Vitoria - Tras el subidón emocional que supuso la goleada en Las Palmas que sirvió para certificar la permanencia, el reto del Deportivo Alavés es no levantar el pie del acelerador en los cuatro partidos que quedan por delante para el cierre de la temporada. Cierto es que el curso ya está salvado, con una nota muy alta teniendo en cuenta las circunstancias, pero Abelardo y sus pupilos aspiran todavía a mejorar su actual nota con una clasificación final que haga justicia a la histórica resurrección que El Glorioso ha protagonizado desde el desastroso primer tercio de la campaña. Además, para que la fiesta sea completa en Mendizorroza nada mejor que una nueva victoria ante un rival de campanillas como el Atlético de Madrid, que a pesar de tener su mente puesta en la Liga Europa siempre es un rival competitivo y francamente difícil de superar.
La plantilla alavesista quiere que el estadio del Paseo de Cervantes sea una gran fiesta antes y durante el encuentro de esta tarde, pero, sobre todo, quiere extender la alegría por la celebración de la permanencia más allá de los noventa minutos. Que el buen sabor que deja haber conservado la plaza en Primera División por tercera temporada consecutiva y decimocuarta en la historia del club no se amargue por un mal resultado y que conserve firma ese punto añadido de exigencia que el entrenador le ha pedido a sus jugadores en los cuatro compromisos que quedan por delante para echar la persiana a una campaña para el recuerdo por la gran gesta protagonizada en los últimos meses.
El Pitu no quiere que en su equipo aparezca la más que lógica relajación de todo aquel grupo de personas que ya saben que han alcanzado su objetivo. Y, conociendo los precedentes recientes de este equipo, parece bastante complicado que así vaya a ser. Si por algo se ha caracterizado el vestuario albiazul en su etapa reciente es por su enorme competitividad y los que salten al césped seguro que no se dejan llevar. Además, el propio técnico ya ha dejado claro con algunas de sus decisiones que quien no ofrezca el mínimo exigible lo va a tener bastante crudo. Y en juego, más que el presente, está el futuro de muchos futbolistas, ya sea en Vitoria o en los nuevos destinos que les aguarden.
Lo que es evidente, y así ha sido anunciado, es que las rotaciones serán un factor primordial en estos cuatro encuentros que quedan por delante. Algunas por obligación, como las marcadas por las cuatro lesiones (Carlos Vigaray, Rubén Duarte, Álvaro Medrán y Hernán Pérez) o por la sanción (Rodrigo Ely) que hoy arrastra el equipo; otras, por simple deseo del técnico de premiar a todos sus jugadores con minutos cuando muchos de ellos llevan varias semanas sin pisar un terreno de juego.
Con todo ello, el Alavés tiene claro que el guión a interpretar ante el Atlético de Madrid tiene que ser el mismo que le ha llevado a alcanzar su objetivo de la permanencia en unos últimos meses fabulosos. Solvencia y contundencia en defensa son ineludibles ante un oponente que, por mucho que tenga la cabeza puesta en la Liga Europa, siempre es competitivo. Y, en la ofensiva, tratar de sacar el máximo provecho de cada oportunidad -la ausencia de Jan Oblak puede facilitar la labor- ante una defensa que no se caracteriza por las concesiones y que tratará de aguar la fiesta de Mendizorroza.