- El catalán Pere Pons llegó el pasado verano a Vitoria como una de las grandes apuestas del Deportivo Alavés. Tras el descenso del Girona, su buen hacer durante las campañas precedentes le permitió situarse en el escaparate y El Glorioso estuvo atento para adelantarse a sus competidores. Entre los muchos cantos de sirena que llegaron a sus puertas el centrocampista terminó decantándose por la oferta de la entidad albiazul, que pagó traspaso por hacerse con sus servicios y le firmó un contrato de larga duración.

El inicio de la competición, sin embargo, no deparó buenas noticias para Pons. Asier Garitano no le incluyó entre su grupo de habituales en las formaciones iniciales y esta dinámica se mantuvo prácticamente inmutable durante toda la campaña. Pese a que las estadísticas indican que participó en treinta encuentros, la realidad es que únicamente en siete de ellos fue titular y apenas pasó los mil minutos de presencia sobre el césped (1082). Al igual que el nivel general de prácticamente todo el grupo, su aportación personal escasamente llegó al aprobado y la bajada de telón el pasado mes de julio dejó un inevitable regusto amargo.

Un escenario que, con toda seguridad, no se parecía en nada al que había imaginado Pons para su primera aventura fuera del calor de casa. Sin embargo, el periodo vacacional ha traído consigo un importante giro de guion que puede dar un vuelco a la situación del centrocampista en el Deportivo Alavés. Se trata, evidentemente, de la elección del nuevo inquilino del banquillo local de Mendizorroza por parte del club. Después de recurrir a López Muñiz en las cuatro últimas jornadas del pasado ejercicio para certificar una angustiosa permanencia, los rectores albiazules optaron por entregarle el timón de la nave a Pablo Machín.

Y es precisamente esta decisión la que abre de par en par las puertas de la ilusión para Pons. Porque perfectamente puede decirse que el entrenador soriano es el mejor aliado del futbolista catalán, con el que coincidió durante un exitoso lustro en el Girona en el que el crecimiento de ambos fue exponencial. Sus caminos se separaron hace dos veranos sin que a ninguno de los dos les haya ido demasiado bien desde entonces y ahora tiene lugar un feliz reencuentro en el que ambos confían en reeditar logros anteriores.

Porque todo apunta a que Pere Pons puede ser una de las piezas importantes del nuevo Deportivo Alavés que está comenzando a construirse durante esta pretemporada. En las cuatro temporadas que le tuvo a sus órdenes en el Girona -tanto en Segunda como en Primera División- Machín le concedió los galones para mandar en el centro del campo y los números no dejan lugar a dudas sobre la absoluta confianza que mantuvo en él. 40, 38, 35 y 31 partidos (todos menos uno como titular) disputó en cada uno de esos ejercicios, sobrepasando en tres de ellos los 3.000 minutos de juego.

En la escuadra gerundense el ahora alavesista actuó principalmente como pivote defensivo pero eso no le impidió aparecer también con frecuencia en acciones ofensivas llegando desde la segunda línea y abarcar mucho campo sin perder la posición, lo que le convertía en un seguro de vida dentro de un sistema de juego tan particular como el que acostumbra a emplear Machín. Si son capaces de reeditar esta sociedad en Vitoria, sin duda El Glorioso será el gran beneficiado.

La pasada temporada. Pere Pons llegó al Alavés el pasado verano después de que el club vitoriano abonase un traspaso al Girona. Durante su primer curso como albiazul ha jugado 30 partidos, aunque solo 7 como titual. En total estuvo 1.082 minutos sobre el césped y marcó un gol.

Con Machín. El técnico llegó al Girona en el epílogo del curso 2013-14, con Pons cedido al Olot. Pero a partir del siguiente curso se convirtió en un indiscutible en los esquemas del soriano. En la campaña 2014-15 jugó 40 partidos (3.527 minutos), 35 en la 2015-16 (3.068 minutos), 38 -en los que marcó dos goles- en la 2016-17 (3.325 minutos) y 31 en la 2017-18 (2.559 minutos), ya en Primera División. Solo en uno de estos partidos fue suplente.