Vitoria - Christian Santos (Ciudad Guayana, estado Bolívar) es un futbolista que nació hace 29 años en Venezuela pero que se crió desde muy chico en Alemania. Fue su infancia el cúmulo de un rocambolesco periplo familiar que arrancó primero con sus abuelos gallegos haciendo las maletas en aquellos años del hambre hasta la próspera Latinoamérica y después sus padres, ya casados, haciendo lo propio por motivos laborales desde Venezuela hasta Alemania, de donde era oriunda la empresa en la que se ganaba la vida el patriarca de la familia. Por el camino nacieron dos chicas y el pequeño Christian, que a pesar de llevar en su adn los colores y el ritmo de una cultura como la venezolana, se siente profundamente germánico. Tanto en su forma de entender la vida como, por su puesto, el fútbol teutón, cuyas ligas menores conoce de sobra después de varias temporadas tratando de forjarse un nombre. Quizá sea por ese carácter tan férreo que marca el perfil de un alemán por lo que el actual delantero del Alavés haya sido capaz de rumiar en silencio su prolongada suplencia desde que llegó a Vitoria y poner en barbecho antes de explotar algunos de los episodios que le ha tocado sufrir de manera injusta con algún responsable de la entidad albiazul. Pero como quiera que su carácter tiende a ser más introvertido que lo contrario, evitó la confrontación, mantuvo su nivel de exigencia en el trabajo y aguardó paciente su oportunidad. Máxime cuando el pasado verano, con alguna oferta en firme para recalar en la primera división del fútbol francés, el club no atendió a razones e impidió su salida aún siendo consciente de que estaba devaluando su producto. Consciente de aquel tremendo error, trató el Alavés a última hora del mercado de agosto forzar su salida a Portugal o Turquía, pero entonces fue el propio jugador el que se negó en rotundo. “Christian llegó a España para triunfar en la liga española y no va a parar hasta conseguirlo”, sostienen desde entonces en el entorno del jugador.
A la espera de que ese éxito se produzca, el jugador ha seguido a lo suyo con trabajo, dedicación y entrega, esperando una oportunidad que en verano, en plena pretemporada, creyó más cercana que nunca cuando se convirtió en el máximo goleador del equipo que entonces dirigía Luis Zubeldía. Pero todo se torció o algo grave debió ocurrir porque el jugador, al igual que le pasó a Katai, pasó de tener un cierto protagonismo a tener un papel poco menos que residual en el equipo. Sin llegar a estar apartado del resto de compañeros como ya denunció hace días el serbio, Santos se pasó los primeros compases de la temporada asistiendo desde el banquillo o la grada a una alarmante falta del gol en el equipo. Tampoco la llegada de Javi Cabello tras la destitución de Zubeldía mejoró su panorama. Ni ante el Deportivo de la Coruña ni ante el Real Madrid, donde el equipo sí es cierto que mejoró su imagen, gozó el punta venezolano de la mínima oportunidad.
Tuvo que esperar a la llegada de Gianni De Biasi para subirse al último tren. Un transatlántico italiano que, de momento, está cumpliendo su palabra en lo referente al papel de los jugadores. Prometió en su puesta de largo empezar de cero con todos ellos, incluidos los conflictivos, y cumplió. Especialmente con su caso y el de Katai, dos de los más significativos. Con ellos da la sensación de que a pesar de haber disputado hasta el momento solo un puñado de minutos ante Levante, Real Sociedad, Betis y Getafe, han sido recuperados para la causa y que la figura de Sergio Fernández en este asunto ha quedado en entredicho.
Sea como fuere, es Christian Santos y su gol en el Alfonso Pérez a lo que se agarra ahora mismo el alavesismo, donde empiezan a escasear los recursos para agarrarse a una permanencia que esta temporada volverá a ser tremendamente barata. Porque si el pasado curso un recién ascendido como el Leganés se quedó en Primera con 35 puntos, es muy probable que dada la progresión actual la permanencia cotice incluso más a la baja. De momento para el Alavés el paso lo tiene a solo tres puntos. Un escenario increíble después de llevar firmados hasta el momento ocho derrotas y un solo triunfo. Pero a eso se agarra el equipo y el propio De Biasi, quien después de lo visto en los 35 minutos que Santos estuvo en el campo ante el Getafe podría plantearse una modificación de su variante más ofensiva con el venezolano como estilete -es el único delantero centro de esta plantilla- y Munir o Bojan como segundo punta, llegando desde esa segunda fila en la que ambos se sienten más a gusto.
nuevos espacios y verticalidad Con esta variante, el juego del equipo no sería tan estático ni desde luego quedaría reducido a la contención de efectivos en su propia área, como ocurrió en la primera mitad ante el Getafe. El hecho de contar con un especialista permitiría fijar a los dos centrales del equipo rival, lo cual serviría para abrir nuevos espacios y generar situaciones de superioridad por banda, siendo Munir o Pedraza dos buenos puñales que el Alavés debería exprimir. Por no hablar del juego de espaldas del propio Santos y la posibilidad de generar segundas jugadas. Elementos objetivos que De Biasi no debiera desdeñar ahora que la situación, dentro de la gravedad, puede ser reversible.