Vitoria - La relación entre el Deportivo Alavés y Manu García continúa firmando capítulos y caminando hacia lo que muchos ya intuyen terminará siendo algo histórico cuando el futbolista cuelgue sus botas. El último de esos capítulos se produjo el pasado domingo ante el Villarreal, donde el centrocampista vitoriano jugó su partido número 230 con el conjunto albiazul desde que firmara por el club en el verano de 2012, es decir, hace ya siete temporadas. Su llegada a la entidad del Paseo de Cervantes se produjo después de un exilio con estaciones en el filial de la Real Sociedad, la U. D. Logroñés, el Eibar o el Real Unión. La efeméride cumplida ante el Sevilla no es baladí, pues sitúa al vitoriano en el top ten de albiazules con más partidos a sus espaldas. En este particular hall of fame, García es el octavo que más veces ha vestido la camiseta del Glorioso, precedido de históricos como Ibon Begoña, Karmona, Gorospe, Ibarra, Téllez, el también vitoriano Pablo y Astudillo con, de momento, 116 partidos más que Manu. Sin embargo, el mérito de éste último es doble e incluso triple, puesto que su relación con el equipo se remonta en el tiempo a cuando el Alavés militaba en Segunda B después de sufrir el, probablemente, período más negro de la historia del club con el ucraniano Pitterman como presidente.

Desde entonces, el vertiginoso crecimiento de este futbolista ha venido parejo del protagonizado por la entidad y el propio equipo, convertido en los últimos años a ojos del fútbol profesional en un ejemplo de gestión financiera y deportiva a partir de una masa crítica limitada y unos recursos económicos acotados que, curiosamente, también sirven para apoyar al Grupo Baskonia, cuyo máximo responsable, Josean Querejeta, también lo es del Deportivo Alavés desde hace un tiempo.

Más allá de ese contexto, Manu García ha firmado, entre otros, dos ascensos de categoría -de Segunda B a Segunda y de Segunda a Primera División- y alcanzado una final de Copa del Rey, un hito que ninguno de sus predecesores pudo conseguir en sus respectivas carreras. El pasado domingo, de nuevo en Mendizorroza, sopló 230 velas con la camiseta del Alavés en sus diferentes categorías y competiciones. La mayor parte de todos esos partidos como albiazul los ha cumplido en Segunda División, donde el capitán acumula 105 encuentros, seguido de los 69 en Primera División, los 37 de Segunda B y los 19 de Copa del Rey. De seguir la tendencia de las últimas campañas, donde el vitoriano siempre ha terminado por convencer a los entrenadores que han tenido que rendirse a su ascendencia sobre el grupo, su progresión podría acercarle al final de la temporada a los cien partidos de Liga como jugador de Primera División, un guarismo simbólico que le permitiría entrar en ese selecto Club de los cien como Peio Uralde -hoy uno de sus representantes-, Karanka, Aitor Ocio o De Marcos, vitorianos que, eso sí, desarrollaron sus respectivas carreras fuera de la órbita del Alavés.

gran capacidad de adaptación La efeméride de Manu coincide ahora con el mejor momento del Alavés desde la etapa gloriosa de Mané y con el propio futbolista, que acumula minutos y titularidades en el presente curso a pesar de la tremenda competencia que existe en el centro del campo, donde jornada tras jornada se tiene que batir el cobre con Tomás Pina, Wakaso, Brasanac y, en menor medida, Dani Torres para ocupar una de las dos vacantes o, como el caso del pasado domingo, tres si Abelardo apuesta por el trivote en la medular.

De una forma u otra, la capacidad de amoldarse a las circunstancias del capitán resulta asombrosa. Lo comprobaron en primera persona Natxo González, Bordalás, Pellegrino, Zubeldía, De Biassi, Cabello o el propio Abelardo, uno de los que más impulsó la renovación del vitoriano el pasado curso cuando parecía que su futuro se alejaba de Mendizorroza. No ocurrió así para la suerte del vestuario y el propio alavesismo, que desde hace años ubica al capitán en un lugar destacado de la historia albiazul. Un pedestal al que en estos momentos apenas se acercan Fernando Pacheco y Víctor Laguardia (menos de 145 partidos cada uno vistiendo la elástica albiazul), los únicos supervivientes junto a Manu del equipo que en la temporada 2015/16 lograron el ascenso a la máxima categoría con José Bordalás en el banquillo.

Albiazul hasta la 19/20 Después de varios meses de tirantices en una negociación que por momentos resultó sumamente áspera, el alma del Alavés renovó por fin antes del pasado verano. Lo hizo, como quería, por dos temporadas con opción a una tercera si en la 19/20 es capaz de disputar 25 partidos, un registro que a la vista de los resultados que viene cosechando en las últimas temporadas está al alcance de su mano. “Estoy muy orgulloso de seguir perteneciendo al club y de poder crecer con ellos”, resumió el vitoriano poco después de estampar la firma en su, quién sabe, último contrato como albiazul.