Vitoria. El mapa del Deportivo Alavés cambia por completo con el regreso a la Segunda División. Tras cuatro años de andadura por la geografía cercana en la que los viajes de larga distancia han sido contados, vuelve el particular carretera y manta del profesionalismo para la entidad del Paseo de Cervantes. El autobús volverá a ser protagonista en una campaña en la que acumulará muchísimos kilómetros, pero también lo serán trenes y aviones. No en vano, aguardan en el horizonte tres duelos con equipos insulares. Un cambio de tendencia radical después de unas últimas campañas en la que el conjunto vitoriano apenas ha tenido que hacer la maleta y que ahora ya tiene sobre la mesa un mapa plagado de largos trayectos. Ello le llevará de nuevo a recorrer la península de norte a sur y de este a oeste para enfrentarse a los veintiún oponentes que ayer quedaron definidos con los ascensos desde Segunda B de Eibar y Jaén, los dos equipos que completan la categoría de plata. Los guipuzcoanos volvieron a imponerse (0-1) al Hospitalet, mientras que a los andaluces les bastó el empate inicial (0-0) ante el Huracán.

Empezando por el punto más septentrional, regresará el Alavés a un campo histórico como Riazor que ya le tocó visitar en su primera campaña en Segunda B. Entonces se enfrentó allí al Montañeros, pero este curso el rival será el Deportivo de La Coruña, un histórico en horas bajas y acuciado por unos graves problemas económicos. El lote gallego se completa con el creciente Lugo de Quique Setién, que se encuentra completando su proceso de conversión en sociedad anónima deportiva y que ya es viejo conocido de los albiazules de la categoría de bronce.

Otro campo histórico y otros clubes histórico esperan a los vitorianos es Asturias. El Molinón y el Sporting volverán a acoger una visita del Glorioso. En tierras cercanas, como las de Castilla y León, espera otro equipo con solera en Segunda como el Numancia y dos oponentes bien conocidos de las últimas campañas como Ponferradina y Mirandés. El choque con el vecino burgalés -ya sin Carlos Pouso- será el más cercano en cuanto a distancia kilométrica dentro de un mapa competitivo en el que el Eibar, tras superar su eliminatoria con el Hospitalet, volverá a ser una vez más el compañero de viaje vasco.

Siguiendo viaje hacia el este, volverá el equipo de Natxo González a encontrarse con el Zaragoza, un club que subió a Primera la misma temporada que los alavesistas bajaron a Segunda B. Curiosamente, solo ocho de los veintiún equipos que acompañaron al club vitoriano en la campaña 2008-09 volverán a repetir presencia en la categoría el curso venidero. De esos, en tierras catalanas el Girona es uno de los tres que se ha mantenido inamovibles en Segunda durante estos años en los que el Alavés ha estado purgando sus males. Sabadell y Barça B han conseguido ascender y asentarse en la división de plata durante las últimas campañas.

Descendiendo por la costa del Mediterráneo, el Hércules se ha quedado como el único representante valenciano en una categoría otrora poblada por clubes de esta comunidad. Cercano a Alicante, el Murcia consiguió salvar la categoría de manera agónica después de un descenso administrativo del Guadalajara que todavía sigue coleando entre recursos a las más altas instancias deportivas estatales. Situación controvertida la del club alcarreño, con su ampliación de capital a vueltas y tratando de recuperar en los despachos la permanencia que se ganó sobre el césped. Conociendo los mecanismos del deporte estatal, tampoco sería de extrañar que la competición arrancase con veintitrés equipos. Tiempo al tiempo.

Regresando al centro de la meseta, en Madrid y su entorno tendrá el Alavés dos viajes bastante cómodos para enfrentarse a Castilla y Alcorcón. Precisamente, es la capital del estado el que puede ser punto intermedio de muchos viajes. Por ejemplo, de aquellos que requieran subir al AVE para afrontar los desplazamientos para enfrentarse a Córdoba o Recreativo, dos de los tres representantes andaluces que se completan con el ascenso del Jaén ante el Huracán. Por tierra, pero también por aire. Mallorca, Las Palmas y Tenerife y sus respectivos aeropuertos esperan la campaña venidera la visita de un Alavés que vuelve a los viejos tiempos de los grandes desplazamientos. Al fútbol profesional en toda regla que describe en cada temporada un amplio recorrido turístico y deportivo por el mapa peninsular y sus islas.