La visita del Deportivo Alavés a Son Moix tiene un valor especial para Luis García Plaza. Casi dos años después de abandonar Palma, el madrileño regresa este domingo a la que un día fue su casa, aunque esta vez como entrenador rival. Algo muy emotivo, claro está, pero que también supone un reto para él, pues, durante los más de 90 minutos que dure el encuentro, deberá hacer un fuerte ejercicio mental para aparcar todos sus recuerdos.
Y no será fácil, cabe mencionar. Aunque acabó en despido, como ocurre en la mayoría de casos, lo cierto es que la etapa de Luis García en Mallorca fue muy feliz. Llegó al conjunto balear, recién descendido a Segunda División, en la temporada 2020-21 y, pese al reto que suponía reemplazar a Vicente Moreno –artífice de dos ascensos consecutivos–, solo tardó unos meses en devolverlo a la élite, tal y como repitió con el Glorioso hace no mucho.
“Dejó un recuerdo entrañable en la isla. Llegó en un momento complicado y cuajó una temporada superlativa en la categoría de plata. Su forma de ser, por su cercanía y su capacidad para adaptarse a las mil maravillas al Mallorca, hizo que la afición le cogiera mucho cariño. Fue la figura que necesitaba el club para pasar página”, cuenta Alberto Cercós, periodista que sigue la actualidad bermellona en Fútbol Mallorca y la Cadena SER.
Aquel conjunto mallorquín de Luis García, según explica Alberto, se caracterizaba por ser “ordenado” y “serio”. También buscaba un fútbol “combinativo”, de “toque”, con la idea de “tener el dominio” del juego. Ese estilo funcionó “genial” en Segunda, pero no así en Primera, donde la historia fue “muy diferente”. Asimismo, como ocurre ahora en el Alavés, el madrileño no era demasiado favorable a hacer “cambios drásticos” en sus alineaciones.
Sobre la primera de sus dos temporadas al frente del Mallorca, la 2020-21, lo cierto es que los números hablan por sí solos. Los bermellones cosecharon 82 puntos y, gracias a ello, ascendieron e igualaron la travesía triunfal del Espanyol, el gran favorito al mantener en plantilla a futbolistas de élite como Diego López, Sergi Darder, Adrián Embarba o Raúl de Tomás. Los pericos, por cierto, fueron campeones debido al gol average particular.
En la máxima categoría, sin embargo, las cosas no le fueron también a Luis García, tal y como se ha mencionado. Pese a que la directiva mallorquinista recompensó su éxito anterior con paciencia, el madrileño no fue capaz de reconducir una mala racha, de seis derrotas consecutivas, entre febrero y marzo y, en cuanto se entró en puestos de descenso, optaron por cesarle para fichar a Javier Aguirre, quien acabó logrando la permanencia.
“Su marcha llegó en el momento oportuno. Lo digo con mucho dolor, pero prescindir de Luis era necesario. La dinámica era muy negativa, las jornadas iban pasando y el equipo iba en caída libre. No fue una salida precipitada, como ocurre en otros casos”, manifiesta Alberto. Para conseguir el objetivo, el técnico mexicano tuvo que sumar trece puntos en las últimas nueve jornadas. El Alavés, cabe recordar, acabó colista en aquella campaña.
Ahora bien, los malos resultados en Primera División no provocaron, ni mucho menos, que la afición balear perdiera su cariño hacia Luis García. “Su adiós fue muy especial. Pocas veces había visto a tanta gente ir a un estadio para despedir a un entrenador que no estaba dando con la tecla. Su imagen entrando a Son Moix, rodeado de mallorquinistas, es algo irrepetible, igual que su emoción en la rueda de prensa posterior”, admite Alberto.
UNA OVACIÓN MERECIDA
Es por todo lo anterior que este domingo, en los prolegómenos del duelo entre el Mallorca y el Alavés que dará comienzo a las 14.00 horas, Alberto espera un bonito recibimiento por parte de la hinchada local: “Como digo, Luis García dejó una huella muy importante en toda la afición bermellona, por lo que estoy seguro de que, una vez pise el estadio, la gente reconocerá su etapa aquí con una solemne, y muy merecida, ovación”.