Vitoria. José Carlos Granero observaba cada detalle del estadio de Mendizorroza mientras se adentraba en la sala de prensa del estadio albiazul. Sus ojos, de un azul casi transparente, se clavaron desde el inicio en la camiseta que el director de comunicación del club acababa de depositar sobre la mesa y que posteriormente sujetaría junto a Dani Barroso para recibir los primeros flashes como entrenador del Deportivo Alavés. A su derecha, menos hablador que de costumbre, el director deportivo atendía las palabras de su hombre de confianza, el técnico elegido para resucitar a un equipo que tras apenas nueve jornadas deambula sin rumbo por la competición.

"Le conozco desde hace muchísimos años y lo primero que tengo que hacer es agradecerle su predisposición para llegar a un acuerdo. Él no tenía intención de entrenar en Segunda B, pero la llamada del Alavés ha hecho que reflexione y se vuelque en el proyecto", explicó Barroso. Así, embutido en una aureola de hombre perfecto para relanzar a la escuadra alavesista, Granero, un hombre de fútbol como él mismo se definió ayer, trasladó su ilusión por tomar las riendas de "un caballo que ya ha iniciado la carrera". El tono grave y la autoconfianza con la que se expresa refrendan la vitola de hombre serio y duro con la que aterriza en Vitoria, y él es consciente de ello. "Estoy loco por empezar a trabajar. Tengo mi forma de hacer las cosas, pero ahora mismo hay que buscar una respuesta inmediata, un rendimiento desde este domingo. Tengo que inculcar cuanto antes aquello que creo que le puede venir bien al grupo. Se me ha contratado con un objetivo, y las opciones de conseguirlo están intactas", subrayó.

A sus 48 años, Granero acumula 17 de ellos sentado en un banquillo. Sus vitrinas no albergan trofeos continentales, pero lucen ascensos. Nada menos que ocho, dos de ellos a Segunda División con la Ponferradina y el Alicante, al que empujó a la categoría de plata por primera vez en cincuenta años. ¿El secreto? No hay secreto. "Creo mucho en lo que hago y en mis posibilidades. Me gusta mi trabajo y consigo transmitir esa ilusión y confianza. Ahora afronto este reto seguro de que todo va a salir bien", expresó rotundo el nuevo entrenador albiazul, que firma un contrato por lo que resta de temporada y la siguiente, aunque tanto él como el club se guardan una opción unilateral para rescindirlo al final de este curso. Una vinculación hasta final de LIga que deja abierta su continuidad en función de que se cumplan los objetivos previstos.

Por el momento, Granero mantendrá a Iñaki Ocenda como segundo entrenador y ayer tras su presentación ya mantuvo la primera reunión con su nuevo cuerpo técnico. Hoy, a partir de las 10.30 horas, dirigirá su primer entrenamiento en las instalaciones de Ibaia. Será el momento de conocer a sus nuevos jugadores, a los que ya ha visto "en tres partidos" de la presente campaña. "Siempre creo a muerte en las plantillas que entreno. Mi éxito y el de todos será que sea capaz de sacar el máximo rendimiento a todos los jugadores que forman parte del equipo, pero habrá que evaluar la respuesta individual de cada uno, además de la colectiva", valoró el que durante ochos años fue lateral del Valencia.

"Auscultar y evaluar" El domingo, el conjunto vitoriano viajará a Palencia para enfrentarse al antepenúltimo clasificado. Con sólo cuatro días por delante para insuflar oxígeno a los maltrechos pulmones alavesistas, el trabajo se acumula desde los primeros instantes a ritmo estajanovista. Pero cuando sumas casi dos décadas como entrenador, la metodología es clara y directa. "Auscultar, analizar y evaluar", enumeró al ser cuestionado por su tarea inicial. "Se trata de buscar sensaciones y llegar rápido al equipo. Ver qué cosas se están haciendo bien, que seguramente serán muchas, y aportar tu estilo. Conectar con los jugadores, saber lo que tenemos entre manos y ver qué podemos hacer para dar un pasito hacia arriba", incidió Granero. Con todo, no es menos cierto que la ilusión y expectativa con la que todo técnico arranca un proyecto no difieren demasiado entre sí.

Las tenía Luis de la Fuente, como todos los predecesores del preparador nacido en Chella. La diferencia, como siempre, es la forma en la que cada uno de ellos afrontó los problemas y la presión intrínseca a un cargo como la silla de mando albiazul. "Soy consciente de lo que representa la entidad, pero ya he trabajado en otros sitios donde esa presión y esa ambición se palpa cada día", recordó. Desde que fuera destituido de la Ponferradina en enero del presente año, José Carlos Granero ha dedicado gran parte de su tiempo a ver jugar a su hijo, futbolista del Recreativo de Huelva, y a esperar una llamada que le hiciera sentir de nuevo las ganas de un primerizo.

Durante el pasado verano, antes de decantarse por De la Fuente, el Alavés tanteó la posibilidad de hacerse con sus servicios, pero "en aquel momento", las expectativas del valenciano pasaban por probar su valía en la Segunda División. Ahora, convencido "por las personas, el proyecto, el club y todo lo que representa el Alavés", Granero acepta el reto que le han presentado. Su éxito será el de toda la afición albiazul.