Gijón - A Mauricio Pellegrino hay que ponderarle muchas cosas a lo largo de la presente temporada y una de ellas es su capacidad para haber conformado un equipo cohesionado en el que el estilo no depende de quiénes jueguen. Ayer, recurriendo a la segunda unidad, el Deportivo Alavés consiguió en su visita al Sporting tres puntos que le sirven para dar un paso de gigante hacia la permanencia. Mientras la mayoría de los jugadores más habituales en los planes del técnico velaba armas pensando en el decisivo encuentro del miércoles, sus compañeros firmaban una actuación soberbia sobre el césped de El Molinón. Con nombres diferentes a los de costumbre, El Glorioso firmó una enorme actuación, con seguridad en defensa y pegada arriba para sentenciar una victoria que solo quedó oscurecida por los dos goles del Sporting al final.
No es sencillo mantener en ritmo competitivo a todos los componentes de una plantilla larga, pero, en este sentido, el torneo copero ha resultado fundamental. La alternancia de partidos de las dos competiciones y la idea de Pellegrino de ir variando de jugadores en cada uno de ellos ha permitido que todos los integrantes del vestuario se encuentren a estas alturas con un elevado ritmo competitivo. Precisamente, eso fue lo que demostraron ayer esos jugadores que no suelen tener tantas oportunidades en Liga, pero que han sido los responsables de llevar al Alavés hasta las semifinales de la Copa del Rey.
Quizá el equipo que sacó ayer de inicio Pellegrino no tiene el potencial físico que exhibe el más habitual, pero en cuanto a talento y calidad técnica poco o nada tiene que envidiarle. Futbolistas como Toquero, Camarasa o Manu García son excepcionales en cuanto a esfuerzo y son claves para entender el estilo aguerrido de este equipo, pero ver sobre el césped a otros como Katai, Krsticic y Sobrino, por no hablar del recién llegado Romero, cuando pueden disfrutar con el balón en los pies resulta una delicia.
Pero, lo más importante, estos futbolistas de un perfil más técnico fueron capaces de vestirse ayer con el mono de trabajo. Ahí radicó la clave del triunfo. Se cortocircuitó el juego del Sporting, se montaron ataques en situaciones ventajosas y, para variar significativamente la tendencia, se resolvió en las llegadas. Aunque la mitad de los cuatro goles llegaron desde el punto de penalti y se erraron unas cuantas ocasiones claras, el caudal ofensivo fue muy importante y recordó a esa facilidad con la que se resolvió la eliminatoria contra el Nàstic.
Ya a lo largo de todo el curso, el equipo había evidenciado que los pequeños retoques a los que le venía sometiendo semanalmente Pellegrino no alteraban en nada su rendimiento en la competición liguera. Ayer, el equipo que ha conducido al Alavés hacia las semifinales de Copa también dio la cara en un partido en el que el conjunto vitoriano dio un paso de gigante hacia la salvación.