- El peligro, en este caso con el nombre de descenso, está muy lejos. Cuando este argumento es el único al que puede agarrarse un equipo, es que la situación que atraviesa es ciertamente espinosa. Precisamente, la que representa un Deportivo Alavés hundido en la miseria y cuyo hálito de esperanza está más centrado a estas alturas en los males ajenos que en las bondades propias y en ese colchón de seguridad que se fue forjando en el anterior tramo de competición. Porque si durante toda la temporada había sembrado unas dudas que le habían sido imposibles de despejar y si al parón forzoso ya se fue dando la sensación de un quiero y no puedo aferrándose a Mendizorroza para eclipsar sus vergüenzas como visitante, el retorno a la competición ha tenido un ramalazo extraordinario -seguramente la mejor actuación de la temporada y la que puede haber atado la permanencia- y tres episodios a cada cual más tétrico. Metido de lleno en el túnel de los horrores, las actuaciones contra Espanyol, Celta y Osasuna entran por pleno derecho en uno de los peores seriales de la última década. Mucho ha penado el alavesismo -la actual época de esplendor es justo la contraria a la tendencia histórica del club-, pero los últimos tiempos estaban resultando, por norma general, bonancibles y esta caída libre no hace sino encender alarmas y rescatar de la memoria peligros que parecían olvidados. El margen de seguridad sigue siendo amplio y el espacio para la reacción es muy pequeño, pero la imagen que transmite este Glorioso es altamente preocupante.

Aunque no se pueden valorar con precisión dos espacios temporales con unas características tan diferentes, lo cierto es que el equipo de Asier Garitano -por cierto, su figura ha quedado ya severamente tocada y una continuidad que parecía un hecho con la salvación empieza a antojarse inviable- solo ha sido capaz de sumar una victoria y cinco puntos en sus últimos seis partidos, dos antes del parón y los cuatro que ha disputado desde el reinicio. Y cabe dar las gracias al gol de Rodrigo Ely en el último minuto contra el Athletic, ya que si no la mala racha se extendería a un triunfo en los últimos ocho encuentros.

Muy malos resultados y unas sensaciones que son peores todavía, con alguna pequeña excepción. El triunfo contra la Real Sociedad dejó una imagen que, visto lo visto, dista muchísimo de la realidad. Sobre todo si se tiene en cuenta todo lo que rodea a ese partido. Se venía de un serial a domicilio malo de solemnidad con derrota en Mallorca y empate en Leganés, pero desde la reanudación el rendimiento lejos de Vitoria ha sido peor todavía. Resistencia de aquella manera hasta hincar la rodilla ante el Espanyol y ridículo absoluto frente al Celta. Todos ellos equipos de la zona baja, tres de ellos incluso en puestos de descenso, a los que se regaló el oxígeno que hubiese supuesto la salvación albiazul. El último de los esperpentos, en el derbi del miércoles en Mendizorroza ante un rival que en la clasificación marchaba a la par como Osasuna. Una derrota ridícula en un partido en el que a los dos contendientes les sobraba el empate y el enésimo duelo directo resuelto de mala manera.

El Alavés dista mucho de la versión que aspiraba a alcanzar. Cuando la supervivencia se debería basar en la solidez defensiva, el entramado de contención ha hecho aguas con una asiduidad excesiva. Los errores de bulto de suceden sin solución de continuidad y los rivales cogen esos regalos encantados, lo que ha convertido al albiazul en el quinto equipo más goleado (46). En el otro lado del campo, todo lo que sea salirse de la dupla conformada por Lucas Pérez y Joselu es asomarse a un desierto. Veinte goles de los 31 que lleva el equipo (el sexto peor de Primera) hablan bien a las claras de la incidencia de los dos delanteros, pero la misma va mucho más allá de ese registro numérico. Sin Aleix Vidal que agitaba los partidos -Borja Sainz ha querido tomar el relevo, pero aún le falta continuidad-, los dos gallegos son casi el único recurso de un equipo que no tiene capacidad para desbordar y que lo basa todo en los desplazamientos en largo buscando a su dupla de referencia y en las opciones de unas jugadas de estrategia que no siempre pueden salir redondas. Datos que hablan de una caída libre que puede acabar siendo muy peligrosa.