Como el agua entre los dedos. Así volvió a escapársele ayer al Deportivo Alavés una victoria frente al Cádiz que se antojaba el imprescindible salvavidas que necesita El Glorioso para poder seguir respirando y que tuvo en la mano durante muchos minutos. Sin embargo, una vez más, al conjunto vitoriano le volvió a tocar ejercer de yunque y recibir el enésimo golpe de la temporada. Y fue precisamente Manu García, el que había advertido esta misma semana de esta circunstancia, el triste protagonista de la acción que condenó al plantel de Abelardo.

En un balón aéreo intrascendente el capitán saltó con Cala y el colegiado señaló un rigurosísimo penalti al entender que había golpeado con el brazo por detrás la cabeza de su par. Por si no fuera suficiente castigo, Díaz de Mera le mostró también la segunda cartulina amarilla, dejando al equipo en inferioridad en el epílogo. Alex Fernández no falló desde los once metros y agrandó todavía más una herida que, semana tras semana, aumentada de tamaño y parece imposible de cerrar.

Antes y pese a las urgencias máximas que arrastraba, el Alavés había encontrado la serenidad suficiente para arrancar el encuentro sin caer en un peligroso exceso de revoluciones. El cuadro albiazul, eso sí, salió decidido a tomar el timón y tratar de conducir la contienda hacia las aguas que más le convenían. De esta manera desde el primer momento dejó clara su apuesta por las bandas como mejor argumento ofensivo. Luis Rioja y Pellistri se convirtieron así en los estiletes con los que descoser la ordenada zaga del Cádiz.

Un cuadro gaditano que, a las primeras de cambio, tuvo que hacer frente a un serio contratiempo, la lesión del central Mauro. A Álvaro Cervera no le quedó más remedio que recolocar a Fali en el eje de la zaga y dar entrada al extremo Salvi para que actuara de improvisado lateral diestro. Mientras la retaguardia visitante se estaba reordenando todavía recibió el primer susto en un centro lateral que José Mari desvió al palo de Ledesma.

Fue Pellistri quien tomó el relevo con una buena internada en profundidad que, sin embargo, no redondedó con un buen centro. Tras unos minutos de pausa, el encuentro volvió a acelerar pasada la media hora. Lejeune buscó a Joselu con un envío largo y Ledesma falló en su salida dejando la pelota muerta a los pies del gallego que, sin embargo, no encontró la portería desde la frontal del área.

Esta acción reactivó al Glorioso que, apenas un minuto más tarde, se encontró con el premio que buscaba. Joselu buscó en profundidad a Rioja, el sevillano controló a la perfección de primera y recortó a Salvi en la frontal del área. El cadista, para evitarlo, se llevó el balón con el brazo y el colegiado señaló el correspondiente penalti. El nueve albiazul asumió la responsabilidad y, engañando a Ledesma, abrió el camino hacia la victoria.

Ambos conjuntos se concedieron una tregua hasta el descanso y el segundo período se inició con un perceptible cambio de decoración. El Cádiz salió dispuesto a abrirse más en busca del empate y el Alavés lo aprovechó para buscar la setencia a la contra. Disfrutó de varias oportunidades pero le faltó la puntería necesaria en los últimos metros. Lo que sí logró, en cualquier caso, fue evitar que su oponente se acercara con peligro a las inmediaciones de Pacheco.

Así se fue consumiendo el encuentro, con El Glorioso manteniendo el control y el conjunto visitante aparentemente resignado a regresar a casa de vacío. Pero cuando toca ser yunque los golpes llueven del cielo cuando menos se los espera y de esta manera llegó el penalti de Manu García que Díaz de Mera se sacó de la chistera. Todavía pudo ser peor el desenlace porque, ya con diez jugadores y el ánimo roto, el Alavés vio cómo Malbasic remataba en el área pequeña solo ante Pacheco. Por fortuna su disparo se marchó desviado y, al menos, el equipo gasteiztarra pudo rescatar un punto. A todas luces insuficiente ayer, aunque quién sabe si puede ser el inicio de un imprescindible cambio de sentido en los golpes.