ALAVÉS Rangel, Óscar Rubio, Luis Prieto, Jon Moya, Dani López, Alex Vallejo, Indiano, Casares, Javi Rubio, Geni y Azkorra -once inicial-. En la segunda parte jugaron Salcedo, David Lázaro, Alex Quintanilla, Jito, Dennis Nájera, Sendoa, Aridane, Ander y Javi Montoya.
GUADALAJARA San Miguel, Antonio Moreno, Barral, David Fernández, Víctor Fernández, Jony, Ernesto, Ander Gago, Jonan, Iván Moreno y Anibal -once inicial-. En la segunda parte jugaron Joseba Arriaga, Javi Soria, Saizar, Cristian y Jorge.
Árbitros Soriano Alzano, acompañado de Guillerna Pérez de Onraita y García Villarreal.
Estadio Mendizorroza, ante cerca de 2.000 espectadores según cifras del club.
vitoria. El Alavés arrancará la Liga el próximo sábado con nuevas esperanzas y viejas incertidumbres. Ayer, en el último partido de una pretemporada no demasiado exigente en cuanto a rivales pero sí muy intensa en el trabajo diario, la escuadra albiazul inyectó una aceptable dosis de ilusión a los dos mil seguidores que se dieron cita en Mendizorroza, aunque también evidenció el que a día de hoy se anticipa como el mayor socavón a rellenar: los agujeros en defensa. En un encuentro apático en general, con ocasiones pero poco peligro de gol en ambas porterías, las sucesivas y en ocasiones espectaculares paradas de Rangel fueron si cabe el caramelo más apetitoso que la grada pudo llevarse a la boca.
El Guadalajara, ascendido el pasado curso a Segunda en detrimento del Mirandés en aquel choque de eléctrico final, fue al menos una buena piedra de toque para comprobar el nivel con el que el Alavés vivirá el pistoletazo de salida frente a Osasuna B. Al menos, dejó claras algunas de las vías de agua que Luis de la Fuente deberá tapar en los próximos días para que el cuadro alavesista afronte el inicio de campaña con mayores garantías. Y es que, salvo un Luis Prieto que ayer formó pareja con Jon Moya, el resto de la zaga albiazul adoleció de una apreciable falta de sintonía para cubrir los espacios y, de hecho, las mejores ocasiones del equipo dirigido por Carlos Terrazas llegaron tras ganar la espalda a la defensa vitoriana.
En el otro lado de la balanza, este nuevo y remozado Alavés sabe al menos que cuenta con un hombre que en el último tramo del pasado curso explotó definitivamente y que, como corroboró ayer, mantiene intacto su talento a la hora de elaborar el juego. De las botas de Carlos Indiano surgieron el tempo y la frescura necesarias para que el equipo mantuviera la compostura y amenazara en varias ocasiones la meta del Guadalajara. Al menos, durante la primera mitad. Junto a Indiano, el mejor estilete albiazul fue otro viejo conocido, Javi Casares. Sus punzantes entradas por la banda derecha habrían culminado en al menos un gol si Gorka Azkorra, titular ayer junto a Geni en la delantera en detrimento de Jito, hubiera afilado mejor sus botas.
El ariete vizcaíno, más acostumbrado a parar el balón y cederlo que a buscar los espacios, gozó de dos excelentes ocasiones en la primera mitad a pase del jugador andaluz, pero ambas acabaron siendo rechazadas por el guardameta San Miguel. De esta forma, con la balanza equilibrada sin que ninguno de los dos equipos quisiera decantarla, el encuentro enfiló el rumbo al vestuario mientras el público empezaba a caer en la cuenta de que a esas alturas ya había contemplado lo mejor del partido. Y así fue. Dispuesto a repartir minutos, De la Fuente no tardó en variar el equipo hasta en nueve ocasiones, con la entrada del canterano Javi Montoya por un aplaudido Rangel en los minutos finales. Con todo, no fue hasta que el veterano pero talentoso -y lesionado- Sendoa Aguirre entró en el terreno de juego a falta de veinte minutos para el final cuando el Alavés se rearmó y se mostró dispuesto a dar una alegría a su afición.
muchos cambios Una jugada de Dennis Nájera en el minuto 73, que colocó el balón con un certero pase en la cabeza del exjugador del Hércules, fue uno de los pocos suspiros de tensión que Mendizorroza se llevó a la boca en la segunda mitad, salvo un remate de volea de Javi Rubio en el minuto 50 dentro del área en el que el centrocampista estuvo a punto de emular al exalbiazul Iván Rocha y su ya famoso penalti frente a la misma portería. Con el once prácticamente renovado en todos sus puestos, el tramo final del choque -contemplado desde la grada por Pablo Gallardo, el portero Ángel y el francés Fachan- llevó los últimos bostezos a la grada mientras el Guadalajara, un punto por delante de los vitorianos en lo que a preparación física se refiere, quemaba sus últimos cartuchos en la figura del otrora delantero alavesista Joseba Arriaga, que al igual que sus compañeros se topó con el pequeño pero elástico Rangel en su intento por llevar el balón a la red.
Al final, el empate sin goles dejó pocas conclusiones tangibles, algunas dudas pero, en esencia, la sensación de que el Alavés había competido de igual a igual sin sufrir -ni hacer sufrir demasiado- ante un rival que este año jugará en Segunda División. Los cimientos, al menos, dejan lugar a la esperanza.