Vitoria - Una de las grandes cualidades que el Deportivo Alavés está exhibiendo en la presente temporada en su capacidad para mantener un elevado grado de concentración más allá de los noventa minutos que dura cada partido. La procesión no termina hasta que no pasa el último cura. O hasta el rabo todo es toro, en versión más castiza, si es que se puede. Si en tres ocasiones anteriores había destacado por marcar en el añadido del final de los partidos -también murió con su propio hierro cuando el derbi contra el Eibar parecía ya finiquitado-, el sábado ante el Valencia extendió ese veneno al tiempo de descuento de la primera parte. Queda claro que los partidos del Glorioso duran la hora y media reglamentaria y todo lo que cada colegiado quiera y que en cada uno de sus segundos puede ser mortal el equipo de Abelardo.
Aunque fue en el final de la primera parte, la explosión en Mendizorroza con el gol de Tomás Pina que supuso el 2-1 contra el Valencia supuso la misma explosión que si de seguido Medié Jiménez hubiese dictado la conclusión del partido y no solo el camino a los vestuarios. Ante la indignación de un Valencia que se quejaba de que se había superado en demasiados segundos ya el minuto de añadido que el colegiado catalán había dictado al cuarto árbitro y que este mostró en su tablilla, el Alavés volvía a evidenciar su capacidad para estar dentro de cada partido hasta la última milésima. En esta ocasión fue en el descuento de la primera parte, pero el gol de Pina fue tan decisivo como si hubiese sido en el añadido de la segunda, pues el marcador ya no se movería de nuevo a partir de entonces.
El Glorioso nunca se rinde es la máxima del club desde hace unos años, desde aquel milagro que concluyó con la memorable permanencia de Jaén. “Hasta el último minuto del último partido”, que decía siempre por entonces Manu García. Unos lemas grabados a sangre y fuego dentro del vestuario, como se ha comprobado ya en repetidas ocasiones recientes, con el ejemplo de la remontada en Girona del pasado curso en el estreno de Abelardo, y que supuso el volantazo decisivo para cambiar el destino del equipo, como ejemplo más claro.
El serial esta temporada arrancó con el gol en el descuento de Ibai Gómez en Valladolid que supuso la victoria en el estadio Nuevo Zorrilla. Burgui redondeó en Vallecas la mayor victoria como visitante del Alavés en su historia en Primera División también en el añadido. Pero, para memorable, el cabezazo de Manu García en el minuto 95 para tumbar en Mendizorroza al Real Madrid. - B. Mallo