Vitoria - El Deportivo Alavés llevaba con el pie cambiado desde que la temporada levantó su telón, pero en la jornada de ayer esa mala suerte que le venía persiguiendo de forma recurrente cambió por completo su habitual tendencia. El Glorioso echa de menos bastantes puntos que ha merecido y que se han ido por el desagüe, en ocasiones en situaciones rocambolescas o del todo inmerecidas, pero ayer no se puede quejar de que los hados le dieran la espalda. Un gol a los 45 segundos de juego, una expulsión más que rigurosa al borde del descanso y un ejercicio de resistencia con no pocos golpes, mucho desorden y demasiado sufrimiento dieron de sí para la primera victoria de la temporada en Mendizorroza en una tarde en la que por fin, los astros parecieron alinearse para que todo saliese de cara.
Considerando que la cosa había funcionado bastante bien contra el Valencia, optó De Biasi por no tocar demasiado el equipo y solo realizó un cambio por la obligada ausencia de Vigaray. Llevó a Alexis al lateral derecho y recuperó a Maripán para el eje de la zaga, manteniendo de esta manera el esquema 5-3-2.
Una de las peculiaridades de la alineación era su poderío en el juego aéreo y desde el principio buscó el Alavés este tipo de acciones. En la jugada inicial forzó un saque de esquina y, en la continuación y tras varios rebotes, el balón le cayó a un Santos que no dudó a la hora de ejercer el papel de ejecutor con una volea directa a la escuadra a los 45 segundos. Mejor, imposible.
Si ya de por sí es El Glorioso un equipo que tiene por norma ceder el balón al rival, con la ventaja en el marcador la tendencia se hizo aún más evidente. Los albiazules se afanaban en cerrar espacios, aunque no con la solvencia suficiente. El Espanyol se asomaba con asiduidad al balcón del área y encadenaba saques de esquina y falta, aunque sin llegar a encontrar el camino hacia la portería de Pacheco.
No era capaz el Alavés de amenazar al contragolpe y tampoco tenía la paciencia suficiente para amasar el esférico entre sus pies, lo que propiciaba que el viaje de vuelta de los pericos hacia el área local no tardase en repetirse. Eso sí, dentro de un partido con cada vez más interrupciones y disputas verbales y físicas -no se estaban repartiendo ni saludos ni caramelos, precisamente- entre los dos contendientes, el que ponía el peligro era el propietario del feudo, ya con disparos lejanos desviados o con un remate a media vuelta de Manu García rozando la cruceta. Hasta pasada la media hora no inquietaron los de Quique Sánchez Flores, con Pacheco deteniendo un cabezazo de Baptistao.
La defensa era por simple acumulación de piernas, completamente desbordada y sin ser capaz de cerrar las vías de agua que se le abrían en el casco. Pero, de nuevo, la moneda salió cara y en un balón alto el colegiado González Fuertes apreció que Hermoso golpeó a Manu García con el codo y le mostró su segunda tarjeta amarilla, más que rigurosa, propiciando la superioridad numérica local desde el minuto 40. Y, justo al borde del descanso, Pau López evitó la sentencia a disparo a la escuadra de Munir.
En el arranque de la segunda parte, el madrileño volvió a toparse con Pau en un duro remate, pero quien comenzó a ganar protagonismo de verdad fue un Pacheco que tuvo que intervenir constantemente ante las acometidas barcelonesas. Los visitantes convirtieron ya el partido en una ruleta rusa y los albiazules detectaron la situación de superioridad que se le abría en la banda derecha, por donde comenzó a aparecer con asiduidad el propio Munir apoyado por Alexis.
En todo caso, ni unos ni otros conseguían acercarse a sus respectivos objetivos. El Espanyol sufría lo indecible para alcanzar el área en un campo minado de piernas y dureza, mientras que el Alavés no acababa de encontrar el camino hacia la sentencia y por momentos coqueteaba en exceso con el riesgo por su incompetencia a la hora de dormir el juego mediante un mayor dominio del balón aprovechando la superioridad numérica.
En medio de una lluvia de golpes y una catarata de tarjetas -todo a cuenta albiazul-, Baptistao buscaba la igualada, mientras que en las botas de Wakaso estuvo la sentencia. Con toda la agonía y el sufrimiento del mundo, El Glorioso se fue a un final pleno de tensión. Pero era la tarde del todo de cara y apareció San Fernando en el descuento para salvar los muebles ante Sergio García y asegurar el primer triunfo del curso en Mendizorroza.
Gol tempranero. El Alavés consiguió marcar cuando solo se habían jugado 45 segundos y esa ventaja en el marcador acabó siendo fundamental en el desarrollo del partido, más aún cuando a los 40 minutos en Espanyol se quedó en inferioridad numérica por la expulsión de Hermoso.
Enorme agonía. A pesar de su situación enormemente ventajosa sobre el césped, el equipo albiazul sufrió lo indecible para llevarse la victoria. El Espanyol le generó problemas serios, Pacheco tuvo que dejar algunas intervenciones prodigiosas y fue incapaz de conservar el balón o aprovechar sus llegadas al área rival .
Excesivo sufrimiento. El Alavés se adelantó en el primer minuto con el gol de Santos y, tras la expulsión de Hermoso, jugó durante más de cincuenta en superioridad numérica, pero durante todo el partido estuvo atenazado por su necesidad de sumar la victoria. Incapaz de sacar ventaja de la situación y de dormir el encuentro o sentenciarlo, sufrió serios problemas y a punto estuvo de perder los puntos.