vitoria - Cambiaron las gradas y la techumbre, los asientos y el foso. Llegaron las torretas de luz y los nuevos videomarcadores, que jubilaron a aquellas míticas cuadrillas publicitarias que cantaban los goles de cada jornada. El perímetro del terreno de juego dejó de estar acotado por las vallas y se dieron por buenos los casi cincuenta años de militancia que el incombustible Donato Díaz empeñó a lo largo de su vida en mantener impoluto el viejo marcador de la esquina de Polideportivo. Cambiaron muchas cosas pero el espíritu, el alavesismo, continuó siendo el de siempre. Mañana domingo, 27 de abril de 2014, víspera de San Prudencio, se cumplirán 90 años de la inauguración del estadio de Mendizorroza, el coqueto feudo donde a lo largo de nueve décadas El Glorioso ha escrito las páginas más brillantes de la historia del fútbol provincial.

A pesar de que el actual estadio en nada se parece al de sus inicios -han sido varias las reformas que ha sufrido en este tiempo, siendo la última y más importante la que se produjo a la conclusión de la temporada 97-98, la del ascenso a Primera división 42 años después, que elevó la capacidad hasta los actuales 19.840 espectadores-, la esencia y la liturgia de acudir cada fin de semana a Mendi continúan siendo inalterables para la masa social de un club históricamente acostumbrado a convivir con la angustia y la incertidumbre de tener que mantener cada temporada la categoría, fuese la que fuese.

En una época donde el Deportivo Alavés no podía competir al carecer de una federación propia, tuvo que ingresar en el mes de noviembre de 1925 en la Federación Vizcaína para poder disputar encuentros oficiales desde aquella potente serie C. Para entonces ya contaba con estadio propio, levantado a las afueras de Vitoria sobre un campo de trigales. Para celebrar la efeméride se dispuso un encuentro amistoso con la Sociedad Deportiva Deusto, que dio comienzo a las 16.30 horas -previa inauguración eclesiástica a cargo del cura de San Miguel, Faustino Mendieta- y que concluyó con un resultado favorable al Alavés (2-0), según recuerda José Luis Gracianteparaluceta, socio de prodigiosa memoria albiazul.

A partir de ahí la entidad albiazul y su propio estadio fueron creciendo y forjando a la par la casi centenaria historia del club. Poco a poco llegaron los ascensos de categoría -cuatro hasta la fecha (29-30, 53-54, 97-98 y 05-06) - y con ellos las sucesivas ampliaciones para adecuarse a los tiempos. Los marcadores de antaño dejaron paso a las nuevas tecnologías, y las goleadas calaron pronto en la retina de los aficionados: un 12-0 al Erandio en Tercera en 1941, un 7-1 a la Peña Sport en Segunda B, en marzo de 2011, un 10-1 al Logroñés en Segunda ó un histórico 7-0 al Valencia en Primera división un 20 de marzo de 1955.

puskas, Di stefano, cruyff... Mientras tanto, las gradas de Mendizorroza eran testigo privilegiado de momentos y jugadores inolvidables, de ascensos a la gloria y caídas al infierno. Pisaron el césped vitoriano leyendas como Puskas, el legendario Cañoncito Pum que dirigió durante una breve estancia al equipo; Di Stéfano, al que Primi secó con un pegajoso marcaje; el Barça de Johan Cruyff, que claudicó 1-0 en los octavos de final de la Copa de la temporada 77/78 ante un Alavés donde comenzaba a jugar un tal Valdano; o ya en la época más moderna, coincidiendo con el mejor Glorioso de todos los tiempos, los galácticos de la elite del fútbol.

Por el camino fue testigo también el viejo estadio de goles para el recuerdo como los de Serrano al Rayo el día del ascenso a Primera, el de Toni Moral a la Real Sociedad, que evitó el descenso en el último suspiro, o cualquiera de los 22 que Javi Moreno anotó en la temporada de su vida, que le sirvieron para ser traspasado después al Milán por 1.400 millones de las antiguas pesetas. En aquella operación en la que también entró Cosmin Contra, se acordó un amistoso en Vitoria con los italinos, que tuvo lugar en la pretemporada de la 98/99.

También el estadio del Paseo de Cervantes fue testigo de otras imágenes para el recuerdo como los homenajes a Juan Arregui o José Luis Compañón, Compa, la Liga que el Barça de Louis Van Gaal y un Pep Guardiola jugador celebraron en Vitoria tras imponerse (1-4) al Alavés el 22 de mayo de 1999, o el fatídico penalti que Iván Rocha envió ¡al córner! en aquella gélida noche de diciembre del año anterior.

La historia también ha dado para el posado de la vergüenza, el que Piterman protagonizó desnudo en el banquillo local para una conocida revista de destape, o la otra bajada de Celedón, que personificó sobre el mismo césped de Mendizorroza en mayo de 2006 el joven Ieltxu Moreno para defender al aldeano alavés, del que precisamente el polémico presidente ucraniano se había mofado unos días antes.