Vitoria - Los partidos del Deportivo Alavés fueron una catarata de goles -tanto marcados como recibidos- en un arranque de temporada que fue frenético en este sentido y que se presentaba como insostenible a largo plazo. Era imposible mantener el elevadísimo ritmo goleador que en las primeras jornadas exhibió el cuadro albiazul y, por ello, José Bordalás comenzó a hacer entonces especial hincapié en la necesidad de mejorar un rendimiento defensivo que en muchos momentos hacía aguas a consecuencia de las alegrías ofensivas del equipo. El Glorioso ha descubierto el equilibrio en unas últimas comparecencias en la que ha tirado del manual histórico de los clubes importantes de Segunda División para rebajar al máximo los tantos encajados y, así, sacar el máximo rendimiento de un ataque que no es tan brillante como hace unas semanas pero que ahora se ha vuelto tremendamente efectivo en forma de puntos.

Tras tres victorias encadenadas han repetido un mismo guión de portería a cero y un solo tanto a favor, pero desde hace unos cuantos partidos el Alavés lleva apostando por la eficiencia por encima de los artificios. Así, la solidez defensiva se ha convertido en patrón de referencia tras un arranque de curso en el que el conjunto albiazul se mostró excesivamente poroso. Los 270 minutos que encadena ya Fernando Pacheco sin recibir un tanto son una clara muestra de esta mejoría. Quince tantos ha recibido el extremeño en lo que va de curso, pero más de la mitad (8) los sufrió en unas cuatro primeras jornadas (en realidad en tres partidos, ya que ante el Oviedo quedó imbatido) muy negativas en este aspecto.

El cuadro albiazul ha ido mejorando posiciones en la relación de equipos menos goleados al mismo tiempo que ha ido perdiendo puestos en el de los más goleadores. Lejos quedan también esas jornadas iniciales en las que el equipo era como un volcán en erupción. Así llegaron nueve dianas en las cinco primeras jornadas, una media que ha quedado reducida prácticamente a la mitad en los diez siguientes compromisos, que salen a gol por partido. Eso sí, si de la relación se quitan los seis tantos marcados a Osasuna y Córdoba, las cifras demuestran que al Alavés le cuesta ahora más perforar la meta rival.

Precisamente es el duelo saldado con victoria ante el Córdoba el que marca el cambio definitivo en la tendencia y a partir del cual el equilibrio entre una defensa segura y un ataque más sosegado se hace más evidente. Dicho compromiso acabó con triunfo albiazul con un gol en tiempo de descuento, pero también sirvió para dejar claro que no todos los días iba a sonar la flauta como aquella noche. Necesitar tres tantos para ganar en casa era una situación insostenible.

Desde entonces se han disputado cinco partidos en los que el balance alavesista es de tres victorias, un empate y una derrota. Sin duda, el mejor balance del curso. Y en esos cinco encuentros, el conjunto de Bordalás ha marcado cuatro goles (tres le han servido para ganar y el otro para empatar) y solo ha encajado tres (uno supuso un empate y los otros dos una derrota). Unas cifras muy equilibradas por lo bajo, que reflejan un cambio de tendencia y que otorgan una relevancia máxima a cada tanto conseguido al recibir muy pocos golpes por parte de los rivales.