Vitoria - Probablemente nunca una lesión haya sido tan dulce como la que sufrió al filo de las once de ayer Edgar Méndez. Porque el canario fue el gran protagonista del histórico encuentro que sirvió para que el Deportivo Alavés certificase su primera presencia en una final de la Copa del Rey firmando un cuarto de hora de auténtica gloria. El mediapunta permaneció en el banquillo hasta el minuto79 sufriendo al igual que el resto de albiazules por la incertidumbre del resultado. En ese instante Mauricio Pellegrino le dio la alternativa sustituyendo a un agotado Toquero. Y apenas necesitó comenzar a sudar para inscribir su nombre con letras de oro en la casi centenaria historia de la entidad del Paseo de Cervantes.

En el minuto 82, la presión alavesista logró recuperar un balón en la zona central, Camarasa peinó la pelota en la frontal del área y Edgar le ganó la partida a toda la zaga viguesa para hacerse con el balón y con cuatro toques sutiles ir deshaciendo uno a uno de todos los integrantes de la misma. Ya solo quedaba el último obstáculo y el canario recurrió a la sutileza para superar a Sergio Álvarez con un golpeo cruzado que se alojó en la red a la izquierda del guardameta celtiña.

Ese gol desató lógicamente el éxtasis pero todavía quedaba por delante un agónico epílogo de la contienda en el que El Glorioso necesitaba guardar como oro en paño su preciado botín. En ese escenario la frescura física de Edgar se antojaba una notable ayuda para tratar de desactivar las acometidas visitantes y buscar la sentencia definitiva en una contra letal.

Así lo entendió el conjunto vitoriano y en primera persona el futbolista canario pero, desgraciadamente, cuando comenzaba una arrancada desde el círculo central hacia la portería gallega tuvo que detenerse bruscamente cayendo sobre el césped. Nunca el lenguaje gestual fue más claro. Pierna izquierda inmóvil y la mano en la parte posterior del muslo tratando de aliviar el intenso dolor que produce la temida pedrada. En definitiva, lesión muscular y la imposibilidad absoluta de seguir en el campo.

Era el minuto 93 -y todavía quedaban unos cuantos de descuento por delante- y, afortunadamente, Mauricio Pellegrino todavía tenía un cambio por hacer. Alexis salió a la carrera para ocupar el hueco de Edgar y tras una agonía que parecía interminable por fin Mateu Lahoz decretó el final del partido abriendo de par en par la puerta de la primera final de la Copa del Rey para el Alavés.

Un desenlace feliz que, lógicamente, hizo que, como por arte de magia, desapareciesen todos los dolores en la pierna de Edgar. El canario ha pasado a la historia albiazul con el gol de anoche y todavía puede hacerse un hueco aún mayor si conserva en la final su acierto. Porque fue nada menos que el cuarto (antes anotó en los dos duelos ante el Dépor y en la vuelta contra el Nàstic) de su cuenta particular en el torneo del K.O., lo que le convierte en el pichichi del equipo. Ojalá siga la racha en el Calderón.