Vitoria - Carlos Lasheras lo ha sido todo en el Deportivo Alavés, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Jugador, entrenador, integrante del fútbol base, director deportivo... Precisamente a esta labor lleva ya años dedicando su carrera. Llegó a Vitoria -abandonó el club presentando su dimisión al no estar de acuerdo con el devenir del mismo- tras una exitosa campaña en el Burgos y fue en tierras vecinas donde ascendió a la categoría de héroe al frente de un Mirandés al que llevó desde Tercera a Segunda. Su etapa en el club rojillo acabó de la peor manera posible, con una salida por la puerta de atrás anunciada con meses de adelanto. Pero su buena labor no pasó desapercibida y desde Ponferrada le presentaron una oferta para ponerse al mando del club leonés, todo un ejemplo de cordura en el mundo del fútbol y que pretende seguir dando pasos en su mejoría de la mano del guipuzcoano, todo un histórico alavesista.

Una nueva experiencia profesional y, para lo que ha sido usted desde que colgó las botas, bastante lejos de casa.

Como director deportivo es la primera vez que me voy tan lejos y que abandono el entorno del hogar. La experiencia está siendo buena y estoy contento de cómo van las cosas. El que más lo va a notar es el coche, que va a tener que hacer muchos más kilómetros que de costumbre.

Después de seis temporadas en Miranda y de no acabar de la mejor manera le salió la oferta para la dirección deportiva de otro club de Segunda como la Ponferradina.

-En los últimos meses de Miranda ya estaba claro que el ciclo había terminado. Durante seis años había hecho ya cosas importantes y, como ocurre siempre en el fútbol, los ciclos se acaban. Casi todos los años había tenido ofertas para salir y este verano fue igual. Me salieron opciones y he podido continuar trabajando, que es lo importante. La etapa en Miranda se había terminado y estaba buscando alternativas y así salió. Antes había tenido opciones de salir, pero entendía que el proyecto en Miranda estaba siendo bueno y debía seguir allí. El ciclo terminó y para cualquier profesional lo importante es encontrar trabajo. Más aún en un club del nivel al que he venido, que es dar un pasito hacia arriba.

¿Que se ha encontrado?

-Un club muy estructurado, muy profesional, que está haciendo las cosas muy bien durante los últimos años y con gente que lleva muchas temporadas en el fútbol y con experiencia. Se busca mejorar y crecer y el club se va haciendo poco a poco un nombre en el fútbol español. Se pretende seguir mejorando y profesionalizando el club. La ciudad tiene muchísimas ganas de fútbol y de progresar y hay una profesionalidad muy importante. Desde el presidente hasta el último de los trabajadores del club.

Visto desde fuera, un adjetivo que parece adaptarse como un guante a la Ponferradina es el de club serio.

-Es un club que está haciendo las cosas con la cabeza. Se gasta en función de lo que se tiene y se está trabajando mucho en mejorar el estadio o la propia estructura del club, pero siempre ajustándose al dinero que hay. El presidente se mueve muchísimo en el fútbol español y tiene mucha ambición. La Ponferradina tiene nombre de seriedad, de club cumplidor, de honradez y humildad. En ese sentido, es ejemplar.

El Eibar o el Mirandés en el que usted estuvo demostraron que eso de tener menor recursos económicos que otros no es un obstáculo insalvable para aspirar a los objetivos más elevados.

-No hay que caer en esos delirios de grandeza. Lo que tenga que llegar, llegará en su debido momento y será a través del trabajo sereno en el día a día. No podemos ponernos objetivos muy complicados. Hay que trabajar para mejorar y haciendo las cosas bien los resultados se consiguen.

¿Cómo fue su trabajo en verano dentro de un club que lleva varias temporadas con una base bastante sólida de jugadores?

