vitoria - Conforme avanza la temporada y se acerca el tramo definitivo de cualquier torneo, el balón comienza a aumentar de peso misteriosamente hasta terminar convirtiéndose en una suerte de pelota medicinal que cuesta lo indecible desplazar. Al mismo tiempo, los músculos de los deportistas empiezan a agarrotarse como consecuencia de la falta de oxígeno e inesperados nubarrones nublan la clarividencia de su mente. Suelen ser los efectos más comunes de lo que vulgarmente se conoce por presión y, en ocasiones, ejercen de inmisericordes jueces. El exalbiazul Jorge Valdano dejó para la historia la definición del fútbol como un estado de ánimo y, sin duda, de este factor dependerá en gran medida la suerte del Alavés en lo que resta de curso. Porque el combinado de Bordalás afronta las ocho últimas jornadas del campeonato en una situación envidiable para cualquiera pero que le obligará a demostrar una buena dosis de temple si no quiere ver cómo se desmorona todo el excelente trabajo anterior.
Es a partir de este momento cuando se ponen las notas finales en función de la consecución o no de los objetivos planteados y un exceso de ansiedad o precipitación puede priver del ansiado sobresaliente. Aunque lo cierto es que El Glorioso parece bien aferrado a la senda que conduce hacia el éxito sin dejarse despistar por las distracciones que se cruzan por el camino.
De esta manera, ha sido capaz hasta la fecha de aguantar prácticamente sin inmutarse el desgaste de ocupar las primeras posiciones de la clasificación casi desde que se desataron las hostilidades. Ni tan siquiera cuando ha atravesado por periodos de menos acierto en los que los resultados positivos no llegaban ha mostrado síntomas de debilidad. Muy por el contrario, ha exhibido una confianza granítica que le ha permitido aguantar la presión a la que le han sometido sus perseguidores durante los últimos meses. Pese a sus intentos por minar la moral albiazul y tratar de provocar la caída del plantel de Mendizorroza a base de hacerle sentir su aliento en el cogote, los de Bordalás han mantenido firme el rumbo.
Algo extremadamente difícil y de enorme mérito teniendo en cuenta, además, que el equipo no estaba diseñado para pelear abiertamente por el ascenso directo y que se ha encontrado en esa tesitura de manera un tanto inesperada. Pero, en cualquier caso, al Deportivo Alavés todavía le resta lo más difícil, el definitivo examen final en el que tendrá que mostrar aún más tranquilidad si cabe.
Porque, más allá de los aspectos estríctamente futbolísticos, lo más importante probablemente a estas alturas para que el combinado del Paseo de Cervantes sea capaz de alcanzar el sueño del ascenso será su capacidad mental. Una fuerza que le permita no caer en el desánimo si su situación comienza a complicarse y, al mismo tiempo, tratar de trasladar a sus adversarios la sensación de que alcanzarlo es misión casi imposible. En este punto de la competición la cabeza es la que sostiene a las piernas en la mayoría de los casos y en ello debe continuar trabajando un Alavés que no ha dado muestras de flaqueza hasta el momento.
Resistencia. El Alavés acumula ya muchas semanas en posiciones de ascenso directo a Primera y en este tiempo no ha dado muestras de debilidad pese a la persecución de sus rivales.
Presión. El equipo tendrá que soportar mucha en lo que resta de Liga para poder conseguir el objetivo de regresar a la élite.
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Finales tiene por delante el combinado de José Bordalás, que tendrá que mantener la cabeza fría para no cometer errorres que podrían costarle caro.