El 23 de abril de 2022 puede ser un día muy especial para Toni Seligrat (Torrent, 1968). Tras varios meses de mucho esfuerzo diario, una victoria es lo único que separa a su equipo, el filial del Deportivo Alavés, de lograr el ascenso a la Segunda RFEF, actual cuarta categoría del fútbol estatal y, además, heredera natural de la antigua -y perfectamente conocida por la afición babazorra- Segunda División B. Sin embargo, el técnico valenciano no está nervioso; sabe que, pese a la juventud de sus pupilos, ha formado un grupo extremadamente competitivo y está convencido de que, ante el Anaitasuna y en la Ciudad Deportiva José Luis Compañón (18.00 horas), van a ver recompensado todo el trabajo realizado, aunque, eso sí, cabe recordar que, salvo sorpresa, dos empates también le valdrían al Miniglorias.

Ya casi ha llegado el gran día, ¿cómo ha visto a la plantilla a lo largo de la semana?

-Están bien, la verdad, pero no mejor que en otras ocasiones. Este Alavés B ha trabajado muy bien durante todo el año y estamos intentando que esta semana sea una más.

No obstante, habrá notado algo más emocionados a sus futbolistas, ¿no?

-Es posible, pero, más allá de lo que haya podido observar, creo que nuestra labor es transmitir que no está todo hecho y que tampoco tiene que hacerse sí o sí mañana. Tenemos cuatro puntos de ventaja sobre el Portugalete, además de una importante superioridad en la diferencia de goles, y con dos puntos debería servir. Hay que evitar cualquier exceso de motivación o ansiedad, aunque, eso sí, vamos a ir a por la victoria.

Tal y como comenta, en ocasiones como esta es casi más importante hacer hincapié en lo emocional que lo futbolístico, porque esto ya se ha hecho con el transcurso del año.

-Sí, está claro. Obviamente, también debemos trabajar todo lo demás, como si fuera una semana normal, pero teniendo muy en cuenta ese plus efusivo. Cualquier abuso de confianza o falta de concentración puede ser determinante.

Una pena, por otro lado, que no se vaya a poder disputar el partido en Mendizorroza.

-Sin duda. Y muy grande, además. Sin embargo, no depende de nosotros y somos conscientes de que el club ha hecho todo lo que estaba en su mano. Entonces, tendremos que jugar en Ibaia, no nos queda otra.

La plantilla lo veía como un premio al gran trabajo realizado, supongo.

-Por supuesto. Un premio para nosotros y también para la afición, porque ha sido una temporada muy difícil por diversos factores -situación del primer equipo, covid-19, etc.- y tener la oportunidad de vivir el ascenso en Mendizorroza hubiera sido algo muy bonito. De todas formas, espero que los que puedan acudir a Ibaia disfruten del partido y nos apoyen.Teniendo en cuenta lo que se suele decir sobre los cambios repentinos de escenario, ¿cree que hubiera sido positivo en el aspecto futbolístico?

-Ha habido opiniones de todo tipo en el seno del club; algunos creían que podía ser beneficioso para los chavales y otros que no. Al final, se apostó por el sí, pero bueno, no va a tener ninguna incidencia esa decisión.

¿Se han sentido arropados a lo largo del curso por la afición?

-Creo que esa ha sido la única cruz de la temporada. No hemos tenido el calor de nadie en todo el año y, en consecuencia, no se ha contado con ese factor de local. En este sentido, hay que tener en cuenta que la capacidad de Ibaia es muy limitada -200 espectadores- y parte importante de esta la ocupamos nosotros mismos, los familiares de los futbolistas y algún que otro representante o director deportivo. Sin olvidar, por otro lado, las entradas gratuitas que se deben destinar a los equipos rivales. Entonces, te puedes imaginar la poquita gente que ha venido a apoyarnos.

Retomando el aspecto deportivo, ¿qué ha hecho el Alavés B para llegar a la situación en la que se encuentra?

