Es impepinable que la cantidad de goles acumulados que lleva el Deportivo Alavés y que se sigue incrementado de manera incesante con el transcurrir de las jornadas resulta inadmisible para un equipo que aspira a conseguir la permanencia en la categoría de plata. Pero no es cuestión solo de defensas, lo es del trabajo de todo un colectivo que ha de aglutinarse para cerrar muchos mejor los espacios a los rivales y no conceder tantas oportunidades como en los últimos partidos. El último ejemplo, el vivido ayer en una primera parte en la que el Zaragoza disfrutó de multitud de ocasiones y en la que acabó logrando una ventaja de dos goles que al final no fue decisiva pero que de nuevo impidió al conjunto vitoriano sumar los tres puntos a pesar de haber conseguido dos dianas.

Precisamente es el alto nivel de acierto ofensivo, y sobre todo el fenomenal estado de gracia en el que vive instalado Borja Viguera, el que permite respirar a este cuadro albiazul que ve cercenadas casi todas sus opciones por una endeblez defensiva que no se encuentra entre los males habituales de los equipos de Natxo González. Orden y solidez suelen caracterizar sus proyectos, pero en la actualidad esos dos valores brillan por su ausencia. Y, como queda dicho, es una responsabilidad del colectivo, ya que las culpas no se les pueden trasladar solo a los defensas. Sin ir más lejos, tanto Jiri Jarosik como Alex Ortiz, los dos centrales, fueron de los mejores ayer en La Romareda. Lo que pasa es que cuando se acumula mucho trabajo y se producen algunos fallos graves, como el de Nano en un despeje, al final el cántaro se acaba rompiendo.

Ayer la batalla se empezó a perder en el centro del campo, donde el cuadro maño consiguió generar una superioridad ante la que nada pudieron hacer los siempre batalladores Beobide y Jaume. El Zaragoza encontró facilidades para llegar por las bandas, propició muchas acciones a balón parado y buscó con acierto, por ejemplo en el gol de Roger, la espalda de la zaga vitoriana. Y, encima, se encontró con un regalo como el de Nano para lograr su segundo tanto.

Tras la debacle defensiva ante el Barça B, Natxo González optó por cambios de nombres, con las entradas del lateral gallego y de Jarosik en sustitución de Manu García y Luciano, pero no son únicamente los aspectos individuales los que están fallando en un equipo que ayer se volvió a casa con otros dos goles en la mochila de los encajados y con la sensación de que con un poco más de seguridad atrás podría haber sacado un resultado muy importante de su visita a la capital aragonesa.