Cuando Celedón desciende desde el campanario de la iglesia de San Miguel cada 4 de agosto se dice que en Vitoria la alegría viene del cielo y esa misma frase se le puede aplicar a un Deportivo Alavés para el que los balones colgados al área buscando la cabeza de los rematadores suponen una fuente de felicidad. El Glorioso es el equipo de Primera División que más goles marca de cabeza y ayer reencontró el camino hacia el fondo de la portería rival precisamente con un testarazo. Y no podía llevar la firma de otro jugador que no fuese Jonathan Calleri, un auténtico especialista en esta suerte. El argentino es toda una amenaza en el juego aéreo. Basta con fijarse en sus registros: sus cuatro dianas (Rayo Vallecano, Getafe, Villarreal y ayer contra la Real Sociedad), de cabeza. Si el Alavés es el mejor rematador de cabeza como equipo, el bonaerense comparte con Cristian Stuani a título individual la consideración de ser el más destacado en este sentido.

El gol de Calleri supuso el merecido premio a una puesta en escena excepcional por parte del equipo de Abelardo. El planteamiento se ejecutó a la perfección. Presión adelantada, dudas del rival en la salida del balón y espacios para correr a la contra. Tras un par de apariciones peligrosas en los dominios de Moyá, a la tercera llegó el acierto.

Borja Bastón, muy activo en el juego con dos delanteros, desbordó por la banda izquierda y desde allí sacó un centro preciso buscando la cabeza de su compañero de vanguardia en una zona a la que también se sumó Rubén Sobrino. El pase fue sensacional, pero que un buen servicio se convierta en asistencia depende del acierto del rematador. Ahí emergió imperial la figura de Calleri. Le ganó la partida a los dos centrales con su potencia en el salto, se elevó sobre ellos y conectó un testarazo potente y cruzado para evitar también al guardameta. Un remate soberbio.

En Donostia, la alegría para el Alavés vino del cielo. Nada raro para este equipo, que acostumbra a sacar mucho rendimiento del juego aéreo, ya sea con los centros laterales o a través de las acciones de estrategia. Los cuatro goles de Calleri suponen la mitad de los que los albiazules han conseguido mediante testarazos.

La serie la abrió Bastón -quien ayer dio su primera asistencia- en la acción que desembocó en el 1-1 contra el Espanyol. Posteriormente, Rubén Sobrino hizo de cabeza el que fue el momentáneo 0-1 en el campo del Levante. Y otro enorme especialista en el juego aéreo, Manu García, lleva ya dos tantos así: el histórico gol de la victoria contra el Real Madrid y el que abrió el marcador en el campo del Eibar.