La Navidad pasó hace varios meses, pero el Deportivo Alavés aún se empeña en disfrazarse de Olentzero cada semana. Una jornada más, la escuadra albiazul tuvo todo a su favor para sumar tres puntos importantísimos y, como ya hizo contra el Real Betis, volvió a dejar escapar la victoria con su incapacidad para cerrar el resultado y un error individual -riguroso, eso sí- que acabó siendo un regalo inesperado para un Cádiz inoperante y aburrido que no mereció llevarse nada de Mendizorroza.

El Glorioso dominó. No como había adelantado el Pitu, que en la rueda de prensa previa del encuentro comentó que su equipo saldría "a cañón", pero sí lo suficiente para maniatar al Cádiz y jugar casi siempre en terreno gaditano.

Es cierto que los de Álvaro Cervera no se sintieron incómodos en este escenario y supieron tapar sin demasiados problemas las pocas llegadas con peligro de los albiazules, pero acostumbrados a ceder el balón a cualquier rival, la imagen del conjunto gasteiztarra fue buena. Además, emergió en la banda derecha la figura de Facundo Pellistri. En su segundo partido como titular, el extremo uruguayo cedido por el Manchester United destacó por varios regates que sorprendieron a la zaga gaditana.

El premio a este control y esfuerzo llegó superada la primera media hora de juego en una mano de Salvi Sánchez que el árbitro señaló como penalti. Joselu, ese jugador que nunca se esconde -y eso que falló una pena máxima decisiva hace no mucho frente al Sevilla-, asumió la responsabilidad y colocó el 1-0 en el marcador. El de ayer fue su séptimo gol de la temporada y con él amplió la ventaja respecto a Lucas y Edgar, ambos con cuatro dianas.

El dominio vitoriano continuó -también en la segunda mitad-, pero el tanto de la sentencia no llegó y fue en la recta final cuando Manu García, en una disputa aérea dentro del área, golpeó a un jugador cadista y provocó, además del penalti que transformaría Álex Fernández, la expulsión que imposibilitó al Glorioso arriesgar en exceso en los últimos 10 minutos de encuentro. Por si fuera poco, los visitantes pudieron llevarse la victoria en un mano a mano desperdiciado por el delantero Malbasic que hubiera significado el despiporre definitivo.

En definitiva, este empate contra el Cádiz da por finalizada una semana negativa más para los intereses del Deportivo Alavés, que seguirá en descenso al acabar la jornada. Más allá de haber perdido cinco puntos en apenas seis días, lo realmente preocupante es en qué ha quedado ya el tan mencionado efecto Pitu. El balance actual con Abelardo en el banquillo es de una victoria -frente al Real Valladolid-, dos empates y seis derrotas, resultados más que insuficientes para un conjunto que quiere continuar la próxima temporada en la máxima categoría del fútbol nacional.

Es cierto que se está compitiendo en el terreno de juego -faltaría más-, pero de poco sirve si se es un castillo de naipes que se viene abajo al primer mínimo error. Arreglar este problema, que también estaba con Machín, era la gran aspiración de la secretaría técnica con el fichaje del Pitu. Objetivo que, a la vista está, no se ha cumplido. Y eso que la mayor fortaleza del entrenador asturiano siempre ha sido su capacidad de motivación y el control anímico del vestuario.

El conjunto vitoriano únicamente ha sumado cinco puntos desde que Abelardo llegó al banquillo hace nueve jornadas