La victoria que logró el Levante ayer en Vallecas, donde superó ampliamente (2-4) al Rayo de Andoni Iraola, no hizo que cambiara su destino de la próxima temporada, pero sí que tuvo cierta relevancia en la clasificación. Gracias a esos tres puntos en tierras madrileñas, con los que se despidieron de la máxima categoría, los pupilos de Alessio Lisci provocaron que el Deportivo Alavés vaya a terminar el campeonato en la última posición de la tabla sin importar lo que suceda mañana en su choque frente al Cádiz.

Un desenlace lógico, porque el Glorioso ha sido, salvo en momentos muy puntuales, el peor equipo de Primera División de largo y que, sin duda, merece reflexión en la entidad del Paseo de Cervantes. No tanto por el mero hecho de descender, que también, sino por la manera en la que ha ocurrido todo, pues, al contrario que a otros equipos, al conjunto babazorro le ha faltado muchas veces ese orgullo, trabajo, esfuerzo, honor y ambición que exige la afición por encima, incluso, de los resultados.

No es la primera vez, eso es cierto, que el Alavés termina colista, pero tampoco es algo habitual. En concreto, si se echa un vistazo a las clasificaciones históricas de la escuadra vitoriana se pueden encontrar hasta cinco ocasiones, cuatro en Segunda y una Primera División, en las que ha acabado el curso en la posición más baja de la tabla, lo cual representa una cifra bastante insignificante teniendo en cuenta los 101 años de vida que tiene ya el club a sus espaldas.

La última vez, por ejemplo, que se obtuvo tal resultado fue en la temporada 1963-64, cuando, con los vizcaínos Juan José Urquizu y Manuel Martínez en el banquillo del Paseo de Cervantes, únicamente se sumaron 16 puntos -las victorias valían solo dos- en las 30 jornadas de la categoría de plata, dividida por aquel entonces en dos grupos. Es decir, han tenido que pasar nada menos que 58 años para volver a ver al Glorioso finalizar una campaña como farolillo rojo.

De todas formas, no es necesario remontarse tan atrás en el tiempo para entender que este curso el Alavés ha estado muy lejos de las expectativas. Cuando se abandonó la máxima categoría en 2006, los gasteiztarras cerraron el telón con una puntuación bastante más alta (39 puntos) y, además, actuaciones mucho mejores. Y eso que, cabe recordar, la plantilla debía hacer un ejercicio mental extra para aislarse de lo que sucedía en los despachos, donde la situación cada día era más insostenible.

CONSECUENCIAS ECONÓMICAS

Ahora bien, que el Glorioso vaya a terminar la temporada siendo colista no afecta únicamente a su imagen deportiva. Este desenlace también tiene un impacto económico que, específicamente, supondrá ingresar 900.000 euros menos que el Levante, penúltimo clasificado -lo que supone una recompensa de 1,8 millones-, en concepto de derechos audiovisuales. Una cifra, eso sí, que no se percibe de manera repartida en cinco ejercicios.