Vitoria. "Ha sido un partido muy físico, típico de Segunda B y en ese aspecto no somos superiores a nadie porque no tenemos jugadores potentes ni fuertes". Granero revelaba de esta forma su impotencia ante el juego desplegado por su rival del pasado domingo. Al parecer, los enemigos de músculo grueso se le atragantan al nuevo -ya no tanto- Alavés del técnico valenciano. Y es que las palabras del preparador albiazul esconden requerimientos, en forma de fichajes, visibles para miopes, hipermétropes, astigmáticos y hasta tuertos. José Carlos Granero quiere otro jugador, al menos. Al parecer se trata de un medio rocoso, de contención. Está en su total derecho de luchar por él hasta, como asegura cada semana, "el 31 de enero".
El problema es que la Segunda B, y más este Grupo II, es la categoría del choque, del barro, de la fuerza. Es el norte. Si hasta contra filiales, normalmente formados por una amplia nómina de pubescentes, el bloque sufre, la solución parece estar lejos de encontrarse en un solo fichaje. Además entramos en el eterno debate que enfrenta preciosismo contra efectismo. Desde la temporada que se descendió a Segunda B, la grada, conocedora del poder del equipo en esta ubicación categórica, exige, al principio, juego. Al final resultados.
Parece ser que nos acercamos al entreacto anual donde las ideas sobre la táctica albiazul varían. Es ahora cuando hay que reconducir el juego del equipo. Realmente, Granero no pide esto. Pide -y como se aludía con anterioridad, en su derecho está- disponer de las mejores herramientas que puedan estar a su alcance. ¿Quién no lo haría?
No obstante, el máximo responsable del juego alavesista ha visto llegar, desde que aterrizara en Mendizorroza, tres refuerzos, en principio, de calidad contrastada. El primero de ellos fue Rubén Palazuelos. Nacido en Santander hace 29 primaveras, el cántabro se asemeja en demasía al perfil que demanda ahora Granero. Además, su fichaje se afrontaba con ilusión. "Se trata de un jugador al que conozco desde hace muchos años y es un auténtico lujo para nosotros que haya aceptado venir al Alavés. Es un refuerzo importante para Segunda B y por supuesto perfectamente válido para Segunda División, por lo que da inicio a nuestro proyecto de futuro del año que viene", aseveraba Dani Barroso, director deportivo del cuadro del Paseo de Cervantes.
Criado en las categorías inferiores del Racing, Palazuelos hubo de emigrar hacia climas más cálidos para desarrollarse como jugador. Lanzarote fue el primero de sus destinos. Al año siguiente Palencia y, en medio de aquel curso 2005-2006 retornó a su Cantabria natal engrosando las filas de la Gimnástica de Torrelavega. Fue entonces cuando el espigado medio -cuenta con unos estimables 1,87 de altura- pasaba a integrar la cada día más amplia diáspora de jugadores españoles.
Los éxitos internacionales se reflejaban en los contratos de múltiples profesionales que eran requeridos más allá de los Pirineos. El Aris de Salónica griego acogía al nuevo alavesista en la temporada 2006-07. Y al año siguiente, nueva mudanza. Harto de la inestabilidad inherente a este mundillo, el cántabro se asentó en la plantilla del Heart of Midlothian escocés, siendo designado en su primera temporada como mejor jugador del equipo y llegando a completar 127 encuentros. Su aventura internacional concluyó, por el momento, el pasado diciembre para recalar en las filas babazorras.
Tras él, Meza Colli integraba la nómina albiazul. El paraguayo llegaba, igualmente, con ecos de jugador importante. El atacante aportaba, como bien ha reconocido Granero, alternativas ofensivas de las que carecía el conjunto vitoriano. El ataque del equipo era demasiado previsible por contar con una línea ofensiva demasiado similar en su perfil.
El último No fue el único que llegó para parchear aquellas carencias. El 16 del presente mes se cerraba, en un principio, el capítulo de fichajes con la incorporación de Kike Tortosa. Educado futbolísticamente, como Palazuelos, en otro filial, en este caso el del Valencia, el levantino acudió a la llamada del Recreativo de Huelva para comenzar su andadura profesional en Segunda División. Pero la falta de oportunidades -apenas disputó minutos en el primer año y no había disputado partido oficial la media temporada que pasó hasta su llegada a tierras alavesas- precipitó un cambio de uniforme que se plasmará en su inminente, suponemos, debut con la elástica albiazul. Tortosa, como Colli, es un jugador de ataque que ofrecerá nuevas variantes.
De esta manera, el Alavés ha dado en principio por cerrado el capítulo de fichajes de invierno aunque el propio Dani Barroso ha asegurado -tal y como reza la web alavesista- que siguen peinando el mercado por si se presenta una oferta irrechazable.