La noticia de la marcha de Roberto Olabe eclipsó la desagradable resaca del derbi vasco y cayó como un bombazo entre la afición txuri-urdin. La reacción más extendida fue la de sorpresa y desconcierto, al no resultar normal que la gran apuesta de futuro del club, fichaje por el que Jokin Aperribay se autodeclaraba en su momento “entusiasmado”, solo había llegado a cumplir seis meses de las tres temporadas que firmó en el mes de septiembre.

Lo curioso del caso es que, pese a la enorme incertidumbre que se respira en el entorno, ningún representante blanquiazul haya salido a ofrecer explicaciones y solo se haya remitido al escueto comunicado del lunes por la tarde, en el que se aludía a unas “cuestiones personales” para justificar la salida del supuesto nuevo “responsable de todo”.

Lo peor de todo es que parece que el Consejo no tiene ninguna intención ni se siente en la obligación de salir a explicar los pormenores de lo sucedido. Algo bastante grave cuando existen muchas cuestiones en este asunto que no tienen demasiada lógica. Empezando por el hecho de que Olabe presentó su carta de dimisión a principios del mes de enero y no se aceptó ni se confirmó públicamente hasta este lunes.

Como suele ser habitual cuando se esgrimen unos ambiguas “cuestiones personales” en una decisión de tanto calado, no han tardado en aparecer los rumores sobre cuestiones incluso del ámbito familiar, algo absolutamente falso. Tampoco han sorprendido los rumores sobre posibles ofertas de otros clubes para incorporarse a su organigrama cuando en lo único que piensa es en tomarse unas vacaciones y disfrutar de su familia después de casi cinco años de trabajo sin descanso en la Academia Aspire en Doha. Esto no significa que le vayan a faltar propuestas para volver a trabajar cuando quiera, ya que su prestigio está fuera de toda duda, como quedó demostrado con los elogios que recibió la Real cuando anunció su contratación.

El motivo por el que Olabe ha salido del club es única y exclusivamente porque no se ha cumplido con lo prometido y acordado en las reuniones previas. A pesar de la enorme ilusión que le hacía regresar, tal y como confirmó en su presentación, el propio exportero albergaba ciertas reticencias de que le fueran a conceder plena libertad para acometer las novedades que pensaba implantar en la Real.

El exdirector de fútbol, puesto que crearon expresamente para él con la intención de colocarle por encima sin degradar al director deportivo, se ha encontrado con un muro impenetrable en el organigrama técnico. Como informamos ayer, una de las promesas que le habían garantizado era la no renovación de Loren. Como ha quedado claro, Aperribay, que siempre ha vivido muy cómodo bajo el paraguas de su figura, que le ha protegido de muchas críticas, tiene intención de prorrogar su vinculación en junio. Pocas veces lo ha tenido tan fácil para asegurarle una decorosa salida de la entidad, aderezada este curso con su poco habitual notable acierto en los refuerzos. Ahora, con la dimisión de Olabe, el director deportivo vuelve a estar señalado. Eso sin entrar a valorar que la Real cambió su forma de jugar y empezó a brillar justo cuando llegó Olabe, ya que Eusebio no utilizaba esa fórmula ni el año pasado ni en pretemporada.