Vitoria - En el mundo del fútbol siempre se suele recurrir al queda mucho por delante cuando a las primeras de cambio las cosas vienen mal dadas, pero empezar una temporada a contrapié se convierte en un serio peligro que a los clubes no les gusta nada. Los malos resultados provocan intranquilidad y que las dudas comiencen a surgir en torno a los nuevos proyectos. Y, en muchos casos, se acaba aplicando aquello de que mal acaba quien mal empieza. El Deportivo Alavés no quiere convertirse en protagonista de tan macabra afirmación, pero la derrota sufrida en Leganés -por el fondo y por las formas- le ha dejado en una situación delicada a las puertas de la visita del Barcelona a Mendizorroza. Aunque en esto del fútbol la lógica no es imperante, no sería de extrañar un nuevo tropiezo el sábado que desembocase en un casillero a cero justo en el primer parón de la competición. Un escenario que, de producirse, encendería las alarmas en el seno de un Glorioso que se metería de lleno en un arranque de curso mucho más complicado de lo que ya era de por sí de antemano sobre el papel.
Que el Alavés ha llegado cogido con alfileres al arranque del nuevo curso es algo que a nadie se le escapa, pero existía cierta confianza en, con esos mimbres aún escasos, puntuar en el desplazamiento a Leganés y tomarse estas dos semanas -con el partido ante el Barça de por medio- hasta el reinicio de la competición como fase para completar la puesta a punto y cerrar la plantilla con los últimos retoques de calidad. El severo varapalo sufrido en Butarque ha cambiado las tornas de manera evidente y la preocupación se ha instalado ya de manera prematura en el seno del club.
Todo podría cambiar este sábado con un buen resultado ante el equipo de Ernesto Valverde, pero la lógica, aunque en tantas ocasiones ajena al fútbol, no señala en esa dirección. Si las cosas se desarrollan de manera normal, el conjunto vitoriano se puede ir al primer parón de la competición con el casillero en blanco. Sin ir más lejos, la pasada campaña sin estar todavía en las mejores condiciones fue capaz de sumar dos puntos -empates ante Atlético y Sporting- que le dieron una dosis importante de calma a Mauricio Pellegrino para seguir trabajando.
Hace un año, con toda la reestructuración del proyecto, resultó bastante entendible que el Alavés llegase apurado de tiempo al inicio del nuevo curso. Pero, con todos sus problemas, entonces llevaba los deberes mucho más adelantados de lo que los tiene en estos momentos, ofreciendo la sensación de que el toro le ha pillado desprevenido.
Una apuesta muy común entre los clubes más modestos en la máxima categoría es alcanzar el arranque del nuevo curso con el trabajo muy avanzado para tratar de ganar en las primeras semanas de competición puntos que luego serán más complicados y tranquilidad para no verse desde muy pronto en la zona baja de la clasificación. Para ese fin, se apuesta por cerrar el núcleo duro de la plantilla con celeridad buscando la conjunción temprana de las piezas y realizar una puesta a punto enfocada a que los jugadores se encuentren en agosto y septiembre ya cerca de sus máximos.
Una plantilla con carencias Es evidente que el Alavés no se encuentra en esa senda. Y no por haber elegido otra, sino por el simple hecho de que le ha resultado imposible tener la plantilla que quería a estas alturas. La alineación que presentó Luis Zubeldía el pasado viernes en poco debe parecerse al que finalmente determine el técnico argentino como su once de cabecera, pero poco más y mejor tenía entonces donde elegir. Lo demás, el juego ramplón y triste, se puede considerar consecuencia directa de lo anterior porque poco positivo hubo para rescatar del estreno.
La mayor preocupación, no obstante, viene marcada por los serios problemas que el director deportivo se está encontrando a la hora de finiquitar una plantilla a la que le falta un lote de jugadores muy importantes. Ningún equipo de Primera lleva la confección de su proyecto tan retrasada como el conjunto vitoriano, con el Barcelona representando la excepción con sus problemas para cerrar contrataciones pero con una nómina de estrellas que ya pasa por encima del resto con la única excepción del Real Madrid. No es que falten un par de fichajes para cerrar el equipo como les ocurre a la mayoría, el problema radica en que los tres o cuatro futbolistas -si no acaban siendo todavía más al final- que aún están por llegar tienen que ser piezas vitales en los esquemas de Zubeldía.
Hay nerviosismo en los despachos del Paseo de Cervantes en este sentido. Han fallado de forma inesperada opciones marcadas como prioridades, el mercado no ofrece en estos momentos demasiadas alternativas de garantías a los futbolistas que se esperaban y los precios en los que se está manejando el zoco veraniego resultan en muchos casos prohibitivos para un club que está tratando de aligerar fichas y salarios para acometer esfuerzos muy importantes en los días que vienen por delante hasta el 1 de septiembre.
estado de nerviosismo Y es que si, como es previsible, el Alavés se marcha con cero puntos al inminente parón, la necesidad de comenzar a sumar con celeridad al regreso a la competición será ya perentoria. El riesgo de caer a los puestos de peligro desde el arranque del curso se pretende evitar a toda costa porque todo el mundo es consciente de que eso solo significa nerviosismo y el que entraría en serio peligro en caso de que no existiese reacción sería el propio Zubeldía.
Un problema que ahora se atisba grave pero que, en todo caso, quedaría resuelto si El Glorioso consigue hacer saltar la banca en su duelo del sábado con el Barcelona.