Vitoria. Tras haber pasado unos meses de plácida tensión, donde el balón constituía al fin el único motivo de preocupación, el alavesismo volvió a pensar ayer en clave de finanzas. La Justicia ha vuelto a ponerse del lado del Alavés en los litigios que mantiene la entidad con el tipo que a punto estuvo de enterrar noventa años de historia. El juzgado de lo mercantil de Vitoria ha vuelto a señalar a Dmitry Piterman como el gran culpable de las penurias que a lo largo de los últimos años han soportado el club y su hinchada.
La magistrada encargada del caso en el que se trataba de determinar la responsabilidad del empresario ucraniano y sus acólitos en el agujero negro que se abrió en las arcas de la entidad del Paseo de Cervantes no ha tenido dudas. Según la sentencia, a la que ha tenido acceso DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, Piterman, su esposa Milanendra Vikramsingh y su lugarteniente Pepe Nereo han sido condenados como únicos responsables de la desintegración económica del Alavés, que derivo en un concurso de acreedores del que además se confirma el veredicto de culpabilidad. Como pena por lo que el veredicto considera un saqueo continuado de las arcas del club, la jueza les condena a indemnizar al Deportivo Alavés con 6.890.191 euros, que en realidad sólo es una parte del dinero que, como queda comprobado en la documentación del caso, se despilfarró durante la oscura etapa en la que el ucraniano convirtió el Glorioso en su patio de recreo.
La sentencia, que supone un espaldarazo a las pretensiones tanto de los administradores concursales que ya aconsejaron la calificación de culpable para el concurso como para los nuevos rectores de la entidad, incluye también un periodo de 15 años de inhabilitación para Piterman en los que tendrá prohibido "administrar bienes ajenos, representar o administrar a cualquier persona o tener cargo en compañías industriales", que se reduce a ocho en el caso de sus dos cómplices. Se trata, desde luego, de una sensacional noticia para un club que pese a la inyección económica que supuso la entrada del grupo inversor encabezado por Josean Querejeta sigue con las constantes vitales de su economía bajo mínimos. Aunque, en cualquier caso, no queda claro hasta qué punto será posible echar el guante al escurridizo y dañino empresario, afincado en Estados Unidos y hábil a la hora de esquivar este tipo de sentencias.
En el club, de hecho, se recibió con prudencia la sentencia. Fuentes consultadas por este periódico reconocían que no se podrán lanzar las campanas al vuelo hasta que parte de ese dinero, o del impuesto en condenas precedentes, se ingrese en las cuentas de la entidad albiazul. La sentencia, no en vano, admite recursos, en este caso ante la Audiencia Provincial, por lo que el culebrón puede que no haya hecho más que empezar. De lo que no cabe duda es de que la Justicia avala una vez más, y en esta ocasión con un dictamen más severo que cualquier otro, lo que todo el alavesismo llevaba mucho tiempo denunciando. Piterman desvalijó a su antojo el club y todo lo que llegó después fueron meras consecuencias.
La documentación del auto enumera todas las fechorías que cometieron Piterman y sus colaboradores durante su devastador paso por la capital alavesa. Y la lista resulta dolorosamente extensa. En realidad, lo que viene a demostrar este fallo judicial no es otra cosa que el consejo de administración que presidía el empresario ucraniano actuó con "dolo" -voluntad manifiesta de cometer un delito- o, lo que es lo mismo, condujo al club a una situación económica insostenible a raíz de efectuar movimientos que en numerosas ocasiones supusieron incluso que se llevara a su bolsillo dinero de las arcas del Alavés.
La sentencia incluye, entre otros casos, la adquisición a cuenta del presupuesto del club del equipo norteamericano California Victory, del que jamás se supo más, los cerca de 280.000 euros que gastaron en su alojamiento en el Hotel Lakua mientras permanecieron en la capital alavesa o la facturación de más de dos millones de euros a través de empresas en las que el propio Piterman tenía participación.