Vitoria - El Deportivo Alavés abandonó ayer el césped de Mendizorroza con la sensación de impotencia de quien sabe que ha tenido ante sí la oportunidad perfecta de ganar y que se ha ido sin casi poder intentar hacerse con los tres puntos. En muchas ocasiones ha sido su escasa puntería el mal que ha afectado este Glorioso, pero en el derbi de ayer contra el Eibar lo que falló fue el proceso creativo que lleva a ponerse frente a la portería rival con opciones de hacer gol. Se quedó en blanco el equipo de Mauricio Pellegrino por decimotercera vez en lo que va de curso, pero lo más grave es que llegó a ese desenlace después de haber jugado durante cerca de una hora contra diez oponentes, un tramo en el que apenas fue capaz de generar ocasiones claras.

Precisamente, la expulsión de Asier Riesgo a los 25 minutos de juego fue, a la postre, una mala noticia para los intereses alavesistas. El portero, antes de su absurda roja, ya se había metido en serios apuros en un par de ocasiones por la presión de Deyverson y, a la tercera, ya no hubo solución. Eso sí, poco antes le había salvado a Camarasa la acción más clara del partido, un mano a mano que el valenciano erró al tratar de colarle el balón entre las piernas al guardameta armero.

Entró Yoel en el campo, lanzó Ibai Gómez la falta al larguero y prácticamente ahí se acabó la ofensiva albiazul hasta el tramo final. Los centros laterales, el recurso principal y casi único de este equipo, eran imprecisos o no encontraban buenos remates. Camarasa volvió a disfrutar de un cabezazo que se le fue alto y el resto de acciones no supusieron esfuerzo ninguno para el nuevo portero eibarrés.

La entrada de Romero no aportó solución alguna y Katai ya llegó demasiado tarde. La ocasión postrera, en la bota izquierda de Deyverson, la salvó Lejeune bajo palos para corroborar que el Alavés había sido anulado por un rival mermado.