Madrid ? Solo faltaba San Prudencio. Y uno de esos días de lluvia persistente, nubes densas y temperaturas que reclaman más el abrigo que las bermudas que suele regalar el santo meón cada 28 de abril. Prácticamente con un mes de retraso, las campas de Armentia se trasladaron ayer a Madrid convertidas en Araba Hiria, a un parque de la Cuña Verde al que el alavesismo subió y bajó masivamente ?los cálculos hablan de alrededor de 25.000 personas desplazadas con el equipo? como si se tratase de un día de romería. Los tradicionales paraguas, que no hubiesen venido del todo mal a efectos de sombrilla, se cambiaron en esta ocasión por una marea de camisetas, bufandas, pañuelos y banderas albiazules. Pero, por encima de todo, el elemento indispensable ayer era cualquier elemento susceptible de convertirse en una gorra que cubriese la cabeza del insoportable sol capitalino. El calor, incrementado aún más con el avance de las horas y la acumulación de personas según transcurría la jornada, provocó un enorme sufrimiento a una población de la capital alavesa poco acostumbrada a temperaturas en las que el tres es el primer dígito. “¡Qué calor!”, exclamaba la máxima cabeza visible del alavesismo, un Josean Querejeta que durante su recorrido por todo Araba Hiria recibía los parabienes de los aficionados que allí se congregaban desde primera hora. Estos tuvieron que soportar el celo policial con registros minuciosos, pero tuvieron la ventaja de poder cambiar sus euros por Glorias con esperas. Los que fueron llegando después, justamente vieron cambiar el escenario: entrar no suponía ningún suplicio ?el perímetro era tan grande que se podía entrar por cualquier sitio sin vigilancia y vendedores de alcohol ambulantes hicieron su particular agosto?, pero sí lo era la espera bajo la solana para conseguir la moneda oficial del club, el único reproche que se le puede hacer a la organización que solo habilitó seis ventanillas para atender a millares de personas.Los aficionados dedicaron los primeros minutos en la estancia para investigar a través de los diferentes puntos habilitados para disfrutar de actividades. Muchos probaron su puntería en el golf, otros aprovecharon para disfrutar de un afeitado con barbero profesional, otros escribieron sus mensajes de ánimo al equipo, mientras que el mayor reclamó fue el espacio que medía los decibelios del tradicional ¡Alavés, Alavés, Alavés! Eso sí, los puntos más buscados ni siquiera dependía de la organización, ya que no hubo zonas más cotizadas que las escasas de sombra bajo los árboles.multitudinaria kalejira La jornada se fue calentando en la más amplia expresión de la palabra. Con la masificación y la subida de las temperaturas, el calor comenzó a hacerse insoportable. Las barras habilitadas como bar se llenaban cada vez más y tocaba echar manos de recursos de futbolista marrullero, como los codazos y los empujones. Los árbitros ?un grupo disfrazado? que por allí pululaban hacían la vista gorda ante el ejercicio de búsqueda desesperada de hidratación.En la pantalla gigante se sucedían momentos históricos del club y también de la presente temporada.Por ejemplo, impresionante fue la algarabía que se montó cuando apareció en imágenes el gol de Theo al Athletic. Ya con la carpa en punto de ebullición, En Tol Sarmiento y Potato hicieron que la caldera alavesista hirviese con su música.Según se iba acercando la hora del partido, poco a poco los aficionados fueron desalojando ese parque de la Cuña Verde que será eternamente recordado por el alavesismo. Una larga caminata de bajada hacia el Vicente Calderón que encararon primero los más veteranos. Los más jóvenes, por su parte, optaron por apurar los últimos tragos y sumarse a la kalejira de Iraultza 1921. Una vez más, el grupo de animación lo dio todo de sí con un despliegue espectacular y propiciando un ambiente brutal de camino al campo, con los himnos que han compuesto para animar al equipo resonando a lo largo de toda la ribera del Manzanares.La fiesta previa se terminaba. Y ahí la victoria alavesista era ya una realidad. Un equipo que ha traspasado ya el terreno de la cordura para pasar al de los sentimientos con una romería por Madrid que se recordará para siempre. l