- Si algo no se le pudo recriminar al Deportivo Alavés ayer fue el no haber sido valiente. El conjunto de Pablo Machín propuso una presión en campo rival desde el primer minuto y llevó adelante su plan hasta el final del partido. Sin embargo, presionar con el equipo muy lejos del propio área puede suponer un gran problema si no se ejecuta a la perfección y de manera ordenada. Y ese, desgraciadamente, no fue el caso del Alavés ayer en el Estadio de la Cerámica.

En los primeros minutos dificultó al Villarreal en la salida de balón, pero en cuanto los groguets se empezaron a soltar y los albiazules a perder energía, el enorme espacio existente entre la defensa visitante y Fernando Pacheco fue una factoría de ocasiones de gol para los locales.

El primer adelanto de lo que sería después el tópico del encuentro llegó a los doce minutos de juego, cuando ante una línea defensiva de seis jugadores, Edgar Méndez y Borja Sainz incluidos, Dani Parejo condujo el balón sin oposición, levantó la cabeza, vio el desmarque de Moi Gómez y con un pase por encima de la zaga lo dejó solo contra Pacheco, buscó el pase de la muerte y Paco Alcácer no llegó a rematar de milagro.

Poco después el que recibió a la espalda de la defensa fue Estupiñán, que obligó a Pacheco a lucirse, aunque el línea anuló la jugada por fuera de juego. Los entrenados por Unai Emery vieron que podían hacer mucho daño al Alavés por ese medio y un minuto después, en una jugada calcada a la que falló Alcácer en el minuto 12, Parejo encontró a Moi Gómez y este sirvió a Gerard Moreno para que anotara a placer. La defensa tiró bien la línea y el gol fue anulado de nuevo. El fuera de juego salvó al Alavés en dos ocasiones, pero a la tercera fue la vencida para el Villarreal. Mario Gaspar llegó a línea de fondo tras un pase al hueco, dio un centro raso sin oposición y Alcácer no perdonó al primer palo. Una vez abierta la lata, al Alavés no le quedó más opción que lanzarse al ataque y eso dio aún más facilidades al Villarreal, que pudo ampliar la diferencia. El error de Asenjo volvió a meter al Alavés en el partido y cogió a contrapié a los locales. El tal vez injusto penalti, irónicamente, hizo justicia a lo visto en la primera parte.

SIN REACCIÓN AL DESCANSO El equipo tuvo la oportunidad de corregir sus errores en el descanso, pero no fue así. Nada más regresar al terreno de juego, Estupiñán superó a la defensa albiazul con un buen desmarque, paró el guardameta y el rechace de Alcácer lo sacó Lejeune bajo palos. La presión en el comienzo de la segunda parte fue incluso peor que en la primera y fue una constante ver a Lucas Pérez lamentándose con los brazos abiertos por no conseguir recuperar el esférico y Deyverson cayendo a la banda, fuera de su posición natural.

Ante esa situación, la jugada que dio pie al tercer gol del submarino amarillo no sorprendió a nadie. Moi Gómez envió un globo a la puerta de atrás babazorra, Moreno mandó el cuero al palo por encima de Pacheco y Alcácer, atento al rechace, controló, recortó al portero alavesista y puso el 3-1 en el electrónico. Los cambios de refresco y la relajación del Villarreal impidieron que el marcador se ampliara. El Alavés deberá perfeccionar esa presión adelantada que se vio ayer en los próximos partidos si no quiere que los rivales le cojan la espalda con facilidad, especialmente si tienen pasadores de la categoría de Parejo.

Parejo y Moi Gómez se encontraron muy cómodos ante la falta de agresividad en el centro del campo y la defensa adelantada