vitoria - Apenas se han disputado las tres jornadas iniciales del campeonato pero el Deportivo Alavés no aguanta más. Lo que tras los dos primeros capítulos ligueros era un runrún al que puso altavoz con moderación José Bordalás se transformó el domingo, por obra y gracia de la actuación del colegiado Ruipérez Marín, en un incontenible tsunami de indignación. Y al igual que cuando se trata de contener a la naturaleza sin éxito, El Glorioso explotó. Lo hizo, eso sí, a través de cauces civilizados y expresando su descontento manteniendo las formas pero, en cualquier caso, dejando claro a través de un gesto prácticamente sin precedentes en Mendizorroza que no está dispuesto a continuar siendo el malo de la película.
Antes de que se cumplieran veinticuatro horas del encuentro ante el Llagostera, el club de Mendizorroza remitió una carta -firmada por su presidente, Alfonso Fernández de Trocóniz- al Comité Técnico de Árbitros en la que muestra con rotundidad su descontento y detalla pormenorizadamente los motivos que le llevan a sentirse “seriamente perjudicado”.
Aunque en la misiva -dirigida específicamente al presidente del comité, Victoriano Sánchez Arminio- únicamente se hace referencia al duelo de la tercera jornada, lo cierto es que el malestar en la entidad albiazul (y su entrenador) era palpable desde el arranque del campeonato y eso fue la gota que colmó el vaso de la paciencia.
El principal argumento sobre el que se basa el escrito del Deportivo Alavés es la sucesión de “errores técnicos” que a su juicio cometió el colegiado castellano-manchego, todos los cuales “tuvieron una incidencia fundamental en el resultado”. Así, por ejemplo, detalla que el conjunto de Bordalás “terminó el partido con nueve jugadores, con dos expulsados, siendo únicamente dos tarjetas amarillas por juego violento, ya que el resto, lo fueron por manos o por formular observaciones. No hubo ningún insulto ni nada similar, siendo el comportamiento de los jugadores ejemplar”.
También hace especial incidencia, como es lógico, en las dos jugadas que determinaron en gran medida la suerte del choque, las expulsiones de Carpio y Manu García. De la primera dice que “obviamente se trató de una decisión que marcó el rumbo del partido y errónea ya que el balón no golpea en ningún momento en la mano del jugador, sino el cuerpo, con lo que no existe ni mano ni voluntariedad”. Por lo que respecta a la segunda, el Alavés considera que “igualmente se trató de una decisión equivocada, por cuanto en dichas manos no existe en ningún momento componente de voluntariedad, siendo imposible la desaparición del jugador de la jugada”.
Tras continuar detallando los errores del árbitro y confirmar la presentación de recursos a las tarjetas, Fernández de Trocóniz vuelve a insistir en la necesidad de tomar cartas en el asunto. “A pesar del perjuicio que nos han ocasionado, somos conscientes de que los mismos ya no tienen solución pero no deben repetirse. Nos sentimos orgullos de nuestra Liga, siendo la mejor del mundo, y no podemos permitirnos la existencia de este tipo de errores por lo que te pedimos que se adopten las medidas necesarias para que no se vuelvan a repetir”, concluye.
Así pues, el club albiazul opta por buscar el respeto sobre el césped desde los despachos tratando, además, de cortar de raíz una tendencia peligrosa que considera que puede ser muy dañina para sus intereses en el futuro. Ahora, habrá que ver si la estrategia se le vuelve en su contra o logra el efecto deseado.
La polémica. Después de que en las dos primeras jornadas el Alavés ya sufriera arbitrajes un tanto desequilibrados en lo que al reparto de las tarjetas hace referencia, el duelo del pasado domingo fue la gota que colmó el vaso de la paciencia albiazul.
Expulsiones. Carpio vio la roja directa por un supuesto penalti que no cometió (el balón le golpea en el costado y no en la mano) y Manu García fue expulsado por doble amarilla en el minuto 51. Ambas tarjetas como consecuencia de manos involuntarias.
Mala fama. La trayectoria de José Bordalás como entrenador está acompañada de cierto sambenito de dirigir equipos duros, lo que hace que sea observado con lupa por los colegiados. El Alavés quiere evitar que esa mala fama provoque una ‘persecución’ y por ello no ha dudado en presentar una queja formal pese a que solo se han disputado tres jornadas.
La carta. Alfonso Fernández de Trocóniz envió ayer una misiva al presidente del Comité Técnico de Árbitros denunciando los errores y exigiendo que se tomen las medidas necesarias.