Vitoria. Con la raya roja ya por encima de la línea de oxigenación, le llega al Deportivo Alavés el que puede ser su segundo momento de necesidad de la temporada. El primero se vivió en la sexta jornada liguera, cuando aún con el casillero de triunfos a cero el Sporting visitó Mendizorroza. Otro líder, en esta ocasión el Recreativo, se presenta esta tarde en el estadio del Paseo de Cervantes para examinar el poder de reacción de un Glorioso que se ha metido en problemas por culpa de un último mes nefasto en el que su caída en el juego ha venido acompañada de cuatro resultados desfavorables. Necesita ganar el equipo vitoriano para que las arenas movedizas en las que ya anda empantanado no empiecen a succionarle hacia el pozo y, sobre todo, necesita ganar para que el ruido de sables que ya se escucha se quede, de nuevo, en un simple conato de nada. Y es que si algo no precisa este club, ni ningún otro dicho sea de paso, es que los nervios y la intranquilidad se instalen de manera permanente en su día a día.
Ayer mencionó sin tapujos por primera vez en todo el curso Natxo González esa palabra, necesidad, que había evitado en otras situaciones amparándose siempre en el manido esto es muy largo, pero el preparador vitoriano no eludió ayer expresarse con semejante rotundidad. Y, al mismo tiempo, puso sobre la mesa otro aspecto que ha echado de menos en su equipo en las semanas precedentes: el espíritu. Y, más concretamente, el espíritu guerrillero. El morder, pelear, no dar un balón por perdido y apurar todas las opciones hasta que el reloj diga lo contrario. Precisamente, todo lo que no se vio en Valdebebas, donde el Alavés fue una sombra de sí mismo que deambuló sin concierto sobre el césped durante 90 minutos sin presentar apenas oposición lógica al peor equipo de Segunda, como si las armas hubiesen estado ya rendidas de antemano.
Afortunadamente, esa versión un tanto apática no es la que el equipo ha dado en Mendizorroza, aunque los dos duelos precedentes ante la parroquia albiazul obligan a un cambio evidente en el comportamiento de un equipo que, resultados a un lado, ha perdido fuelle futbolístico en el último mes. Si ante el Barça B el planteamiento fue excesivamente abierto buscando el cara a cara ante un equipo de enorme talento, ante el Tenerife se firmó el partido en casa más gris de todo el curso con el remate de no saber gestionar dos goles de ventaja y dejar escapar una victoria vital en el tiempo de descuento.
Así, más allá de rivales y eso que el de esta tarde es de calibre mayor, el primer precepto para el Alavés no es otro que recuperar esas buenas sensaciones con las que arrancó el curso y que se ha ido perdiendo con el paso de las jornadas. Al principio, con victorias, empates y derrotas, el conjunto vitoriano seguía una línea bastante definida y, con más o menos acierto, planteaba batalla en todos sus compromisos. Recuperar ese espíritu guerrillero, el dartacanesco todos para uno y uno para todos, es el primer paso para recobrar una identidad perdida no se sabe donde.
Con el fin único de volver a la senda del triunfo, cabe esperar que Natxo González vuelva a mover el árbol de las rotaciones, tácticas y de jugadores, en busca de soluciones. Lo hizo en Madrid sin dar con la tecla adecuada y volverá a hacerlo en una tarde en la que la presencia de Mauro Quiroga en punta puede ser la gran novedad. Las oportunidades del argentino han sido contadas y su presencia parece ya obligada, sobre todo teniendo en cuenta que otras alternativas ofensivas no han funcionado y que Toti llega justo para el partido y Vélez igual no puede ni sentarse en el banquillo.
Con unos u otros, o con un sistema u otro diferente, el cuadro albiazul tendrá que hacer un partido muy serio para plantar cara al que la clasificación señala como el mejor equipo de la categoría, por mucho que venga de dos jornadas perdiendo. El Recreativo destaca por un demoledor acierto ofensivo, pero al mismo tiempo flaquea en defensa. Toca solidificar la zaga y recuperar el instinto asesino para abortar el estado de necesidad en el que vive este Alavés.