Vitoria. En poco menos de un mes al frente del Deportivo Alavés, José Carlos Granero está empezando a conseguir que una gran plantilla se convierta en un gran equipo. No ha necesitado el técnico valenciano demasiado tiempo para hacer entender a sus pupilos lo que espera de ellos como grupo. El análisis de las carencias del equipo ya estaba hecho de antemano y, como se demostró en los primeros entrenamientos, el preparador albiazul no perdió apenas tiempo para comenzar a trabajar en la línea deseada. A través de la solidificación de una defensa que anteriormente hacía aguas, complicando el juego lo menos posible y aprovechando a la perfección los contraataques, Granero ha conseguido dotar de una identidad reconocible a un Alavés que anteriormente vagaba sin rumbo por la temporada. Más allá de las dos victorias y el empate conseguidos en los tres partidos disputados al completo, son las sensaciones las que han cambiado para mejor, dibujando ahora una perspectiva de futuro mucho más halagüeña que la que existía hace apenas un mes.

Es en el aspecto defensivo donde la mano se Granero se ha notado más. Desde el primer momento, el técnico valenciano dejó claro que cualquier opción de éxito pasaba por minimizar al máximo unos errores atrás que estaban costando muy caros al equipo vitoriano. Partiendo de lo más básico, aspectos que se adquieren en categorías de formación, el preparador alavesista ha conseguido potenciar un entramado defensivo que ahora otorga seguridad al equipo.

En los tres partidos completos que ha estado Granero en el banquillo, el Alavés solo ha recibido un gol, el que le marcó el Sestao River en su visita a Mendizorroza. Ni Palencia ni Logroñés consiguieron perforar la portería de un David Rangel que ahora se ve perfectamente acompañado por su zaga y tampoco en los 38 minutos que se disputaron en Lezama pudo el Bilbao Athletic celebrar gol alguno.

A pesar de contar con importantes ausencias en dicha zona -a la baja de Gallardo se ha unido en los últimos partidos la de Luis Prieto-, el preparador alavesista ha conseguido dotar de fortaleza a la zaga a través de varios retoques. Entre ellos, destaca la apuesta por Alex Quintanilla como central. El joven jugador bilbaíno ha demostrado muy buenas maneras en el eje de la zaga, mostrando velocidad y contundencia, y al lado de Jon Moya ha conseguido conformar una pareja que otorga seguridad.

Sin ir más lejos, uno de los equipos más poderosos del Grupo II, el Logroñés, apenas puso en apuros a Rangel y no realizó ni siquiera un tiro a puerta en todo el partido. Tampoco Palencia ni Sestao River dispusieron de muchas ocasiones, aunque el Bilbao Athletic sí que inquietó bastante a los albiazules. Eso sí, en estos últimos partidos se han aparcado los clamorosos errores defensivos y los regalos en las segundas jugadas, llegando los mayores sufrimientos a balón parado, donde el equipo lo sigue pasando bastante mal.

calidad en el centro Las mejorías en el apartado defensivo han sido evidentes, pero la zaga no ha sido la única línea que ha sufrido modificaciones. En el centro del campo, y a pesar de las importantes ausencias que ha arrastrado el equipo, Granero ha apostado por la calidad por encima del músculo. Es consciente el preparador albiazul de que en su plantilla cuenta con varios jugadores que atesoran un enorme talento y, por ello, ha decidido juntar al mayor número posible de los mismos en la zona de creación.

Así, tras el 4-4-2 de los dos primeros partidos, en sus dos últimas comparecencias el técnico albiazul ha apostado por variar hacia un 4-1-4-1, en el que la zona ancha sale fortalecida. Con Lázaro centrado en labores defensivas e intentando sacar al primer toque y con velocidad al primer pase, el equipo apuesta por unas transiciones defensa-ataque muy rápidas en las que sale a relucir la calidad de jugadores como Indiano, Sendoa o Salcedo.

Por si fuera poco, la mejoría del rendimiento defensivo del colectivo no ha pasado factura en el rendimiento ofensivo, la que a lo largo de toda la temporada ha sido la principal virtud del conjunto vitoriano. Granero apostó primero por situar juntos a dos delanteros y ahora Geni ha visto desplazada su posición hacia la banda derecha. De una manera u otra, la presencia del equipo en zonas de ataque ha seguido siendo muy importante y los registros goleadores alavesistas se han visto incrementados, anotándose durante la etapa del técnico valenciano nueve goles en sus tres partidos completos.

En este sentido, uno de los aspectos de los que más provecho ha sacado el Alavés han sido los contraataques. Lo tienen claro los pupilos de Granero cuando se sitúan por delante en el marcador. El balón se cede deliberadamente al rival y comienza una presión agobiante que permite recuperaciones y rápidas transiciones. Esa asfixia a la circulación de los rivales es también un apartado en el que ha trabajado mucho el técnico alavesista y al contraataque mató el cuadro vitoriano al Palencia y también al Logroñés el pasado sábado.

faltan piezas Toda esta mejoría en el juego alavesista, tanto en resultados como en sensaciones, ha llegado dentro de una etapa en la que Granero ha visto mermadas las posibilidades de su equipo por la enorme acumulación de bajas que le ha tocado sufrir. Más allá de la lesión de larga duración de Gallardo, el preparador valenciano se ha visto privado de figuras relevantes como Casares, Javi Rubio o Luis Prieto y esos males no parecen concluir ya que la lesión de Fachan el pasado sábado hace que el equipo pierda a otra referencia.

Pese a ello, el Alavés atraviesa por su mejor momento de la temporada y ahora buscará situarse definitivamente en la zona privilegiada con el triple compromiso consecutivo que le medirá en apenas siete días a Lemona, Bilbao Athletic y Burgos.