El Deportivo Alavés aún tiene opciones de mantenerse en Primera División, pero, si la lógica termina imponiéndose y acaba la temporada en puestos de descenso, no va a ser por culpa de Julio Velázquez. El técnico salmantino aterrizó hace poco más de un mes en Vitoria-Gasteiz dispuesto a obrar el enésimo milagro albiazul y sus números, en comparación con los de Javi Calleja y, sobre todo, José Luis Mendilibar, están siendo lo suficientemente positivos -aunque, eso sí, con algunos matices-.

En apenas seis partidos, por los doce que dirigió el preparador de Zaldibar, Velázquez ha sumado, con nueve en su casillero, dos puntos más que este último. Además, en el caso de conseguir su propósito -que no es otro que ganar los dos encuentros restantes (Levante y Cádiz) para optar a la salvación-, igualará la cifra que alcanzó el entrenador madrileño en sus 18 jornadas al frente, lo que le permitiría, incluso si se consumara la desgracia, sentirse más que satisfecho por su trabajo.

Para llegar a esta situación, el salmantino se ha fundamentado en Mendizorroza. Allí, con el fiel apoyo de la afición, el Glorioso ha mostrado su mejor cara y ha sumado tres merecidas victorias (Rayo, Villarreal y Espanyol) que le han permitido no desengancharse de la pelea. Algo, cabe recordar, que parecía imposible cuando, a las órdenes de Mendilibar, los babazorros sumaron nada menos que siete duelos sin conocer el triunfo. Una racha que, a la vista también de la imagen del equipo, tal vez pudo haberse cortado antes de raíz.

Luego, en el plano futbolístico, el mayor logro de Velázquez está completamente relacionado con la faceta ofensiva. Pese a que continúan sucediéndose los errores en defensa, su Alavés pisa el área rival muchas más veces y lo hace con bastante peligro, lo cual había sido el principal quebradero de cabeza de sus predecesores. Y eso que, al contrario que los anteriores, él no se ha encontrado con la mejor versión de Joselu, quien debería aparecer en los últimos dos partidos para así tener aún más posibilidades.

Ahora bien, no todo ha sido positivo. Aunque, sin lugar a dudas, su fichaje fue una buena decisión, el salmantino ha sido incapaz de remontar la trayectoria del conjunto vitoriano lejos de Mendizorroza. Sus tres derrotas al frente del banquillo albiazul han sido a domicilio y, salvo en Son Moix, las actuaciones no merecieron mucho más. Especialmente, en Balaídos, donde sus pupilos ofrecieron una imagen paupérrima que, de no haber existido, habría permitido mirar la permanencia con otros ojos.

Solo falta ver si a la cuarta, ante el Levante en el Ciutat de Valencia, va la vencida y, de esta manera, el Glorioso consigue llegar a la última jornada con opción de seguir en Primera.