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1-0, minuto 6: Bergara. Centro desde la derecha de Arambarri que cabecea Bergara, Pacheco despeja pero el rebote le golpea de nuevo al centrocampista y entra en la portería.

2-0, minuto 9: Molina, de penalti. Derribo claro de Diéguez a Molina y el propio delantero marca de disparo raso a la derecha. 3-0, minuto 53: Ángel. Balón en largo para el delantero canario, que se desembaraza de Alexis y Vigaray para marcar de disparo cruzado. 4-0, minuto 64: Ángel. Balón peinado por Molina hacia Ángel, que se aprovecha de un resbalón de Alexis para sacar un potente disparo desde la frontal al que no llega Pacheco. 4-1, minuto 81: Santos. Centro desde la derecha de Ibai y cabezazo cruzado arriba del delantero venezolano.

Amonestó a Diéguez (minuto 9), Djené (minuto 18), Antunes (minuto 32), Alexis (minuto 42), Wakaso (minuto 63) y Álvaro Jiménez (minuto 91).

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El Deportivo Alavés, y más desde la llegada de Gianni De Biasi al banquillo, se había convertido en un equipo rocoso, serio y, sobre todo, tremendamente competitivo. A esa imagen se había agarrado el alavesismo para recobrar la fe en este colectivo que había arrancado la temporada de manera desastrosa y por eso el enorme varapalo sufrido ayer en la visita al Getafe duele todavía más. Las señas de identidad de las que se venía haciendo gala se quedaron en alguna parte perdidas, pero nunca se vieron sobre el césped de un Coliseum Alfonso Pérez que se convirtió en una fiesta azulona de principio a fin. Frío y desordenado en el arranque, El Glorioso pagó su patética puesta en escena con dos goles en los primeros nueve minutos que fueron definitivos. Aunque lo peor estaba aún por venir, cuando en el inicio de la segunda parte los albiazules quedaron completamente descompuestos para sufrir una goleada que, incluso, se quedó corta para lo que se vio sobre el verde con un Alavés en versión desastre total.

Mantuvo De Biasi su idea táctica de los últimos partidos con el 5-3-2 y los retoques llegaron con el esperado regreso de Vigaray al lateral derecho y la recuperación en el sistema de tres centrocampistas de Medrán, que dio relevo a Wakaso -decisión inexplicable por mucho que hubiese estado con su selección- cambiando calidad por músculo en la zona ancha.

Independientemente de los nombres, lo que no se puede permitir de ninguna de las maneras es la puesta en escena que tuvo el equipo vitoriano, del todo impropia de un equipo profesional. El Getafe marcó a los seis minutos, pero es que antes ya había podido adelantarse perfectamente en el marcador. Un desconcierto defensivo de calibre mayor y una sucesión de golpes echaron por tierra la disposición de El Glorioso. Abrió la cuenta Bergara tras un centro lateral de Arambarri, un cabezazo del centrocampista y un balón rebotado en el propio jugador guipuzcoano tras despeje de Pacheco. Pero eso no fue lo peor, ya que en apenas tres minutos más, y tras una ocasión de Munir muy clara, Molina ponía el segundo en la cuenta azulona desde el punto de penalti tras un claro derribo de Diéguez.

Era imposible ponerse en un escenario peor cuando apenas habían transcurrido los primeros nueve minutos del encuentro. Un desastre absoluto como no se había visto antes. Y eso que no es difícil encontrar episodios esperpénticos esta temporada. Sin tensión competitiva alguna y con una colocación deplorable, la acumulación de defensas no generó otra cosa que el caos absoluto a través del desorden. Una situación inconcebible para un equipo para el que es vital asentarse sobre el buen rendimiento atrás.

Aprovechada su furibunda salida con mucho más rédito del que podía prever, el conjunto de Bordalás cedió balón y campo a los albiazules para tratar de ampliar su renta en el contragolpe. Ahí salió a relucir la inoperancia alavesista cuando se ve obligado a llevar el peso de los partidos ante rivales bien pertrechados atrás. Medrán quiso echarse al equipo a las espaldas, pero sin clarividencia en el pase; mientras que la únicas vías de peligro, escasas además, la ponían, como siempre, Pedraza con sus rupturas desde atrás y Munir moviéndose incansable de un lado para otro y recibiendo golpes constantes. A partir de ahí, la nada más absoluta. Ni una sola acción de peligro hasta el descanso, al que se llegó con el consabido 2-0.

Redibujó el equipo De Biasi tras el paso por vestuarios hacia un 4-4-2, con la entrada de Wakaso en el lateral izquierdo para adelantar a Pedraza al extremo y con Burgui en la diestra para abrir el campo. Un amago de reacción desde la pizarra que se quedó en eso, en amago,. Y es que en apenas ocho minutos, en otro contragolpe de tiralíneas con magnífica ejecución de Ángel -control, regate y disparo-, el Getafe conseguía el tercero.

A partir de ahí, El Glorioso se descompuso por completo ofreciendo una imagen tan deplorable como peligrosa a futuro. Caerse anímicamente de esa manera es todavía más peligroso que la propia derrota sufrida en sí. El Getafe campó ya a sus anchas ante unos albiazules completamente rotos y percutieron una y otra vez sobre la meta albiazul ante las facilidades que se encontraba en su ofensiva. Ángel marcaría el cuarto para los locales y Santos maquillaría un poco, un 4-1 incluso corto para la versión absolutamente desastre que ofreció el Alavés.

El único que puso sobre el césped lo que requería el partido, a pesar de tener que jugar como lateral izquierdo. Compromiso, actitud y ganas de empujar en todo momento.

Esperpento. El Alavés había destacado de la mano del italiano por su seriedad, buena colocación y seguridad defensiva, pero ante el Getafe naufragó por completo y fue un equipo timorato y perdido desde el primer minuto del juego. Más allá de lo doloroso de la derrota, que impide asomar la cabeza en un momento vital, las formas fueron las peores posibles sin oportunidad alguna de competir.

En este espacio podrían aparecer del primero al último de los alavesistas que ayer saltaron al césped del Coliseum Alfonso Pérez, pero el central brasileño estuvo especialmente mal.

Arranque desastroso. Tener quince días de entrenamientos sin partidos oficiales y protagonizar el arranque de partido que hizo ayer el Deportivo Alavés debería ser digno de algo más que un mero análisis. El Getafe encerró a los albiazules hasta conseguir marcar y en el siguiente contragolpe percutió de nuevo para poner en el marcador en nueve minutos un 2-0 ya insalvable.

Descomposición. El intento de reacción en el arranque de la segunda parte le duró ocho minutos al Alavés, los que tardó Ángel en conseguir el tercer tanto para el Getafe. A partir de ahí, el cuadro albiazul protagonizó un descalabro de calibre mayor y la goleada pudo ser incluso mayor.