El Alavés sufrió como nunca y regresó a casa con un punto muy valioso que incluso supo a poco, tal y como se desarrolló el partido. Tras una titánica resistencia en uno de los campos más exigentes de la máxima categoría, el conjunto vitoriano rescató un empate que bien pudo ser una victoria de no mediar un inocente error de Rubén Duarte cuando en una jugada a balón parado se había hecho lo más difícil. Para que el planteamiento de Garitano saliese a pedir de boca en tierras hispalenses, únicamente sobró esa mano izquierda separada del brazo a centro de Jesús Navas castigada con el punto fatídico por Del Cerro Grande. El lateral almeriense incurrió en un error impropio de un defensa curtido en mil batallas dejando al Alavés con la miel en los labios.

Sin embargo, nada puede empañar lo que ayer fue una de las versiones albiazules más serias y destajistas desde el arranque del curso. El Alavés condujo el partido a un terreno pantanoso que impidió floritura alguna a uno de los rivales más poderosos de la categoría en el apartado ofensivo. De poco o nada le sirvió a los de Lopetegui la posesión a lo largo de noventa minutos de dominio estéril porque las ocasiones brillaron por su ausencia.

El albiazul fue un cerrojo sin apenas fisuras en una jornada donde el Sevilla apenas encontró huecos para penetrar entre la tupida defensa de cinco hombres diseñada por Garitano. Consciente del escenario y de la identidad del rival, el técnico de Bergara cambió el dibujo para hacer del Alavés un bloque rocoso y bien estructurado que se le indigestó por completo a los hispalenses. Este objetivo se hizo realidad a sabiendas de que su rendimiento en ataque podría resentirse. Combinando una defensa por momentos adelantada y en otros tramos más pertrechado atrás sin dejar espacios entre unas líneas bien juntas, los albiazules entendieron a la perfección lo que demandaba un choque donde el desgaste a nivel físico sería mayúsculo.

Más allá del penalti transformado por Ocampos, el Sevilla generó el peligro justo. Pese a que el asedio fue importante en varias fases, sobre todo al inicio de la segunda parte cuando Lopetegui introdujo toda la artillería en el campo con Vázquez y los recién llegados Suso y En-Nesyri, el Alavés mantuvo la compostura e incluso lanzó alguna contra peligrosa que no fue bien finalizada.

Con el aceptable debut de Fejsa en la sala de máquinas -el pivote serbio abandonó el campo en el minuto 58 ante su poco ritmo físico-, el conjunto vitoriano no concedió prácticamente ni las migajas en el Sánchez Pizjuán, que comenzó a perder la paciencia con el paso de los minutos ante la alarmante incapacidad de los suyos para generar algo de peligro. El Alavés renegó del balón y también de la posesión, pero suya fue la oportunidad más clara de la contienda en los pies de un Joselu que no acertó a batir a Vaclik tras una perfecta dejada de Camarasa.

Ximo Navarro, de nuevo en el once tras cumplir la sanción, encarnó el óptimo tono albiazul a nivel defensivo. El granadino formó un perfecto tridente junto a Laguardia y Magallán, que varias jornadas después regresó al once inicial dejando igualmente alto el pabellón. En definitiva, un punto que refuerza la autoestima del Alavés, que aleja el descenso a seis puntos y necesita confirmar con un triunfo en Mendizorroza la buena dinámica como forastero de esta segunda vuelta. El Eibar se perfila como un rival propicio para alejar definitivamente los fantasmas en una campaña donde los de abajo siguen sumando al ritmo de una tortuga.