-Ganar mucho; empatar poco, aunque no tan poco como nos hubiera gustado; y perder aún menos. Es decir, hemos conseguido que, en una liga muy competitiva, el equipo no haya dado casi nunca su brazo a torcer y que un grupo de chavales que venía de un año muy difícil -pandemia y descenso- se hiciera fuerte y se convirtiera en un gran bloque.

¿Qué es lo que más le enorgullece de lo conseguido en el plano futbolístico?

-No te podría decir una sola cosa. Quizás, si tuviera que aglutinar todo lo que hemos logrado en una sola respuesta, repetiría lo que acabo de comentar; esto es, el hecho de formar un equipo capaz de trabajar en conjunto. Para ello, eso sí, hemos tenido que encontrar una manera de entrenar, competir y jugar que permitiera crear un grupo ganador y con unos valores y principios acordes.

Una de las claves ha sido que todos los futbolistas han tenido sus oportunidades y, por ende, se han sentido parte del proceso. ¿Cómo ha gestionado esto?

-Bueno, hemos intentado aplicar la meritocracia. Quien lo ha merecido, ha podido jugar sin importar su edad o trayectoria. Lógicamente, a eso hay que sumarle que hemos contado con un grupo de chavales de nivel alto y bastante homogéneo. Toda nuestra plantilla, y también algunos juveniles, han ofrecido un rendimiento muy bueno y eso nos ha permitido que el equipo se haya resentido mucho menos ante las diferentes bajas. Buen ejemplo de ello es que ha habido partidos en los que se han cambiado hasta seis nombres del once titular y apenas se ha notado.

A lo largo de una temporada, es habitual pasar por algún bache de resultados y ustedes, sin ir más lejos, también lo tuvieron, pero supieron cómo superarlo. ¿Qué fue lo más importante en ese momento?

-Como dices, es normal tener picos de forma y de juego; es imposible mantener una línea estable y regular durante todo el año. En nuestro caso, creo que influyó sobremanera que nos tocase jugar en varios campos de hierba natural en época de mucha lluvia. Normalmente, preferimos ese tipo de terreno, pero el exceso de agua y de barro hizo que el talento, uno de nuestros mayores puntos fuertes, tuviera mucha menos relevancia. ¿Qué hicimos para salvarlo? Competir. Aunque sumamos varios malos resultados, los chavales no se vinieron abajo.

Por otro lado, ¿cómo se está viviendo en el vestuario la delicada situación del primer equipo?

-Desde el colectivo del filial, la sensación es agridulce. Hay muchos jóvenes que tienen la ilusión de llegar ahí arriba y, por fortuna, algunos están teniendo la oportunidad de formar parte de los entrenamientos del primer equipo. No obstante, nadie puede aislarse de su trayectoria en LaLiga, que no está siendo buena y repercute en el día a día de todos.

Además, si los resultados del Alavés hubiesen sido mejores, tal vez podría haber debutado algún jugador más del filial.

-Bueno, eso depende de muchísimos factores. Puede que hubiera ayudado, pero lo que seguro habría ocurrido es que el estado de ánimo de absolutamente todo lo que rodea al primer equipo -dirigentes, empleados, técnicos, futbolistas del filial, etc.- hubiese sido mucho mejor.

¿Calleja, Mendilibar o Velázquez le han preguntado, pensando en la posibilidad de que pudieran ayudar al primer equipo, por alguno de sus pupilos?

-He hablado con todos ellos, pero no con esa intención. Normalmente, cuando un técnico valora esa opción, la discute con la dirección deportiva y la coordinación de la Academia, no con el entrenador del filial. Aunque, como es lógico, sí que pueden contrastar algo conmigo.

En esa misma línea, ¿ve a alguno de sus hombres con el potencial para, en el futuro, dar el paso?

-Considero que tenemos varios futbolistas capaces de llegar al fútbol profesional. No sé si a Primera o Segunda División y tampoco hasta qué nivel dentro de ambas opciones, pero hay potencial. Ahora bien, todavía son jóvenes y van a necesitar seguir trabajando muchísimo a diario para que esa oportunidad se haga efectiva, porque, al contrario de lo que sucede en las mejores canteras, no son talentos superdiferenciales que van a lograrlo sí o también.