vitoria - Pocos días de fútbol se han visto en Vitoria durante los últimos tiempos como el que ocurrió en el día de ayer. Desde primera hora de la mañana las calles céntricas de la capital alavesa dejaban ver alguna zamarra albiazul que otra, incrementándose el número a medida que se acercaba el mediodía. Como es tradición, en el Casco Viejo es donde mayor concentración de aficionados hubo, siempre acompañados del vermú con su pintxo correspondiente, aliados imprescindibles a la hora de amenizar el prepartido. La fiesta continuó con los estómagos llenos, pero no pudo ser alentada por el corteo inicialmente previsto del grupo Iraultza 1921, que suspendió la colorida marcha.

En las inmediaciones de Mendizorroza se produjeron colas para entrar hasta noventa minutos antes del comienzo del partido, una aglutinación de aficionados apenas vista antes en el estadio vitoriano. El Paseo de Cervantes era completamente albiazul a excepción de -todo hay que decirlo- alguna elástica blanca. Y si las calles estaban teñidas de alavesismo, Mendi no iba a ser menos. Ni un alfiler cabía en las 19.840 localidades del estadio, que presenció su primer lleno de la temporada. No calló la afición alavesista durante los noventa minutos de juego, ya fuera para animar a los babazorros, para intimidar a los vikingos, especialmente a cierto delantero portugués, y, sobre todo, al colegiado del encuentro, protagonista de numerosas acciones polémicas en forma de penaltis de dudosa naturaleza y amonestaciones a diestro y siniestro que terminaron por soliviantar al respetable, que al menos en un par de ocasiones, y al unísono, entonaron el ya clásico “Así, así, así gana el Madrid”.

Sin embargo, de nada sirvieron tan ímprobos esfuerzos porque el Real Madrid, al poco, se encargó de matar el partido. Primero con el 1-3 de Morata y, finalmente, el 1-4 de CR7, algo que crispó el ambiente en un sector puntual del estadio entre aficionados de ambos equipos, sin llegar a mayores.