Vitoria. En el calendario de efemérides del Deportivo Alavés el 12 de junio continúa siendo la última fecha en la que se celebró algo importante en Vitoria. A punto están de cumplirse siete años, desde 2005, desde que la entidad del Paseo de Cervantes acabase el curso festejando un éxito. A partir de ese ascenso a Primera División rubricado en la penúltima jornada liguera en el estadio Martínez Valero de Elche, la trayectoria albiazul ha estado sembrada de decepciones y debacles. Seis temporadas consecutivas acumula el conjunto alavesista sin llevarse una alegría al cuerpo y, lo que es peor, el futuro inmediato dibuja, salvo milagro, el séptimo año consecutivo de sinsabores para una afición que, pese a todos estos fiascos, se sigue manteniendo fiel a su equipo.
El Alavés se encuentra a punto de regalarle a su afición un nuevo varapalo, el séptimo consecutivo dentro de una etapa que tanto deportiva como institucionalmente, sobre todo en el segundo apartado, es una de las más negras en la nonagenaria historia del club. Desde Primera División hasta el pozo de la Segunda División B, ninguna de las últimas temporadas ha deparado la más mínima ilusión a un alavesismo que no ha dejado de responder a pesar de recibir una bofetada detrás de otra.
Dos goles de Bodipo ante el Elche le dieron al Glorioso el que se refleja en las crónicas como su último momento de éxito. Regresaba de la mano de Piterman el Alavés a Primera, categoría en la que permanecería una sola campaña para comenzar una caída que en lo deportivo no parece tener final y que puede rubricarse mañana mismo con la consecución de un nuevo fracaso en forma de eliminación excesivamente prematura en la categoría de bronce.
Un descenso a Segunda División casi en el último segundo (temporada 2005-06); dos permanencias en la categoría de plaza casi sobre la campana (campañas 2006-07 y 2007-08); la caída al pozo de la Segunda B (2008-09); un primer año en la categoría de bronce sin play off (2009-10) y una segunda campaña en la que se alcanzó la penúltima ronda en la fase de ascenso (2010-11). Todo este desastroso serial puede completarse con un nuevo capítulo mañana mismo en Torrelavega si la lógica impone su ley y el Alavés certifica de nuevo su ausencia en la promoción de ascenso a Segunda, el mínimo exigible para este equipo tan acostumbrado a sembrar el camino de decepciones.
La cantidad de directivas, responsables deportivos, entrenadores y jugadores que han pasado por este club a lo largo de estos siete años resulta imposible de enumerar, pero ni con unos ni con otros ha conseguido la entidad del Paseo de Cervantes escaparse de esa espiral negativa que le ha llevado a desilusionar una y otra vez a lo largo de las últimas siete temporadas.
Para cambiar esta negativa dinámica, se aferra el alavesismo a alguno de esos milagros que se han vivido en los últimos años y que han propiciado las pocas alegrías que ha vivido el club en estas siete temporadas de continua debacle deportiva. Lo que más se ha celebrado últimamente han sido las salvaciones y un recuerdo especial en la memoria tiene la del curso 2007-08.
Hasta al más sereno de los seguidores albiazules se le pone la piel de gallina cuando recuerda el archifamoso gol de Toni Moral, una diana que no aseguraba nada, pero que abría la puerta a la esperanza de un club que se hundía irremisiblemente y que milagrosamente consiguió salir a flote asegurando la permanencia apenas una semana más tarde en Vigo.
A ese espíritu, al del milagroso gol de Toni Moral, se aferra ahora un alavesismo que desde hace tiempo, quizá desde Dortmund, siente que la historia del fútbol tiene una deuda pendiente con este club tan acostumbrado a lo largo de sus más de noventa años a ser el pupas de la película. La aparición de una mano divina o la constatación de una nueva temporada, la séptima consecutiva, para archivar en el olvido.