-La Ponferradina tenía una plantilla importante a pesar de que la pasada temporada hubo momentos de dudas en las últimas jornadas con muchos equipos pendientes del descenso. Había buen equipo y hemos mantenido una base muy importante del mismo y lo hemos reforzado con jugadores que entendíamos que podían aportarnos cosas, pero entendiendo que la base ya era buena. Aquí la secretaría técnica ha trabajado muy bien durante años, se han hecho las cosas fenomenal y ahora tratamos de continuar en la misma línea e intentar mejorar.

Quitando los dos últimos partidos, con ocho goles encajados, el arranque de curso es de notable muy alto.

-La línea que estaba llevando el equipo era muy buena, sobre todo en casa, hasta los últimos partidos, habíamos sacado todos los puntos y en estas últimas jornadas hemos recibido bastantes goles y eso nos ha hecho parar la trayectoria que llevábamos. Pero hay que seguir trabajando de la misma forma y tratar de mejorar en el aspecto de goles recibidos. En ataque hay que seguir como hasta ahora. Proponemos un fútbol muy ofensivo y alegre, con dominio del balón y de los partidos. Eso a veces acarrea que pasen cosas como la que pasó en Zaragoza, pero esperemos que solo sea un partido y que no vuelva a suceder.

En el otro lado de la balanza, uno de los equipos más poderosos en ataque de la Liga Adelante manteniendo una tendencia que el club ha tenido en los últimos años. Desde fuera, es una plantilla que del centro del campo hacia adelante cuenta con una calidad enorme.

-Todo se resume en que la propuesta que tenemos es la de un fútbol alegre, ofensivo, en el que predomina la posesión y el toque y las llegadas al área rival porque tenemos gente que en el área desequilibra. Es evidente que en el plano ofensivo estamos bien, pero ahora hay que encontrar el equilibrio en defensa para que todo vaya mucho mejor todavía.

Se llevó a Pablo Infante a Ponferrada. Los seguidores del Alavés seguro que no tienen muchas ganas de verle de nuevo teniendo en cuenta los precedentes.

-Sobre todo en los partidos en Mendizorroza, que se le dieron muy bien. Se motivaba mucho y tenía grandes actuaciones. Pablo es un jugador con unas características que son muy difíciles de encontrar en esta categoría y con su calidad podría jugar en cualquier equipo de la categoría y ser desequilibrante y determinante.

Mirando hacia Vitoria, lo primero que hay que hacer al hablar con usted es recordar el desenlace de la pasada temporada. La salvación del Alavés supuso el descenso del Mirandés en esa última jornada de auténtica locura.

-Yo soy de los que piensan que una Liga no se gana ni se pierde en un partido. Es la trayectoria de toda una temporada y al final el que juega con fuego se puede quemar. Todos los que estábamos en esas circunstancias estábamos corriendo mucho riesgo de poder caer el último día. Yo soy partidario de hacer los deberes mucho antes y no dejarlo todo para el final, aunque con la igualdad que reina en esta categoría tampoco es fácil dejar todo resuelto antes del final. Fue un día muy desafortunado y muy triste porque creo que no éramos merecedores del descenso.

¿Qué le parece el nuevo proyecto del Alavés tras la permanencia?

-Es un club que poco a poco se va estabilizando y olvidando los problemas pasados y los años convulsos. Poco a poco va adquiriendo estabilidad y mejorando en su estructura. Este año tiene un equipo que, por supuesto, no va a pasar ningún apuro. Muy compensado, muy físico, muy fuerte. Está haciendo mejores partidos fuera que en casa y estoy seguro de que no va a tener problemas para estar de la mitad de la tabla hacia arriba.

Estilo opuesto a la Ponferradina. Muy bien en defensa, pero muchos problemas arriba.

-Hoy en día encontrar jugadores desequilibrantes en ataque no es sencillo y luego también depende de la idea de equipo que se quiera tener. Somos dos equipos muy diferentes, el Alavés es más físico, aprieta más. Cada uno es como es y con sus armas tratará de conseguir su objetivo.