Vitoria. DESPUÉS del histórico curso 1994-95 que concluyó con la fiesta más grande que se recuerda tras encajar una derrota -en el terreno de juego de La Victoria de Jaén-, la temporada 1992-93 fue la que más cerca estuvo el Deportivo Alavés del ansiado ascenso a Segunda División. Obligado a digerir las dos decepciones de las campañas precedentes, la escuadra albiazul arrancó el curso con un único objetivo entre ceja y ceja, romper por fin el maleficio del play off. Sin embargo, los comienzos -contrariamente a lo que podría parecer al recordarlo dos décadas después- no resultaron sencillos y el banquillo local de Mendizorroza volvió a demostrar su condición de eléctrico. De esta manera Tomás Balbás se mantuvo en él tras concluir el ejercicio anterior pero pronto fue sustituido por Emilio Quílez y este a su vez dejó paso a Luis Costa, que sería quien conduciría la nave vitoriana hasta la conclusión de esa campaña.
Veinte años más tarde, el entrenador alicantino -aunque afincado en Zaragoza desde hace muchísimo tiempo- disfruta de una jubilación en la que ni mucho menos ha dejado a un lado el fútbol. "He cumplido ya los setenta y hace un año que me desvinculé totalmente del Zaragoza. Ahora soy un jubilado más que disfruta de la familia pero sigo viendo muchos partidos y las tardes las dedico casi siempre a eso -de hecho, la charla con DNA le interrumpe el visionado del Bayern-Brorussia Mönchengladbach de la Bundesliga-", explica.
Pese al tiempo transcurrido, el entrenador continúa teniendo muy fresco en la memoria lo sucedido. "Hicimos una segunda vuelta espectacular y llegamos al play off en muy buen momento. Creo sinceramente que éramos mejores que el resto de equipos pero perdimos incomprensiblemente un partido que teníamos ganado ante el Toledo en casa y nos quedamos con la miel en los labios. El fútbol tiene estas cosas y a veces un error te cuesta muy caro. El Toledo fue la sorpresa, supo aprovechar su oportunidad y no pudimos conseguir el objetivo, aunque el trabajo que se desarrolló fue muy bueno", reflexiona.
El triste protagonista del incidente que relata por encima Luis Costa fue Gelo. "Hicimos una fase de ascenso espectacular y en cualquier otro sitio se habría subido sí o sí, pero por culpa de mi resbalón se quedaron solos y marcaron ese gol. Lo tuvimos ahí y se te queda cara de tonto", rememora quien ahora es representante, entre otros, de Miguel Ángel Álvarez Tomé y Javi Casares. "Claro que me acuerdo de la jugada. Vino de un saque de esquina a favor en el que el entrenador hizo un cambio para buscar los puntos que nos daban casi el ascenso. Íbamos 2-2 y quedaban menos de cinco minutos. Entre que uno va y el otro viene y nos situamos, el cambio nos descolocó por completo. Yo me quedé el último y me vino un balón que podía despejar fácil, pero me resbalé y...", rememora Ángel Barrientos, quien, para su desgracia, se ganó un hueco en la historia negra albiazul.
Todo esto sucedió en el segundo encuentro de la liguilla -el Alavés había empatado en el estreno en Jaén- pero pese a que tres días después El Glorioso reaccionó y se llevó la victoria del Salto del Caballo gracias a dos goles de Manolo Serrano, los castellanos no volvieron a fallar en todo el play off y conquistaron sorprendentemente el ascenso con un punto más (10) que el combinado de Mendizorroza.
Precisamente ese choque en Toledo dejó también un recuerdo imborrable para uno de los integrantes de aquella plantilla vitoriana. Y no sólo en la memoria. Porque el centrocampista Josu Ugarte -en la actualidad directivo de la Corporación Mondragón- salió del terreno de juego con un espectacular regalo. "Me tiré para intentar rematar en plancha un balón, el defensa me dejó los tacos y acabé con la oreja colgando. Me tuvieron que dar catorce puntos de sutura", recuerda.
Al margen de esta herida, aquella temporada 92-93 también deparó otro golpe duro para Ugarte. Y es que supuso el punto final a su trayectoria deportiva. "Después del partido de Sant Andreu me retiré. Si hubiéramos ascendido habría seguido jugando un año más pero al no poderlo conseguir decidí dejarlo y dedicarme a otra cosa. Ese día fue uno de los más tristes de mi carrera. Además de porque me retiraba, daba muchísima pena la afición, con las dos mil personas que se habían desplazado hasta Barcelona. Pasé cinco años maravillosos en Vitoria y la verdad es que todavía sigo bastante al Alavés", confiesa.
Respecto a la resolución final de aquel play off, el actual directivo del Grupo Mondragón pone el énfasis en el debut más que en el duelo con el Toledo. "Al final lo que nos perdió fue el empate de Jaén, porque al Toledo, que tenía a gente importante como Roberto Marina el del Atlético de Madrid u Óscar Engonga les pudimos ganar allí", apunta.
Ugarte compartió vestuario aquel año con el actual secretario técnico del Mirandés, Carlos Lasheras, que vivió la primera de sus tres fases de ascenso. "Todo iba muy bien hasta la segunda parte contra el Toledo. Estaba la situación muy controlada, pero al final todo se puso cuesta arriba con el resbalón de Gelo. Levantamos el ánimo y ganamos en el Salto del Caballo. Esperábamos que se dejaran algún punto en los tres partidos que quedaban, pero no fue así", evoca el exdelantero albiazul.
"Hicimos un play off bastante buebo pero el sistema de liguilla no nos ayudó demasiado porque provocaba que hubiera equipos que no se jugaran nada en las últimas jornadas y era muy difícil que compitieran. El partido de Sant Andreu se vivió con mucha tensión porque teníamos que ganar y esperar el fallo del Toledo. No dependíamos de nosotros y cuando fueron llegando las malas noticias nos desinflamos un poco", destaca.