El Deportivo Alavés sobrevivió ayer a un Málaga que se mostró superior en la segunda parte y que disfrutó de sobradas ocasiones para llevarse la victoria, pero las mismas vinieron propiciadas por un desastroso arbitraje de un Alberto Undiano Mallenco que encadenó una serie de errores flagrantes que perjudicaron seriamente las opciones del conjunto vitoriano. El árbitro navarro, no hace tanto tiempo considerado como uno de los mejores de Primera División, lleva un tiempo de capa caída y cometiendo fallos muy graves, como la colección que dejó ayer y de la que el perjudicado en todo momento fue el equipo de Mauricio Pellegrino, que, pese a ello, fue capaz de llevarse la victoria.

El catálogo de desaciertos comenzó cuando la primera parte atravesaba su ecuador. Luis Hernández se confió a la hora de controlar un balón que le arrebató por detrás Camarasa, el valenciano se internó con ventaja en el área cuando fue agarrado por la camiseta por el central del Málaga. Un penalti clamoroso que debería, además, haber conducido a la expulsión del defensa -era el último jugador-, pero que se quedó en nada.

En esa primera parte, el colegiado navarro ya dejó sin castigar unas cuantas acciones del equipo local que, por su contundencia, deberían haber sido sancionadas con cartulina amarilla. No tuvo tantas contemplaciones para amonestar a Feddal en la primera acción punible de la segunda ni tampoco para expulsarle poco tiempo después.

Pero antes de esa expulsión ya había cometido Undiano Mallenco otro par de errores graves. El primero, no aplicar la ley de la ventaja en un derribo de Camacho a Deyverson que fue seguido de un pase del brasileño a Edgar, que se quedaba solo ante Kameni. Posteriormente, dejó sin castigo un empujón sin balón de Sandro a Raúl García -que podía haber conducido además a una tarjeta roja si se llega a considerar agresión- que bien pudo haber propiciado el gol del Málaga, ya que el delantero se encontró toda la banda libre y acabó encontrándose en su remate con pacheco y el palo.

Además, justo en la acción que condujo a la segunda amarilla a Feddal -las dos rigurosas si se tiene en cuenta que no aplicó el mismo rasero al equipo local-, el extremo tinerfeño había sufrido una falta que tampoco fue señalada. Un desastre absoluto al que sobrevivió el Alavés.