La filosofía de cantera del Deportivo Alavés ha evolucionado mucho en los últimos años. En concreto, desde que se fichó en 2017 a Mikel González, quien, nada más llegar al club de Mendizorroza, ayudó a instaurar las bases que permitirían, por un lado, proteger al talento local de las tentaciones cercanas y, por el otro, ampliar la visión más allá de la provincia. Algo que, aunque todavía no ha dado muchos frutos, se espera que sea muy beneficioso para la entidad del Paseo de Cervantes a lo largo de esta década.

Previamente, haciendo referencia a la frase popular que tanto han repetido los aitonas y las amonas, todo era campo. El Glorioso tenía a su fútbol base en las últimas posiciones de su lista de prioridades y, en consecuencia, varios jóvenes, incluso pese a ser alavesistas, optaron por abandonar el conjunto babazorro, que les había visto dar sus primeros pasos, en busca de un nuevo destino que les ofreciera mejores condiciones y más oportunidades para continuar con su desarrollo.

En este sentido, uno de los últimos jugadores que dejó Vitoria-Gasteiz fue Ander Guevara. Un centrocampista diferente, con buen trato de balón y dos etapas como albiazul, que “no pudo rechazar en su día la oferta de unirse la escuadra txuri-urdin”, según confiesa su aita a este periódico, y que este domingo, a las 18.30 horas en Anoeta, volverá a enfrentarse al Alavés, quien, una jornada más, necesita una victoria para asomar la cabeza en su lucha por la permanencia.

“La Real Sociedad contactó con nosotros cuando Ander estaba en su primer año de cadete en el Alavés. Entonces, tras valorar los pros y los contras, decidimos que su marcha a Donostia era la mejor opción porque la cantera babazorra, por la que yo había pasado, estaba muy por detrás de la de Zubieta. Sin olvidar, además, que allí, en Guipúzcoa, siempre se le había dado más importancia a los jóvenes que aquí, lo que me llevó a pensar que le cuidarían mejor”, cuenta Carlos Guevara.

Desde ese momento, el futbolista gasteiztarra fue subiendo escalones en las categorías inferiores de la Real hasta que, el 26 de octubre de 2017, debutó con el primer equipo en un choque copero frente al Lleida. “Creo que aquel día nosotros estábamos más nerviosos que él. Bueno, y lo seguimos estando cada fin de semana. Al final, como padre sufres mucho porque quieres que tu hijo juegue, lo haga bien, no se lesione y que, encima, gane”, recuerda.

Por fortuna para la familia Guevara, las cosas no le han ido nada mal a Ander, pues, más allá de tener la confianza de Imanol Alguacil -buena muestra de ello es que el curso pasado disputó nada menos que 38 partidos entre todas las competiciones-, ha coincidido con una de las versiones más potentes del conjunto txuri-urdin desde que arrancó el siglo XXI. Porque, además de pelear cada temporada por puestos europeos, los donostiarras también consiguieron alzarse hace muy poco con la Copa del Rey.

“Le he tomado el pelo más de una vez diciéndole que ha tenido mucha suerte, pero creo que no es casualidad. Su generación, la del 97, dominó en categorías inferiores con Oyarzabal, Zubeldia y Aihen Muñoz y, en la actualidad, está dando sus frutos también en la élite”, explica. Aunque, eso sí, esta realidad no ha derivado en una relajación por parte del centrocampista vitoriano, que no se conforma con lo que ha conseguido hasta ahora y se esfuerza cada día en mejorar sus puntos flacos.

“Ander tiene muy buena visión de juego y le admiro por ello. Ve el fútbol muy fácil, sabe a dónde lanzar cada pase y no duda a la hora de tomar decisiones. Aun así, él mismo es consciente de que todavía tiene margen de mejora y, si no, me tiene a mí para recordárselo. Bajo mi punto de vista -el de un antiguo defensa que llegó a debutar con el Glorioso en la división de plata-, le falta ser un poco más contundente en los robos e ir más convencido en las acciones por alto, pero cada día le veo mejor”, describe Carlos.

Ahora bien, a pesar de que el periplo de Ander Guevara con la Real está siendo muy positivo, ningún miembro de su familia ha dejado de lado su sentimiento alavesista y, en consecuencia, los derbis como el de este fin de semana siempre derivan en momentos para el recuerdo. “Siempre es muy especial cuando se enfrenta al Alavés. Nosotros siempre hemos ido a Mendizorroza y, cuando los horarios no coinciden, lo seguimos haciendo. Así pues, este domingo tendremos el corazón dividido una vez más. Sobre todo, teniendo en cuenta la situación tan delicada por la que está pasando el Glorioso”, admite.

eN EL FILIAL

No obstante, los Guevara no serán los únicos en esa situación durante el choque en Anoeta. También estarán muy atentos a lo que acontezca en el derbi los padres de Urko González de Zárate, quien, después de una década en la cantera babazorra, se marchó también a las categorías inferiores de los txuri-urdines para, en la actualidad, ser uno de los hombres clave de Xabi Alonso en el Sanse.

“Los partidos entre la Real y el Alavés son lo más. Aunque él ahora esté en Donostia, nos es imposible olvidar su etapa como albiazul porque fueron diez años muy entrañables. Le vimos crecer en Ibaia y creamos una relación muy bonita con los padres y las madres de sus compañeros. Por ese motivo, se produce una sensación extraña al ver que el actual equipo de tu hijo se enfrenta al que estuvo previamente”, manifiesta Mariló Quirós, la madre de Urko.

Tanto ella como el padre del central gasteiztarra son futboleros y han seguido al Glorioso muy de cerca, pero, al contrario que la familia Guevara, su pasión es más reciente. En concreto, esta nació cuando su hijo, con solo cinco años, dio sus primeros pasos en el balompié. “Empezó en la escuela del Alavés y ahí nos enganchamos. Antes, seguíamos los partidos por la radio, pero no íbamos al campo”, añade.

Por último, respecto a la decisión de marcharse a la Real (2016), lo cierto es que esta no fue sencilla. Los guipuzcoanos les llamaron después de un torneo autonómico y, tras varios días de reflexión y de conocer la filosofía de Zubieta, aceptaron la oferta porque suponía “un pasito más”. Algo que, de momento, Mariló considera que ha sido “muy positivo” y que le hace soñar con ver a Urko enfrentándose algún día al cuadro babazorro en Primera División.

Curso 2018-19

Pese a que su trayectoria como txuri-urdin ha sido muy positiva, Ander Guevara estuvo muy cerca de regresar al Deportivo Alavés en la temporada 2018-19, momento en el que Abelardo Fernández ocupaba el banquillo babazorro. “Hubo un ocasión, cuando él estaba en el Sanse, en la que me llamó Sergio Fernández para contarme que le había estado siguiendo y que le parecía un fichaje interesante para el ‘Glorioso’. Sin embargo, aunque existieron negociaciones y a ambos nos hubiera gustado que siguieran adelante, la Real le ofreció un contrato con el primer equipo y se paró su cesión”, explica Carlos.