vitoria - Atrás quedaron aquellos veranos donde el Alavés ultimaba su puesta a punto encerrándose en Bagneres de Luchon, un pequeño pueblo enclavado en plenos Pirineos franceses ideal para cumplir el objetivo, que no era otro que trabajar sin distracciones y, de paso, meter en dinámica a los nuevos jugadores que por aquellos tiempos firmaban con el Glorioso, un recién llegado a Primera División después de varias décadas perdido por Segunda B y Segunda. Eran aquellos días de finales de los 90 los elegidos por Mané para sentar las bases de su proyecto deportivo. Una forma de entender el fútbol que se basó desde un principio en el sacrificio y el compromiso colectivo como vías innegociables para poder competir y codearse con los mejores. Humildad y austeridad como señas de identidad -los jugadores de aquellos días recordarían después con tono jocoso a aquel vetusto hotel donde se alojaban como el de “los horrores”- que aceleraban el aterrizaje de los nuevos refuerzos. Jordi Cruyff, que para entonces ya había disfrutado de los encantos y comodidades de clubes como el F.C. Barcelona y el Manchester United, también recordaría después de aquellas pretemporadas tan primarias en la montaña le permitieron volver a sentirse futbolista. Casualidad o no, la realidad es que los resultados al final de esos cursos pusieron de manifiesto el acierto del técnico de Balmaseda a la hora de preparar a los diferentes grupos que fue formando durante su larga trayectoria en el Alavés.
Años después, huelga decir que el fútbol y su metodología han cambido sobremanera pero no la filosofía y el compromiso, que en un deporte cada vez más copado por clubes que son multinacionales, continúa dando lugar de vez en cuando a algunos milagros imposibles de explicar si no se tira, precisamente, de esa serie de intangibles como son el compromiso y el orgullo. El Alavés de la pasada temporada tiró de todos ellos para conventirse en el conjunto revelación de la Liga (9º con 55 puntos) y, como premio, colarse en su primera final de la Copa del Rey, que perdió ante el Barça por 3-1 en aquel histórico 27 de mayo en el Calderón.
Como quiera que los objetivos este curso son igual de humildes -la permanencia en Primera División por encima de todo-, la puesta en escena y el carácter competitivo resultan innegociables. Lo sabe de primera mano el club, su afición y Luis Zubeldía, el último en llegar, que a partir de hoy dispondrá de la tranquilidad que reporta una concentración lejos de Vitoria para terminar de perfilar a su equipo, ajustar cuantos sistemas pretenda poner en liza y, de paso, hacer piña en un vestuario con demasiadas caras nuevas de cara al inminnente estreno liguero ante el Leganés. El Alavés se concentra desde ayer y hasta el próximo 9 de agosto en la urbanización La Finca Golf Resort, un cinco estrellas ubicado en el corazón de la zona rural de Vega Baja, a pocos minutos del pequeño pueblo alicantino de Algorfa y en la misma ruta cultural de capitales como Orihuela, Elche, Murcia y Cartagena. Acostumbrado a recibir equipos de fútbol profesionales, el emplazamiento pone a disposición de la expedición albiazul todo cuanto necesite para sacar el mayor partido a su estancia. Desde aquí, precisamente, apuntalará los tres encuentros amistosos que le restan antes del comienzo del campeonato. El primero tendrá lugar el próximo domingo, 6 de agosto, ante el Levante en el estadio Martínez Valero de Elche. Tres días después, y de regreso a Vitoria, parará en Madrid para medirse al Leganés en Butarque, precisamente el rival contra el que debutará en Liga, y el 12 de agosto, sábado, pondrá el punto final en Barakaldo contra el Athletic.