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1-0, minuto 14: Griezmann. Centro de Suárez que Navarro no acierta a despejar y el francés remata de derecha ajustado al palo.

2-0, minuto 45: Vidal. Apertura de Suárez a la derecha, donde aparece el chileno para sacar un derechazo cruzado y potente a la red. 2-1, minuto 56: Pons. Centro desde la izquierda de Duarte al área, donde aparece Pons solo rompiendo desde atrás para conectar un gran cabezazo. 3-1, minuto 69: Messi. Conducción del argentino rodeado de albiazules hasta sacarse un zurdazo ajustado al palo izquierdo desde la frontal. 4-1, minuto 75: Suárez, de penalti. Mano de Martin en un cabezazo de Suárez y el propio delantero marca el penalti de disparo a la izquierda.

Amonestó a Vidal (minuto 66), Umtiti (minuto 67), Wakaso (minuto 67), Martin (minuto 74), Ely (minuto 84) y Alba (minuto 88).

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Sacar un resultado positivo de un estadio como el Camp Nou requiere rozar prácticamente la perfección por mucho que el Barcelona esté lejos de atravesar por sus mejores días y, aunque el Deportivo Alavés estuvo lejos ayer de una versión suprema, tuvo un momento en el que le metió el miedo en el cuerpo a los culés. En el arranque de la segunda parte, una vez Pons había recortado las distancias que los goles de Griezmann y Vidal habían puesto en la primera parte, El Glorioso tuvo su momento para empatar aprovechando el desconcierto de un rival que ayer echó mano de una efectividad máxima para convertir en gol sus cuatro disparos en todo el partido y resolver así el conato de incendio que provocó el club vitoriano, al que se le escapó ese tren que solo pasa una vez para los humildes en este tipo de escenarios.

Garitano deparó un cambio evidente de sistema hacia un 4-2-3-1 -a la hora de defender se transformaba en el más habitual 4-4-2- para sumar muchas piezas en el centro del campo a cambio de perder uno de los dos delanteros. Pero, además, la variante táctica vino acompañada por la presencia en la zona ancha de hasta cuatro medios, con el debutante Javi Muñoz ejerciendo de mediapunta y Wakaso escorado a la izquierda por delante del doble pivote compuesto por Pons y Manu. En defensa, la sorpresa fue la suplencia de un Laguardia que no atraviesa su mejor momento. La idea era formar un tapón con dos líneas muy juntas que redujesen al mínimo los espacios, pero fracasó por completo por la acumulación de fallos propios con el balón que le permitían al Barcelona no ceder ni un solo metro de los que iba ganando. Esa imposibilidad para tomar oxígeno condujo a la acumulación de piezas en la frontal del área, que el Barcelona salvó filtrando balones a las espaldas de los centrales y aprovechando las pérdidas albiazules para generar peligro. Tras un par de avisos -uno de ellos, un gol anulado a Messi por fuera de juego milimétrico-, Griezmann abría el marcador a los 14 minutos al aprovechar un fallo de Navarro a la hora de despejar un pase de Suárez.

Con ventaja, el cuadro azulgrana activó el piloto automático y permitió el desahogo de un Glorioso que hasta ese momento había sufrido lo suyo. Ese ritmo cansino, como carente de intensidad -por momentos parecía el partido una exhibición navideña más que competición oficial-, de los culés permite alegrías si se sabe tratar bien el balón tras la recuperación y los alavesistas al menos pudieron sacudirse la sensación de sometimiento que padecían. En una buena contra, Wakaso no acabó resolviendo bien; mientras que en otra salida bien hilada una mano inexistente de Lucas que Melero López consideró que sí era evitó que Pons se plantase ante Ter Stegen. Cuando los de Garitano ya pensaban que se iban al descanso con mínima desventaja, Arturo Vidal se sacó un potente derechazo en la última acción del primer acto que le dio más renta de la que merecía.

Tras el receso, al menos el Alavés siguió creyendo y sacó partido de la relajación del rival. Con la entrada de Rioja para contar con un extremo izquierdo puro, los albiazules aprovecharon a la perfección los espacios para firmar una jugada de tiralíneas, en la que un poderoso centro de Duarte desde la izquierda lo cabeceó Pons a la red rompiendo desde atrás. Un 2-1 que metió el miedo en el cuerpo al equipo local, al que le temblaron las piernas. Un enredo de Ter Stegen casi acaba en un empate que a continuación pudieron firmar Vidal y Duarte.

El gran momento del Alavés en el Camp Nou pasó de largo sin alcanzar en el marcador a un rival que entonces se quitó las legañas y aprovechó el revuelo tras una decisión controvertida de Melero López -que mostró tarjeta a Umtiti y Wakaso en una acción en la que debía haber señalado falta del blaugrana, tras la que el juego se reanudó dando el balón al Barça- para ejecutar por mediación de Messi en una de sus típicas, y tan sencillas cuando él las ejecuta, conducciones con disparo desde la frontal. Casi de seguido, el videoarbitraje denunciaba una mano de Martin en cabezazo de Suárez y el propio uruguayo marcaba el penalti para conseguir el 4-1 ya definitivo en un ejercicio de remate de efectividad máxima -además, en momentos psicológicamente decisivos- que castigó en exceso a un Alavés que perdió el tren que le hubiese permitido puntuar.

El gerundense hizo una gran labor en el entramado del poblado centro del campo que dispuso Garitano y ofreció trabajo, salida de balón y llegada desde atrás con un gran gol.

Pegada mortífera La diferencia de calidad entre ambos contendientes fue la que determinó la derrota del Alavés ayer, pues el conjunto vitoriano disfrutó de tantas ocasiones claras como el Barcelona, pero los culés disfrutaron de un acierto pleno en el remate que les condujo a marcar cuatro goles en otros tantos disparos.

El momento perdido El cuadro albiazul fue capaz de sobreponerse al mazazo que supuso el 2-0 antes del descanso y a la vuelta del mismo recortó diferencias con el gol de Pons y estuvo a punto de conseguir el empate en tres ocasiones consecutivas que no pudo aprovechar.

El central cometió un error muy grave al no despejar un balón sencillo en la acción que culminó con el 1-0 dentro de un partido en el que sufrió bastante a nivel defensivo.