Vitoria - Se puede perder y se puede perder. En el fútbol, es posible perder en tu propio estadio por un contundente e inapelable 0-6 -como le ocurrió la pasada temporada al Alavés frente el Barça- y despedir ese día el alavesismo a sus jugadores con una histórica ovación después de la actitud y entrega demostradas. Pero se puede caer por la mitad de los goles que entonces -los que le endosó ayer el Villarreal, sin ir más lejos-, y reaccionar la afición a la conclusión del partido con una sonora pitada como respuesta a la alarmante falta de coraje, intensidad y actitud mostrada por los jugadores. Eso es lo que ocurrió ayer en Mendizorroza. Una balsa de apoyo incondicional durante 90 minutos a pesar de lo poco que ofreció el equipo que, sin embargo, minutos después perdió la paciencia y estalló como pocas veces se recuerda en las últimas temporada. Al grito unánime de “échale h..., Glorioso, échale h...” y con algunos conatos de pañolada en los fondos de Cervantes y Preferente -fueron muchos los aficionados que abandonaron el estadio nada más anotar el Villarreal su tercer gol-, los jugadores no tuvieron más remedio que asistir avergonzados en el centro del campo el monumental enfado del alavesismo, que a estas alturas de la película pide a gritos una reacción inmediata. Conscientes y apesadumbrados por el aliento recibido a cambio de tan poco, por no decir nada, la plantilla quiso agradecer públicamente a través de su entrenador el oxígeno regalado y, sobre todo, la paciencia mantenida hasta los instantes finales del día de ayer. “Quisiera felicitar antes de nada a nuestra afición porque ha sido brillante. No recuerdo a lo largo de mi carrera tanto aliento a un equipo ante un arranque tan malo. Lo mínimos que podemos hacer es eso, felicitarles por lo de hoy y rendirles tributo con alegrías pronto”, destacó el preparador argentino horas antes de su cese y antes de querer valorar la pitada con la que la afición despidió a sus jugadores tras firmar su cuarta derrota consecutiva. “Más que la silbatina (pitos) de la grada prefiero destacar el aliento de la afición, que es magnífica... Es diez veces más el aliento que lo otro, por eso he querido arrancar la conferencia de este modo porque es muy sorpresivo lo que nuestra afición es capaz de llevar a cabo”, abundó casi a modo de epitafio el argentino.
el himno, a capela Una prueba fehaciente del discurso de Zubeldía tuvo lugar en el minuto 71 del partido, con el 0-3 ya en el marcador y la sensación de un equipo entregado a la muerte flotando peligrosamente sobre el ambiente. Pues bien, en ese momento y como tantas otras veces ha ocurrido cuando la situación no es favorable, el alavesismo en pleno entonó a capela el himno del club, volviendo a generar el mismo y espectacular ambiente del pasado.