El sueño de todos los entrenadores cuando plantean un partido en el vestuario es que el resultado se les ponga de cara y, a ser posible, lo haga pronto. Adelantarse en los primeros minutos, o aunque sea más adelante, siempre supone una enorme ventaja, ya que permite al equipo que logra esa renta llevar el partido por los cauces que previamente se había marcado, siendo el oponente el que se ve obligado a variar el discurso buscando evitar el sufrimiento que supone nadar contra la corriente adversa. Desde la llegada de José Carlos Granero, esta máxima se ha convertido en fiel compañera de un Deportivo Alavés que en cinco de los seis partidos que ha dirigido el técnico valenciano se ha encontrado con el resultado a su favor desde muy pronto, una ventaja muy sustanciosa de la que está obteniendo un gran beneficio.

Con la excepción del partido ante el Bilbao Athletic en el que el conjunto vitoriano se quedó sin marcar por primera vez en lo que va de temporada, en los otros cinco partidos de Granero en el banquillo alavesista ha sido el cuadro albiazul el que ha golpeado primero, haciéndolo, además, siempre muy pronto. Ayer contra el Burgos se vio un nuevo capítulo de esta tendencia cuando Sendoa abrió el marcador habiéndose disputado apenas 18 minutos de juego. Nueve necesitó contra el Palencia; cuatro ante el Sestao River; 32 contra el Logroñés en el día que más ha tardado en aparecer el gol y cinco contra el Lemona. Con la mencionada excepción, siempre por delante y siempre desde muy pronto.

Esta virtud permite al conjunto alavesista desarrollar el juego que más le gusta a Granero. En lo primero que se ha centrado el preparador valenciano ha sido en solucionar un desaguisado defensivo que ya está completamente resuelto. Solo dos goles en seis partidos ha recibido un cuadro vitoriano en el que, sin ir más lejos, Rangel ejerció ayer de espectador contra un Burgos que ni siquiera llegó a inquietarle con sus escasas y poco eficaces acciones ofensivas.

A partir de ahí, la cesión de metros a los rivales y la fuerte presión por la que apuesta el valenciano son dos armas que se convierten en mortales cuando es el rival el que se ve obligado a llevar el peso del juego por la desventaja en el marcador. Tiene claro Granero que en ataque cuenta con pólvora más que suficiente para hacer explotar el fortín más inexpugnable. Si sirve para eso, qué no va a conseguir ante equipos como el Burgos, sumamente endebles atrás. Recuperaciones y contraataques se convierten así en protagonistas que permiten, aprovechando las ventajas iniciales, tardes de placidez como la vivida ayer en Mendizorroza.