Vitoria. A estar alturas del curso, resulta una evidencia incuestionable que la temporada del Deportivo Alavés debe ser calificada como más que notable. Instalado en el primer puesto del Grupo II desde la tercera jornada del campeonato y a punto de ratificar de manera matemática una clasificación para los play off que es virtual desde hace mucho, al combinado vitoriano únicamente le resta consumar el ansiado regreso a la categoría de plata para hacerse acreedor a la matrícula de honor.
Sin embargo, la cada vez mayor cercanía de la fase de ascenso -en la que se dilucidará el gran objetivo del curso en duelos de la máxima tensión- y el último tropiezo sufrido el pasado fin de semana en Lleida han servido para poner el foco en un preocupante dato que debe invitar a la reflexión y el trabajo para intentar reconducirlo.
Y es que este Alavés se encuentra con más dificultades de las deseadas ante sus semejantes. Si bien el balance general de la temporada arroja unos números impresionantes, lo cierto es que si se reduce el análisis a los duelos contra equipos de una entidad similar el nivel de los resultados se reduce sustancialmente. Una circunstancia que, considerando que todos los posibles adversarios con los que se va a cruzar en el play off reúnen esta característica, obliga a corregir el rumbo para poder afrontar el envite con mayores garantías.
El encuentro del pasado domingo en el Camp d'Esports de Lleida supuso el último ejemplo de esta realidad. La siempre fría estadística así lo corrobora. En los enfrentamientos directos con los cuatro equipos que le persiguen en la tabla clasificatoria, el Deportivo Alavés únicamente ha sido capaz de sumar dos victorias. Por el contrario, ha concedido tres empates y ha encajado dos derrotas hasta completar el balance de estas siete citas. El círculo se cerrará con la visita a Lezama para medirse al Bilbao Athletic -actual segundo clasificado- dentro de cuatro jornadas. Será un compromiso de vital importancia puesto que más que probablemente servirá para dilucidar el primer puesto del grupo a la conclusión de la temporada regular y, además, para comprobar si el conjunto vitoriano ha aprendido la lección y es capaz de ofrecer su mejor rendimiento ante un rival directo.
Algo que, hasta el momento, no ha sido capaz de llevar a cabo en demasiadas ocasiones. Y es que el filial rojiblanco, el Eibar, el Lleida y el Barakaldo -segundo, tercero, cuarto y quinto respectivamente- han conseguido ponerle en apuros en mayor o menor medida a lo largo de la temporada. Los dos únicos islotes de cierta tranquilidad llegaron en el duelo inaugurar del curso y en la vigésimo quinta jornada.
Entonces, el conjunto albiazul se estrenó con una victoria por la mínima (0-1) en Lasesarre ante un Barakaldo que distaba mucho del que ha impuesto un ritmo infernal en la segunda vuelta y, seis meses después, sacó adelante un derbi vital en Mendizorroza ante el Eibar (0-1). Pero, al margen de ambas excepciones, el balance invita más a la preocupación que a otra cosa.
Los problemas arrancaron en el sexto capítulo liguero, cuando El Glorioso vio abruptamente interrumpida su racha inicial de cinco triunfos con una contundente derrota (3-1) en Ipurua. Siete semanas después, el Lleida conseguía extraer un valioso punto (1-1) de su visita al Paseo de Cervantes. Idéntico resultado se repitió en el mismo escenario contra el Athletic B a falta de dos compromisos para alcanzar el ecuador de la Liga.
El inicio de la segunda vuelta no deparó, desgraciadamente, un cambio de tendencia. De esta manera, Mendizorroza volvió a mostrarse vulnerable cuando el Barakaldo enfiló el túnel de vestuarios con unas valiosas tablas sin goles en el bolsillo. El, por el momento, último capítulo de esta particular lista negra tuvo lugar el pasado domingo en el Camp d'Esports de Lleida. El conjunto ilerdense propinó un inesperado meneo a un Alavés irreconocible y volvió a dejar en el aire un interrogante sobre el rendimiento del equipo en los partidos ante adversarios de entidad. Porque si bien es cierto que ante el resto de rivales el rendimiento vitoriano es inmejorable, no lo es menos que ha tropezado en demasiadas oportunidades ante sus iguales.
Y es que el porcentaje de éxito albiazul cuando tiene enfrente a uno de los cinco primeros clasificados se reduce a bastante más de la mitad respecto a cuando el oponente ocupa un puesto inferior. Así, mientras que en este último caso ha ganado el 72% de sus compromisos (18 de 25) en el primer supuesto sólo ha sido capaz de hacer lo propio en el 28,5% de las ocasiones (dos de siete). Como lógico efecto contrario, las derrotas pasan del 12 al 28,5% y los empates del 16 al 42,8%.
En definitiva, que el Alavés se ha atascado más de lo debido hasta el momento frente a rivales de cierta entidad y, si no es capaz de enmendar esta tendencia, puede pagar un peaje muy alto por ello en el casi inminente play off.