayoría, además, de edad adulta. Hoy, por el contrario, hay muchísimas chicas y, en general, gente joven”, apunta.
La única preocupación de los tres, para finalizar, es si en el futuro, cuando el Alavés no esté tan bien como en el presente, el ambiente y la pasión actual de Mendizorroza se va a mantener o va a ir hacia abajo: “Ojalá sigamos en Primera muchos años, porque es muy bonito ver a los niños con sus camisetas albiazules por las calles; pero me gustaría, si algún día se da la situación, ver a la gente apoyar de la misma forma si estamos en Segunda o más abajo”.
Sea como fuere, lo importante es disfrutar del presente y, por lo que parece, a esta familia todavía le queda mucho por vivir en el recinto ubicado en el Paseo de Cervantes. Luis y Roberto quieren que el Glorioso continúe siendo su nexo de unión y lo mismo piensa Oier, quien, pese a la tentación que podría suponer ir al fútbol con su grupo de amigos, prefiere hacerlo con su abuelo y su padre. “Me lo paso mejor con ellos, para qué te voy a mentir”, concluye con total sinceridad.